Ciudadanizar las instituciones en el siglo XXI parece menos que imposible, por los mecanismos que se utilizan para nombrar a los miembros de organismos como el Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI) o el Instituto Nacional Electoral (INE) donde sus integrantes lo definen la correlación de las fuerzas políticas existentes en el país, en particular las tres principales y la chiquillada aliada.
Y es que, quiérase o no, aunque no se diga, el conflicto de interés está presente, porque los que ganan prometieron a sus impulsores, favorecerlos de alguna u otra manera, de no hacerlo, buscarán acotarlos y no considerarlos para una reelección, si la tiene, o promoción en otros cargos.
A más de un siglo del inicio de la Revolución Mexicana y de las instituciones que el movimiento derivó como parte de los logros de esta lucha, el partido único que gobernó durante décadas permitió consolidar una cultura política que le sirvió para mantenerse en el poder sin necesidad de una dictadura como la que dejó atrás la lucha revolucionaria.
Los historiadores dan por hecho que todos los mexicanos llevamos el tricolor en nuestra sangre y no precisamente por la selección de fútbol, sino por el partido surgido de la Revolución Mexicana, cuyas instituciones nos formaron para serle fiel a este organismo político y las actitudes que en su momento prevalecieron, con el regreso del PRI a Los Pinos, vuelven a ser pautas de conducta entre los actores políticos.
Por ello, basta con revisar quiénes son los que eligieron a los integrantes de los dos organismos aparentemente autónomos citados arriba, para saber que cada uno de ellos responde a intereses de esos grupos que promovieron su llegada y posterior elección por las cámaras del Congreso de la Unión.
El abandono de partidos de oposición de la reunión del Consejo del INE denunciando la existencia de un bloque de consejeros al servicio del PRI y sus aliados, es parte del México real, porque efectivamente la votación refleja la correlación de las fuerzas políticas que los eligieron.
El partido que gobierna tiene la mayoría de consejeros a su favor, para eso los eligieron, la minoría tiene una minoría de consejeros.
Claro que lo que llama la atención es que se supone que se trata de un organismo público descentralizado y ciudadanizado que debe responder a los reclamos de la sociedad no de quienes gobiernan, pero lejos está en México la época de esos mexicanos que legislaron por la República, que no obstante de ser de la misma corriente o grupo político, asumían la defensa de los intereses de la Nación no la de quienes los llevaron al cargo.
Eso es solo parte de la historia de México que ya pasó, que no tiene réplica alguna en la clase política actual, porque si comparamos los nombres en letra de oro en la antigua sede de Donceles, con la de los actuales legisladores, no encontramos símil alguno. Son épocas distintas.
De manera que la simulación con que se hacen las cosas en el país, la tenemos presente en los llamados organismos ciudadanizados, autónomos, descentralizados, que lejos de responder a los intereses de México, responden a los intereses de los grupos políticos de todos los colores.
Mientras los consejeros del INE, IFAI y demás organismos autónomos no asuman su papel de servidores públicos de todos los mexicanos, responderán a los intereses de los grupos parlamentarios que alentaron su llegada a los cargos que hoy ocupan, y las quejas y denuncias de los actores políticos será en función de cómo les vaya en la feria, como afirma un viejo adagio popular.
No cabe duda que la promoción de la cultura de la legalidad, el cumplimiento de la ley por todos sin distingo, es parte de las acciones que deben realizarse para que los organismos como el INE, cumplan con las normas establecidas y no le busquen rendija o vacíos que les permita violarla, como fue el caso denunciado ante la falta de un titular de la Unidad de Fiscalización que permiten a los ecologistas violar la ley.
Sin duda que en este proceso electoral en marcha, encontraremos mucha propaganda de candidatos disfrazada de entrevistas televisivas o radiofónicas, sin el más mínimo cumplimiento de las reglas periodísticas para realizarlas, que no sean la de dejarlos lucir como verdaderamente comprometidos con las necesidades de la población y los intereses del país.
Y la simulación de la que México es campeón seguirá siendo lo común.
Todo indica que parece que nos gusta ser engañados, porque en los eventos realizados, la gente sabe que no está ahí por convicción sino por interés de una despensa, un apoyo a la comunidad, como si esto no fuera responsabilidad de la autoridad en turno realizarla. Nos gusta hacernos tontos y que nos hagan tontos.
Pero lo más importante es lo que usted, amigo, amiga del México Real opina.
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