Moisés Sánchez Ramírez |
Domingo 26 de octubre de 2014
La historia de Guerrero no sólo es una historia de violencia prohijada por la ignorancia, la explotación, la injusticia, la miseria y la corrupción; sello distintivo del viejo sistema caciquil del priismo, aunque ha refinado sus métodos no ha cambiado su esencia, por el contrario los recrudeció utilizando la crueldad, las desapariciones forzadas como es el caso de los 43 estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa, método de la “guerra sucia”. La otra historia se concentra en las bandas del crimen organizado dedicadas al narcotráfico que operan en el Estado, en complicidad con las autoridades, es decir la disputa y control del cultivo de amapola.
A escala nacional Guerrero ocupa el primer lugar en la producción de enervantes, principalmente de amapola, de donde se produce la heroína que se exporta principalmente a Estados Unidos. Guerrero es el mayor productor de esta planta en México y, en sus 63,621 kilómetros cuadrados, se produce el 60% de toda la amapola del país, en 56 municipios del norte del estado, se siembran la mayoría de los cultivos de este tipo. Ante la pobreza en Guerrero hay mucho dinero, pero el Estado mexicano no quiere que se note. Bajo el control, la respuesta de las autoridades ha sido brutal, inició a finales de los años sesenta y continuó a lo largo de setenta.
Señalaré algunos hechos de represión que determinaron e influenciaron dichos sectores. En 1960 en la Alameda Granados Maldonado de Chilpancingo, el ejército y la policía dispararon en contra de la población que se manifestaba, el resultado fueron decenas de muertos y heridos, detonante para la caída del gobernador Raúl Caballero Aburto. Por otro lado, a consecuencia de un proceso electoral viciado, en 1962 en el Zócalo de la ciudad de Iguala una manifestación popular fue reprimida, hubo un número no determinado de muertos y heridos. Constancio Hernández “El Zanatón”, Gerardo Chávez “El Animal”, “La Yegua”, “La Pluma”, Pedro Vélez y los Hermanos Sequeida eran consentidos del gobierno, eran piezas de ajedrez en el tableo político, como lo soy hoy los políticos insertados en las filas del crimen organizado, para dos modos, “la política narco y la narco política”.
El año 1967 fue el parte aguas en la historia de Guerrero, como lo son hoy los crímenes de jóvenes normalistas asesinados y los 43 desaparecidos; el 18 de mayo padres de familia de la Escuela Juan N. Álvarez de Atoyac, fueron masacrados cuando realizaban una asamblea para protestar contra las arbitrariedades de la Directora del plantel Julia Paco Pizá “Julita”. Los hechos del pasado y lo que ocurre en el contexto actual, han puesto al descubierto el verdadero rostro del sistema, del cacicazgo priista y la complicidad de las propias autoridades, agregado hoy el crimen organizado. Ante al complicidad yla corrupción política, de nada sirve el discurso institucional cuando el verdadero fondo del asunto es el poder, el control por las grandes hectáreas de cultivo de amapola, el sometimiento de un Guerrero sumido en la pobreza, la imposición de los cargos políticos a modo, de la apatía gubernamental, los errores y omisiones, de la indiferencia del estado mexicano, la descomposición social causada ha provocado que hoy nos enfrentemos a la verdad sobre las motivaciones y consecuencias del horror al que estamos siendo sometidos. El asunto es que la violencia se acentúa cada día y han despertado los fantasmas de la llamada Guerra sucia.
Moisés Sánchez Ramírez. Estudiante de la Maestría en Ciencias en Administración Pública, con Especialidad en Administración Pública y los Nuevos Escenarios a Nivel Internacional. Sección de Estudios de Posgrado e Investigación. Escuela Superior de Comercio y Administración, Unidad Santo Tomás del Instituto Politécnico Nacional.
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