“(…) han reconocido que desde que muestran su intención de competir al interior de sus propios institutos políticos tienen graves problemas. Las ningunean con frecuencia y les cuestionan ¿de dónde salieron? (…).”
Soledad Jarquín Edgar. Foto: Las Caracolas/Archivo |
SemMéxico., 11 de mayo de 2015.- La violencia política es un hecho real. La participación de mujeres en procesos electorales sigue incomodando tanto dentro de sus partidos políticos, como fuera de ellos.
En entrevistas por separado, las candidatas han reconocido que desde que muestran su intención de competir al interior de sus propios institutos políticos tienen graves problemas. Las ningunean con frecuencia y les cuestionan ¿de dónde salieron? Aunque hayan militado en sus partidos desde que tenían uso de razón.
Es decir, resulta que la experiencia es fundamental, pero nunca les permitieron adquirir esa “experiencia”. Algunas de ellas se han fogueado tras bambalinas, como es el caso de la única candidata del Partido del Trabajo, Adriana Hernández Vásquez, quien ha estado muy cerca de un diputado local y sabe cómo se mueve el pandero al interior de una legislatura.
Pero para quienes son más jóvenes y no tienen experiencia remontar entre sus compañeros y adversarios esas condiciones les resulta todo un reto y es motivo suficiente para ningunearlas, porque ante la falta de argumentos reales se recurre a toda clase de ataques.
La mayoría de las candidatas, sobre todo, aquellas que están compitiendo con partidos “chiquitos” o de reciente creación enfrentan un grave problema, la falta de financiamiento para hacer sus campañas políticas: María Cortés, quien es abanderada de Morena en el Distrito 03, señala que para su campaña le dieron 20 mil pesos; Adriana Hernández Vásquez candidata del PRD-PT, por el distrito 04, obtuvo la fabulosa suma de ocho mil pesos, mientras que Abigail Vasconcelos Castellanos, que va por el distrito 09 en el Partido Encuentro Social, le dieron 25 mil pesos. Cantidades que seguramente ningún candidato de partidos chiquitos o de nueva creación aceptarían.
Existen hoy entre las candidatas algunos casos de mujeres que han ido de un partido a otro para cumplir con sus anhelos políticos: tal es el caso de Eva Cruz, ex priista de esas de “hueso colorado” que tuvo que cambiar porque en su instituto político nunca encontró una oportunidad y ahora como ya antes lo había hecho su hija, la actual diputada federal Eva Diego, milita en el PRD.
Una situación diferente en extremo con lo vivido con los varones, tal es el caso de José Antonio Estefan Garfias quien en el PRI tuvo todas las oportunidades, y cuando en este proceso no le dieron cabida, tal vez por su cercanía como servidor público en el actual gobierno de Gabino Cué, desde la misma gubernatura le arreglaron el camino para que fuera el abanderado del PRD-PT. Acción que ha sido menos criticada que la salida de Eva Cruz y Eva Diego, madre e hija, respectivamente, al mismo partido del Sol Azteca. En el PRD tienen alguna experiencia con aquello de que para que la cuña apriete tiene que ser del mismo palo. Eva Diego, actual diputada federal, hoy busca que le toque a su mamá Eva Cruz y de esta forma hacer que cumpla con un anhelo que el PRI le negó sistemáticamente.
Un ejemplo de cuánto las mujeres han esperado para ocupar una curul, por ejemplo, lo podemos observar en la historia del Congreso Local, donde la primera mujer que fue diputada local electa (Martha Pazos Ortiz, por el PRI) llegó a ocupar una curul en 1965 y la primera diputada federal (Justina Vasconcelos, también por PRI) lo fue en 1964, es decir, en ambos casos más de una década después de que se aprobó el voto universal en 1953.
Esa violencia política que es atroz porque ha ninguneado e ignorado la presencia de las mujeres contribuyendo desde las instituciones políticas a la discriminación y exclusión de las mujeres, tiene otro tipo de violencias que deberían darnos vergüenza, me refiero a los ataques y a las descalificaciones a partir de la vida privada de las personas.
Foto: SeMex |
No tengo el gusto de conocer a Gabriela Olvera, candidata del PRI por el distrito 09. He observado su campaña y me parece que es una de las más visibles, probablemente tiene mucho más recursos que otras de sus competidoras o competidores, y eso tal vez ha provocado algunos inconvenientes al grado tal que esta semana fue objeto de una sucia maniobra al distribuir en las redes sociales, con la velocidad que conocemos, fotografías de su vida personal e íntima. O sea fotografías que solo le competen a ella y que “alguien”, un macho ardido, como dirían en mis tiempos las subió a las redes sociales.
La exhibición de esa fotografía no es otra cosa, reitero, que una muestra del machismo, uno de los pilares del patriarcado, el generador de la desigualdad, la regla que mide de manera distinta a las mujeres y los hombres y que designa lo que debe ser una mujer y lo qué debe un hombre.
Hay una valoración sexista distinta cuando quien se muestra en calzones es un hombre o una mujer. En el caso de los hombres resulta “natural”, “normal”, sin consecuencias. Pero si quien lo hace es una mujer entonces si arde Troya, como decía mi abuela Lucha. ¿Acaso no les enseñamos a orinar en la calle como si no pasara nada? ¿Acaso no les decimos que entre más parejas tengan más hombrecitos son? Pero a las mujeres les decimos (socialmente) otras cosas: Muchos hombres te hacen una cualquiera, enseñar los calzones te hace una cualquiera. Y por supuesto lo que busca esa fotografía no es otra cosa que desvalorizar a una muy visible candidata, lo no la hace ganadora, la hace visible y con eso es suficiente para molestar al patriarcado-partidista.
