Miércoles 4 de febrero de 2015
Inauguramos este siglo con un presidente bufón, de lenguaje florido de víboras prietas y tepocatas que hizo de México el hazmerreír del mundo por sus escasos conocimientos culturales, porque lo suyo era el negocio de gaseosas y vamos en el tercer sexenio de este milenio con otro que no comprende ni la cultura ni la semántica de la lengua española.
Eso y más merecemos los mexicanos por la apatía que mostramos ante la situación de violencia y la facilidad con que nos dejamos seducir por el canto de las sirenas y las promesas de los candidatos, que aunque lo firmen, no cumplen.
Es el caso de la Comisión Nacional Anticorrupción que el entonces candidato prometió a su propia bancada, pero que no avanzó porque quería que el sistema anticorrupción quedara bajo la presidencia del Ejecutivo, cuando se trata de contar con organismos autónomos y con patrimonio propio, para que no tengan conflicto de interés al realizar su propia actividad.
Por ello resulta risible que el de Atlacomulco, quiera vendernos a los mexicanos de que ahora si, al no poder controlar el nuevo Sistema Nacional Anticorrupción, al revivir el cadáver de la Función Pública, que ya debía haber desaparecido, se investigará a fondo el conflicto de interés del presidente, su familia y miembros de su gabinete.
¿Acaso cree que México es el Estado de México? Donde con maletas se logra unanimidad para que los temas más conflictivos se aprueben, se eviten las críticas y todos hablen bien del gobernante en turno como si el horno no estuviera para bollos, ante tanta impunidad, violencia y corrupción, en este sexenio.
En el mundo, para salirnos de las fronteras de este país desangrado, se dice que “un conflicto de intereses surge cuando una persona, como funcionario o empleado del sector público, es influenciado por consideraciones personales al realizar su trabajo”.
Y todos tenemos intereses personales y personas a las que somos cercanos, somos actores sociales y vivimos en sociedad.
Y Virgilio y la Divina Comedia que el de Atlacomulco anunció se ha llevado todas las menciones en la red, porque ni César Camacho, Gamboa o Beltrones, hallaban palabras para tratar de decirnos en conferencias, de lo “benéfico” de la decisión presidencial a favor de la transparencia y rendición de cuentas, al nombrarlo secretario de la Función Pública, es decir, un subalterno, para que lo investigue sobre sus casas y de su Limantour.
Estamos ante un nuevo conflicto de interés. ¿Quién cree en este mundo que el amigo de generación del titular de Hacienda, del empleado del presidente, indague a su familia sobre cómo se hizo de esas casas?
Es como el caso de Arturo Montiel que Madrazo destapó y que su ex secretario de Administración, es decir alguien que tuvo que ver con su sexenio, en calidad de gobernador, además del parentesco, lo investigará para conocer si incurrió en acciones irregulares durante su gobierno. Peña lo absolvió.
¿Qué podemos esperar entonces que Virgilio diga que su amigo Videgaray y el jefe de ambos, incurrieron en conflicto de interés? Cuando en el mundo se sabe que para lograr en México contratos de obras diversas hay que entrarle, en efectivo o en especie, y eso lo viven hasta los pequeños industriales a la hora de querer abrir pronto sus negocios y un dicho popular lo resume: “sin dinero no baila el perro”.
Y David López inmediatamente difunde que son acciones a favor de la transparencia y la rendición de cuentas, cuando para ello, debe crearse la Fiscalía Anticorrupción autónoma de cualquier poder o gobierno, como parte del Sistema Nacional Anticorrupción que permita combatir este flagelo, junto con la Fiscalía General de la República, autónoma del Ejecutivo para que comience la procuración de justicia a verse en nuestro país.
Todo lo demás es solo parte de la simulación con que el sistema político mexicano actúa para vender ante la opinión pública, imágenes de acciones que no tendrán repercusión alguna en la vida de nuestra sociedad, donde el descrédito del gobierno y los partidos es cada día más creciente, considerando este anuncio presidencial simplemente como una forma de contener el daño que sus políticas erróneas vienen causándonos a todos.
Y es que estamos en proceso electoral, para definir la nueva Cámara de Diputados y varios congresos locales, así como alcaldes y gobernadores.
En las propias filas del partido tricolor que lidera César Camacho, hay desánimo por la forma en que se imponen los candidatos de “unidad”, sin considerar encuestas ni el trabajo político de mucha gente que cree tener más derecho a una candidatura y los están dejando fuera. Las frases de antaño vuelven a escucharse: “aguanta y apoya aquí”. Pero se están cansando, veremos los resultados pronto.
Pero lo más importante es lo que usted, amigo, amiga del México Real opina.
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