ROCÍO ALEJANDRA AYALA PIMENTEL
Rocío Alejandra Ayala Pimentel, periodista |
Diciembre 10, 2014
Cien años se dicen fácil y sin embargo, hay toda una historia detrás de eso, sumados miles de muertos y desaparecidos y ahora, nos duelen como nunca nada nos ha dolido antes, la desaparición forzada de 43 normalistas.
Cien años decía, han pasado cien años desde que iniciara la revolución mexicana y los caídos en combate se siguen sumando. Ahora contándose entre ellos, a las promesas de los revolucionarios, al futuro de México, sí, a ellos me refiero, a los jóvenes, a nuestros hijos, hermanos o conocidos, de vista o de oída, compatriotas al fin y al cabo. Y en esto no hay nada de inocente para aquellos que juegan bien su papel de Herodes.
Dicen que no hay más ciego, que el que no quiere ver y ahí no precisamente están puros políticos, también en ese gremio se encuentra la sociedad indiferente, quienes apuran el paso en las peregrinaciones al cerro del Tepeyac, por manda o por moda. O bien, a las agencias de viajes y hacer el apartado de boletos para el periodo vacacional.
¿Pues no que no hay dinero? ¿Qué la crisis económica? Me parece, sin temor a equivocarme, que no importa cuántos días, ni a dónde se vaya, la navidad que ya viene, será insípida más que nunca. Aun así, hay quienes consideran preciso, justo y necesario escapar un poco, al menos un poco; pero escapar del oprobio que día a día lacera las entrañas de nuestro país.
Porque ahora, ya no sirven las huelgas de hambre como medio de presión contra el sistema, para “ellos” mejor, reza el refrán: “entre menos burros, más olotes” tomando en cuenta que eso va dirigido a la “prole”
Así que ya no importa ni es honorable morirse de hambre, que en realidad nunca lo ha sido. Ahora es necesario inmolarse, y como verdadero testimonio de amor, dar la vida por otros. Los de “abajo” se preguntan ¿Qué país es éste Guadalupe? y los de “arriba”, increpan televisivamente a los mirones y en tono burlesco preguntan. ¿Qué país le quieres dejar a tus hijos? o ¿Qué hijos le quieres dejar a tu país?
Y bueno fuera, que la pregunta fuese directa, y también en primera persona. Jamás, eso nunca sucederá, la ignominia no tiene rostro, sólo alcurnia y apellido.
Para unos, ya cae diciembre con sus enaguas bajo el árbol de navidad y sus luces de colores y ahí pobremente uno que otro regalo cotizado en miles. Para otros, queda la ciega y el dolor de separar la cizaña del trigo, porque nada es más doloroso, que mirar el horizonte fallido de un estado; cuando crecen los trigales…
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