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* Lo entenderá el Senado; ¿lo sabe Bàilleres?
* México, atrapado por un gobierno envilecido por la codicia de sus integrantes

Carlos Monroy Hermosillo 


Miércoles 11 de noviembre de 2015

Toluca, México. Así como en los Estados Unidos de América creció la figura del pastor bautista, Martin Luther King, en la década de los sesentas del siglo pasado, con su famosa frase, "yo tengo un sueño", que daba cuenta de su enorme lucha por los derechos civiles de los afroestadounidenses, y en contra de la segregación racial, la discriminación y la pobreza, en la primera década del siglo XX, crecía en México la figura de Belisario Domínguez Palencia. En julio 10 de 1904, en el número 2 de su periódico de filosofía, literatura y variedades, "El Vate", Belisario Domínguez, el mártir oriundo de Comitán, Chiapas, patriota gigante y de espíritu inmortal, daba cuenta de "UN SUEÑO", su sueño, donde afirmaba que EL HOMBRE TIENE DERECHO A CONDUCIRSE POR EL CAMINO DEL PROGRESO Y LA FELICIDAD; sin embargo, "el combate por la vida se hace cada vez más difícil en el mundo entero. La clase pobre (es decir, la más numerosa) ve cada día aumentar su miseria conforme aumenta el número de individuos en los grandes centros de población. A medida que la miseria aumenta, se hace más urgente la solución de los grandes problemas sociales..." Pero también nos facilitaba la fórmula mediante la cual puede conseguirse la mayor suma de felicidad posible sobre la tierra: "vate", cuyas cuatro letras representa los elementos fundamentales de la dicha humana. La virtud que consiste hacer el bien y evitar el mal. La alegría que debe ser la inseparable compañera del hombre, entendida "como goce interior que nace de la tranquilidad del alma y de la satisfacción del deber cumplido". El trabajo, "que es la más positiva y más provechosa de las distracciones y la que hace más gratas todas las otras. Quien no trabaja no puede ser feliz... el pobre debe trabajar para crearse una posición desahogada que lo ponga, a él y su familia, al abrigo de la miseria y le permita poder ayudar a sus semejantes; y el poderoso y el rico deben trabajar por mejorar la suerte de los desgraciados y de la sociedad en general...". Y el estoicismo "es la serenidad del alma que permite al hombre ser dueño de sí mismo, rechazando imperturbablemente la impaciencia y la ira como malas consejeras, y el miedo, el abatimiento, la aflicción y la tristeza, como estorbos perniciosos que jamás ayudan a resolver una dificultad y contribuyen a empeorar notablemente una mala situación". Finalmente, en su sueño decía: "que en todo acto de nuestras vidas nos acordemos de la fórmula "vate" y "estad seguros que con sus cuatro letras os guiará por los intricados senderos de la vida y os indicará con precisión la línea de conducta que debéis seguir..." Lección histórica, para quienes desde el poder aún no entienden que México no es un país por el que puedan conducirse para ver en todo oportunidades de negocios, y otorgar medallas al mérito a engendros del gran capital depredador y voraz que tanto daño han hecho al pueblo de México. Desgraciadamente, lección no aprendida, pues todavía en la historia reciente, en los tiempos del salinato, desde el poder se convirtió en un mártir más a Luis Donaldo Colosio que en un mensaje a la nación, vio a "un México con hambre y sed de justicia". Un cuadro dramático que aún no desaparece, con un pueblo atrapado por un gobierno envilecido por la avaricia y codicia de sus integrantes.

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