En abril pasado se desato el escándalo político en Guatemala, donde decenas de encumbrados políticos, empresarios y mafiosos fueron descubiertos participando activamente en una red de corrupción puesta al descubierto por una comisión investigadora internacional. Al conocer las cantidades de millones de dólares obtenidos ilegalmente por los implicados para el actual proceso comicial guatemalteco, realmente parecen cifras de broma si las comparamos con las estratosféricas e insultantes cantidades de dinero legal e ilegal usado en México en las elecciones, y esa es precisamente la preocupación central; la diferencia es que Guatemala realiza ahora un esfuerzo serio por sanear su democracia, ¿Y México cuándo?
Domingo 6 de septiembre de 2015
Guatemala. Gua. 03 Septiembre 2015. No Hace falta preguntar nada, los cartelones, pancartas, mantas y cartulinas tapizan las paredes del palacio de gobierno de Guatemala, exigencias que dibujan perfectamente lo que está empezando a convulsionar a esta hermana nación centroamericana; los anuncios coinciden, insisten, presagian el desenlace hecho realidad este 02 de septiembre: la renuncia del señor presidente de la república Otto Pérez Molina, a quien se responsabiliza de la galopante corrupción de cercanísimos miembros de su gabinete. ¿Dónde hemos escuchado esas demandas?...
Arribamos al lugar la tarde de un domingo que amenaza lluvia, entre comerciantes ambulantes, religiosos, charlatanes adivinadores y gente del pueblo, sobresalen inmediatamente decenas de veladoras colocadas en la Explanada del Palacio de Gobierno, los cirios forman una suerte de demanda-sentencia: Renuncia. Avanzamos hacia la entrada principal del poder nacional guatemalteco, donde un ejército de ciudadanos literalmente tiene tomado pacíficamente desde el día anterior el edificio, con la demanda de renuncia inmediata de su presidente Otto Pérez Molina.
Impresiona la familiaridad de las demandas, sorprende la exacta coincidencia de las quejas: freno a la corrupción y al conflicto de intereses entre empresarios y políticos; detener el saqueo de la riqueza nacional, entre ellas las minas; demanda de democracia real, no simulada; mayor seguridad pública, entre otras…, irremediablemente la memoria me traslada a la patria mexicana.
Sin preguntar nada por ahora, solo con leer el decorado externo del gran edificio, vemos que la gota que ha desatado el hartazgo es la corrupción, donde además de diputados, sobresalen empresarios y políticos como Gustavo Martínez, yerno del presidente Pérez Molina, la vicepresidenta Roxana Baldetti, Francisco Guerra Morales y Edgar Barquín Durán, este último candidato a vicepresidente por el partido opositor Libertad Democrática Renovada, (LIDER), y otros más, acusados de crear cientos de empresas para blanquear dinero procedente del narcotráfico y la corrupción, y usarlo en la actual campaña presidencial; además de saquear instancias como el Instituto de Salud de Guatemala, y las aduanas.
Llama poderosamente la atención la instancia que ha realizado las investigaciones , se denomina Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, (CICIG), dependiente de la Organización de las Naciones Unidas, ONU, que tras exhaustivas indagatorias ha determinado que el enriquecimiento ilícito, el narcotráfico y el abuso del poder son clave para el financiamiento de la política en Guatemala, donde el 25% del financiamiento político viene de las estructuras criminales, sobre todo del narcotráfico, otro 25% proviene de los empresarios y un 50% son de los proveedores del Estado divididos en infinidad de entidades de distinto tamaño, por lo que "Los recursos públicos financian la política pero por la vía de la corrupción", según el Informe del comisionado internacional Iván Velásquez Gómez.
Bajo la premisa legal de que el financiamiento anónimo es un delito en esta nación, el estudio de Velásquez Gómez, se ha centrado en las estructuras paralelas y de seguridad del Estado, concluyendo que "La corrupción es la unificadora del sistema político guatemalteco, basado en una amalgama de intereses que incluyen a políticos, funcionarios, entidades públicas, empresarios, organismos no gubernamentales y grupos criminales".
El mencionado informe se da en el marco de la colosal crisis política que vive Guatemala, y que se sepa, este es uno de los casos documentados más importantes que una comisión internacional de la ONU ha puesto al descubierto, con la finalidad de desarticular esas redes de lavado de dinero, cuyos fondos sirven para el financiamiento electoral ilícito.
La seriedad de la investigación internacional ha alcanzado al opositor partido Libertad Democrática Renovada (Lider), cuyo candidato presidencial es Manuel Baldizón, que lleva en su fórmula como vicepresidente precisamente a Edgar Barquín Durán, quien anteriormente fue Superintendente de Bancos del país y ex presidente de la Junta Monetaria del Banco de Guatemala, dupla que hasta antes de la investigación encabezaba las encuestas rumbo a las elecciones presidenciales a realizarse el domingo 06 de septiembre de 2015.