Esta manifestación que no es otra cosa que una muestra de misoginia pura, es una de las múltiples formas que han documentado la Red de Mujeres en Plural y en específico la magistrada María del Carmen Alanís y, lamentablemente para todas las mexicanas, la LXII Legislatura “no tuvo tiempo” de tipificar como delito. Ya veremos si en la próxima se puede.
El viejo y rancio sistema patriarcal-partidista esta dando patadas de ahogado en las elecciones de 2015, las primeras en que la mitad de quienes encabezan una candidatura son mujeres y, por tanto, buscan que sus aspiraciones no se cumplan y cuando no quieren que haya más posibilidades de participación de las mujeres me refiero a las aspiraciones de las todas las mexicanas y no únicamente de las candidatas.
Negligente actitud del IMSS
Este 24 de mayo se cumple un año de la desaparición física de Julio César Castro González, quien acudió al hospital de Zona número 1 del IMSS en la ciudad de Oaxaca, para recibir atención médica con un otorrinolaringólogo. El joven de 19 años de edad estaba a solo un mes de concluir su bachillerato en la Preparatoria número 2 de la UABJO y tenía un futuro prometedor como licenciado en Computación, la carrera que había decidido cursar y cuyo examen de admisión ya había presentado exitosamente.
A pesar de la “discapacidad”, como resultado de una mielomeningocele lumbar, se destacó por su brillante inteligencia, fue audaz con la vida a la que tomó con valentía, fue dedicado, tenaz y perseverante, como lo describió su maestra de preparatoria, Floriselva Castro.
Inquietud que lo llevó a solicitar trabajo en el gobierno municipal de Luis Ugartechea y que por sus resultados fue ratificado en su cargo en el actual gobierno de Javier Villacaña. ¿Cuántos jóvenes con tanto entusiasmo conocemos hoy? ¿Cuántos con la valentía de Julio César de no amedrentarse ante nada?
Se interesó por los deportes, promotor comunitario por los derechos humanos de aquellas personas que como él tenían capacidades diferentes, y que lo llevó muy pronto a brillar en todo aquel espacio donde podía detenerse, mirar y hacer algo aunque nadie se lo pidiera.
Este “Ángel guerrero” como le llaman quienes lo conocieron, ha dejado un profundo dolor en la vida de la familia Castro González, su padre y sus dos hermanos, quienes vivieron una tragedia similar en el mismo hospital del IMSS hace 13 años, cuando Cecilia Leonila González Reyes, su madre, falleció como consecuencia de una hemorragia que no pudieron atender y que le habría sido provocada al momento del parto de su tercer hijo.
Del caso de negligencia médica y la consecuencia de una muerte materna, no sucedió nada; frente al dolor, la familia no actúo de manera inmediata, y cuando actúo se encontró con la corrupción de abogados que al principio dijeron que habría castigo para quienes con sus malas prácticas médicas habrían ocasionado la muerte de Cecilia, sin embargo, pronto dejaron todo y lo que sí pasó fue que el probable delito prescribió (porque ojo en estos casos es de solo tres años).
Hoy, la familia Castro González vive una situación similar a pesar de que en meses anteriores, el arquitecto Raúl Castro, recibió de manera personal del entonces delegado del IMSS en Oaxaca, Víctor Octavio Pérez del Valle Ibarra, “una disculpa” a nombre de la institución tras aceptar que hubo negligencia en el tratamiento a Julio César, el joven de 19 años, a quien le provocaron un paro cardiaco y le robaron su vida. De igual forma, se había acordado la debida indemnización a favor de la familia de Julio César, lo que nunca ocurrió en el caso de su mamá Cecilia.
Sin embargo, la llegada del viejo político oaxaqueño, de extracción priista, ex secretario de Salud de Oaxaca y que ha sido entre otras cosas diputado local, Juan Díaz Pimentel, hoy no quiere ni darles la cara, ordenó a Salvador Altamirano, su asesor, “parar el caso” y esa fue la respuesta que le dieron al papá de Julio César hace unos días.
Son muchas las preguntas que Juan Díaz Pimentel debe responder: ¿Qué pretende con no pagar la indemnización? ¿Por qué no reconocer un hecho que sucedió cuando él ni siquiera era delegado del IMSS? ¿Le convendrá a su partido seguir dando estos palos de ciego? ¿Acaso no es ya suficiente con el dolor por las irreparables pérdidas que ha sufrido esta familia? ¿espera que pasen los años para que la negligencia médica que le costó la vida a Julio César prescriba como hicieron con el caso de Cecilia? Y mi última pregunta es ¿Qué habría hecho, usted don Juan Díaz Pimentel si quien estuviera muerto por una negligencia médica fuera su hijo o su esposa? ¿Soportaría tantas vueltas, tantas burlas?
Ojalá que el caso de Julio César llegue a sus últimas consecuencias, resulta inconcebible acudir a urgencias médicas del IMSS por un dolor de oído y morir de un paro cardiaco provocado por los muchos calmantes administrados en solo unas horas hasta provocar la muerte.
Es tiempo de que el IMSS asuma las consecuencias de las malas prácticas médicas, un asunto que se ha hecho costumbre y, por otro lado, que se actúe en contra de quienes le quitaron la vida a Julio César, un joven ejemplar que ha dejado un profundo dolor en su familia, compañeras y compañeros de escuela o del trabajo.
Ojalá que las buenas prácticas políticas tanto el rector de la UABJO, Eduardo Martínez Helmes, como el presidente municipal, Javier Villacaña Jiménez, puedan hacer entrar en razón al delegado del IMSS y contribuir a resarcir el daño provocado en la familia Castro González, recordemos que Julio César Castro era estudiante y trabajador de esas instituciones.
@jarquinedgar
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