Moisés Sánchez Ramírez
Moisés Sánchez Ramírez, profesionista |
Martes 4 de noviembre de 2014
La violencia no se reduce a Guerrero, lamentablemente también sucede en otras entidades del país,existeuna cortina de humo, graves y lamentables hechos. México hoy toca fondo, se vive una terrorífica exhibición de crueldad que pocos perciben, la información mediática la oculta. Esta espiral de violencia deja ver los brotes de un Estado fallido, permeado por el narco e incapaz de controlar su territorio. Los grupos criminales en México existen desde hace muchas décadas, pero estaban relativamente controlados por los gobernadores, por el estado mexicano autoritario que establece controles institucionales para limitar y contener el comportamiento antisocial y la corrupción. Hoy, son los criminales los que han empezado a comerse al Estado en evidente debilitamiento, ha sido el motor fundamental que alimenta la violencia, porque les ha permitido a los grupos criminales penetrar todas las estructuras del propio Estado. La condición natural de la delincuencia organizada no es la violencia.
La violencia es un arma que los delincuentes utilizan cuando quieren capturar esos pedazos del Estado y consolidar su posición económico-territorial, una muestra geográfica de ello es que en el año 2008, el crimen organizado dominaba el 63 por ciento de los municipios del país. Hoy, esta cifra llega al 80 por ciento. Todos estos grupos compiten entre sí para captar a políticos y policías, con el fin de estabilizar sus mercados ilícitos, que van mucho más allá de las drogas. La violencia que ejerce el estado en Ayotzinapa es una lamentable muestra, como lo es Tlatlaya, ante tal escenario se suman una larga cadena de hechos que tienen sumido en la tragedia y la desgracia a México. En el contexto actual se vinculan no sólo a grupos de campesinos, indígenas, migrantes, jóvenes, mujeres y población del campo y la ciudad.
Sólo con un cambio urgente en políticas e instituciones se podrá orientar el país hacia otro rumbo. La mafia ha empezado a diversificar, como lo hacen las empresas exitosas en el mundo legal, más violencia y más corrupción por lo que en el país se han elaborado múltiples diagnósticos y análisis que se hacen respecto a la violencia e inseguridad, que explican la grave situación que vivimos, es decir, los factores que junto con la violencia hoy tienen sumido a México en la degradación del tejido social, entre ellos la pobreza, la corrupción, la impunidad y la opacidad.La pobreza, es la enorme desigualdad que existe, la cualforma indefensión, destrucción del orden normativo; por lo que es imposible que progresen las políticas sociales; la corrupción y la impunidad van de la mano; se han convertido en la imagen de nuestro país en el mundo entero, funcionarios, empresarios o corporaciones poderosas que siempre terminan sin verse afectados por su indebida conducta; la opacidad es un elemento colateral.
La constante resistencia de las dependencias públicas a brindar información demuestra que hay una red de complicidades en la que los implicados se protegen recíprocamente. El reto que hoy tenemos es trabajar hacia un cambio verdadero, organizarnos, salir a las calles y demostrar que la lucha social está vigente, nuestra exigencia es que aparezcan con vida los jóvenes normalistas de Ayotzinapa e impere el estado de derecho antes los hechos históricos y actuales.
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