“El 22 de enero pasado, Emilio Gamboa Patrón llevó al Senado de la Republica al Gobernador de Chihuahua, César Duarte (…). Protector del mandatario estatal desde hace rato, el coordinador de los senadores priistas lo arropó en uno de los momentos más álgidos de la protesta social que cada día se extiende y exige castigo para el escandaloso enriquecimiento ilícito por el que Duarte ha sido denunciado en la PGR.”
Senador Javier Corral Jurado |
Domingo 24 de mayo de 2015
El 22 de enero pasado, Emilio Gamboa Patrón llevó al Senado de la Republica al Gobernador de Chihuahua, César Duarte, para que participara en un foro sobre Seguridad y Justicia, presumiblemente como ejemplo de éxito en seguridad pública. Protector del mandatario estatal desde hace rato, el coordinador de los senadores priistas lo arropó en uno de los momentos más álgidos de la protesta social que cada día se extiende y exige castigo para el escandaloso enriquecimiento ilícito por el que Duarte ha sido denunciado en la PGR.
El Chihuahua que pintó Duarte en aquella ocasión, era una vil mentira. Lo ha sido todo este tiempo de desgobierno en el que a carretadas de dinero ha construido una estrategia de medios, no de seguridad, para manipular cifras, ocultar hechos, distorsionar estadísticas. Pretendió apropiarse de los resultados del programa “todos somos Juárez” que, en efecto, desató iniciativas de participación ciudadana que logró bajar índices de delincuencia en la que llegó a ser la ciudad más peligrosa de México. Pero del cambio de administración federal a la fecha, se ha ido desdibujando su falsa gloria, con la que ha llegado a justificar sus excesos y abusos. “Es corrupto, pero puso orden”, predica el cinismo oficialista en las redes.
El gobernador despierta las más inauditas formas de protesta social, y en la entidad hasta los niños de primaria saben que es un “ratero”. El lunes pasado el movimiento chihuahuense Unión Ciudadana organizó una “Barrida de la Corrupción” en la que cientos de personas llevaron escobas para barrer varios edificios del Gobierno del Estado, por supuesto el Palacio de Gobierno, la secretaría de hacienda y la fiscalía estatal, sucias dependencias en las que están al frente los mayores cómplices del mandatario. El 13 de mayo circuló en las redes el discurso de la estudiante de tercer grado de secundaria, Luz Elena Patricio García, en el que le espetó en su cara a Duarte: “Señor Gobernador: la política hoy en día ha cambiado porque los gobernadores roban y no cumplen con su trabajo”.
Luego se produjo la terrible tragedia en la ciudad de Chihuahua del niño de seis años, Christopher Márquez, asesinado por otros menores cuando jugaban al secuestro, signo de un ambiente de descomposición social por la pertinaz narcoviolencia que sólo ha desaparecido en los boletines oficiales. Sin embargo, la entidad vive uno de los momentos más aciagos.
En ese ambiente ocurrió en Ciudad Juárez, el 8 de mayo, un atentado singular en el conjunto de los hechos de violencia que se suscitan. Julián Leyzaola Pérez, uno de los funcionarios policíacos más polémicos de los últimos tiempos de las ciudades fronterizas de Tijuana y Ciudad Juárez, fue baleado frente a un centro cambiario del fraccionamiento Bosques de Waterfill. El ex Secretario de Seguridad de esta ciudad recibió tres balazos en la espalda, uno que le perforó el pulmón, otro que lo atravesó de lado a lado y otro que asegura le pulverizó la espina dorsal.
Leyzaola, se convirtió en Secretario de Seguridad de Ciudad Juárez en marzo de 2011, dentro de la administración del priista Héctor Murguía y a pocos meses de iniciado el gobierno de Duarte. Permaneció casi tres años en el cargo y se convirtió en referente de una actuación policial eficaz. Estuvo muy cerca del entonces Alcalde y del actual gobernador.
Además del atentado que casi le quita la vida, lo estrujante para muchos fueron sus declaraciones tras el atentado, brindadas al Semanario Zeta desde el Hospital Militar en la Ciudad de México, en las que aseguró que cuando el sicario le disparó le dijo que se trataba de un “Mensaje del ‘dire’ Reyes”, Jesús Antonio Reyes Ramírez actual Director de Seguridad Pública Municipal de Juárez, a quien calificó de “malandrinazo”.
Recordó en la entrevista que cuando fue secretario de seguridad corrió a Reyes Ramírez quien se desempeñaba como policía municipal comisionado de Tránsito. Cuando se retiró del cargo se enteró “que se quería meter a la Policía Estatal y yo hablé con el Estado, y le dije ‘no lo dejen entrar, es un malandrín’, y lo dejaron entrar al final”. Leyzaola dice que el actual jefe policiaco de Juárez opera con el grupo delictivo “Los Aztecas”. Más interesante sería saber si cuando alude al Estado se refiere al Gobernador o al Fiscal Estatal.
También ex militar en retiro, Leyzaola no fue declarado por la Fiscalía Estatal: “aunque me ofrecieron mandar un MP para una declaración en forma, nunca mandaron a nadie, parece que estaban esperando que yo saliera lo más pronto posible de allá para evitar el escándalo”. Lo más sorprendente de sus dichos fue la desconfianza que expresó de que se haga justicia en Chihuahua y en las autoridades estatales, a las que bien conoció:
– Entonces, la gente que está ahorita en la Procuraduría, ¿es de confianza o no es de confianza?, le pregunta el reportero.
– “No, claro que no. Desde luego que no. ¿La gente que está en la Procuraduría, allá, en la fiscalía?”.
– Sí. Allá en Ciudad Juárez.
– “No, no, no, No, no. Nada de confianza, completamente.
-¿Entonces no tiene confianza de que se haga justicia en Chihuahua?
“No. Definitivamente. Allá no. Totalmente no”.
Este es el verdadero Chihuahua, en el que las autoridades se han coludido con los grupos delincuenciales. Ese rostro es más patético en la Sierra, desatada la violencia y sometidas comunidades completas por el crimen organizado, principalmente en la zona conocida como el Triángulo Dorado en donde parece haberse desatado una disputa entre cárteles, lo que ha provocado muchas muertes y familias desplazadas. En abril conocimos a través de las redes sociales el video de un convoy de sicarios en la zona serrana, en éste se muestran alrededor de 15 camionetas con hombres embozados, con chalecos antibalas que portan armas de grueso calibre. Un ejército de sicarios.
Apenas hace unos días, el 13 de mayo fue localizada una avioneta, así como seis cuerpos en el municipio de Urique; mientras la población señala que fue derribada tras recibir varios impactos de bala por parte de grupos armados, la Fiscalía General del Estado de Chihuahua ha desmentido dichas versiones. Una semana antes otra avioneta se desplomó en el poblado de El Charco, en ésta se encontraron 45 kilos de marihuana.
La realidad contrasta con el palabrerío; hasta en eso miente, embauca y trata de timar el corrupto gobernador de Chihuahua. Ni siquiera es cierto el logro con el que algunos de sus defensores quieren salir al paso del escándalo que lo enloda actualmente. Y todo lo demás que está por venir.
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