México y Guatemala han estado unidos históricamente, nuestras independencias nacionales del yugo hispano son como gemelas indisolubles, como la migración indocumentada al país del norte, producto de una ancestral pobreza también afín, y según puede verse contemporáneamente ahora también nos une la corrupción, y ya que irremediablemente es así, surge una pregunta obvia: ¿Cuándo va a venir a México una Comisión Internacional de la ONU, a investigar el origen y destino de los fondos en cualquiera de los múltiples y costosísimos procesos electorales?.
Trastocando su incipiente democracia, la arraigada corrupción inunda al empobrecido pueblo de Guatemala cuyo ex general y ex presidente Otto Pérez Molina se encuentra hoy en prisión, luego de las investigaciones imparciales de la ONU, que lanzaron desde abril pasado a miles de ciudadanos a las calles a manifestarse contra los nefastos delincuentes enquistados en el poder gubernamental, a quienes exigen cambios profundos en su sistema político.
BREVES DATOS SOBRE GUATEMALA
Con casi 16 millones de habitantes, Guatemala es el país más poblado de Centroamérica, que el próximo domingo 06 de septiembre elegirá nuevo presidente, en un proceso comicial organizado por el Tribunal Supremo Electoral, TSE, que tiene registrados a más de siete millones y medio de electores, quienes decidirán el destino de su país a través de poco más de 3300 cargos de representación popular, cuya franquicia es abanderada por la estratosférica cantidad de 18 partidos políticos, entre los que se encuentran dos con nombres de cierta familiaridad: los derechistas Partido Republicano Institucional, PRI, y el Partido de Avanzada Nacional, PAN.
Guatemala, San Marcos, Alta Verapaz, Quetzaltenango, Quiché y Escuintla, son seis de los departamentos guatemaltecos más grandes que concentran el 60 por ciento del padrón electoral que se usara el próximo 06 de septiembre, cuyos electores, de no elegir abrumadoramente a alguno de los 15 candidatos presidenciales, deberán repetir una segunda vuelta electoral el 25 de octubre siguiente.
A México y Guatemala los han unido muchas coincidencias y diferencias, no olvidemos la independencia centroamericana un 15 de septiembre de 1821; la anexión al territorio mexicano de lo que hoy es Chiapas el año de 1842, bajo la protesta chapina; la posterior acogida en nuestro suelo de prominentes liberales guatemaltecos recibidos por el juarismo en 1871; el éxodo previo y posterior a nuestra tierra de los perseguidos seguidores del presidente Juan José Arévalo, electo en 1944; y pocos años más tarde, la repetición de la misma historia, pero tras el cínico y atroz derrocamiento norteamericano del ex presidente Juan Jacobo Arbenz Guzmán en 1954, que pocos años después producirían los primeros ex guerrilleros patriotas de origen militar, algunos de los cuales debieron asilarse en México.
Al paso el tiempo llegarían las dictaduras militares a casi todo Latinoamérica, haciendo surgir a los movimientos guerrilleros que los confrontaron, situación que produjo nuevamente oleadas de miles de aterrorizados refugiados que huían de Guatemala para refugiarse en Chiapas, al tiempo que algunos dirigentes revolucionario organizaban la resistencia desde su exilio en nuestro país, muchos de ellos concentrados principalmente en la Ciudad de México.
Aunque en distintas épocas, Junto a Luis Cardoza y Aragón, Tito Monterroso, Reina Lazo o Rodrigo Asturias, entre otros, uno de esos emblemáticos guatemaltecos que llegó a México fue Rigoberta Menchú Tum, quien en 1992 recibe el Premio Nobel de la Paz, y que poco después en diciembre de 1996, y con la solidaridad de amplios núcleos nacionales e internacionales, firma en Tlatelolco, DF, uno de los segmentos del Acuerdo de paz firme y duradera, con la participación del Gobierno de Guatemala, la dirigencia guerrillera, y las Naciones Unidas, esfuerzo que intentaría dejar atrás la pesadilla de 150 mil muertos, 45 mil desaparecidos, y poco menos de medio millar de comunidades arrasadas.
Paradójicamente uno de esos personajes que rubricaron la paz ese diciembre de 1996, fue nada más y nada menos que el ahora controvertido presidente Otto Pérez Molina.
PUNTO 6, DE 17 CONCEPTOS DEL “ACUERDO DE PAZ FIRME Y DURADERA PARA GUATEMALA”:
6. La paz firme y duradera debe cimentarse sobre un desarrollo socioeconómico participativo orientado al bien común, que responda a las necesidades de toda la población. Dicho desarrollo requiere de justicia social como uno de los pilares de la unidad y solidaridad nacional, y de crecimiento económico con sostenibilidad, como condición para atender las demandas sociales de la población.
Referencia electrónica. Nathalie Ludec, « Voces del exilio guatemalteco desde la ciudad de México », Amérique Latine Histoire et Mémoire. Les Cahiers ALHIM [En línea], 2 | 2001, Publicado el 16 junio 2006, consultado el 09 agosto 2015. URL : http://alhim.revues.org/599
Publicar un comentario Blogger Facebook