“Los maestros que han obstaculizado la aplicación de los exámenes de evaluación educativa tienen razón y merecen todo nuestro apoyo. Quienes primero deberían someterse a una revisión de su desempeño y sus conocimientos son Peña Nieto y todos los integrantes de su gabinete. (…).”
Foto: www.johnackerman.blogspot.com
Lunes 7 de diciembre de 2015
El deleznable desempeño de Enrique Peña Nieto en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara en 2011, en que no pudo citar correctamente un solo libro que había marcado su vida, dejó en claro que su eventual gestión como jefe del Estado mexicano sería marcada por la ignorancia y la incultura. Recordemos que el mismo Carlos Fuentes señaló unos meses antes de su lamentable fallecimiento que Peña Nieto es un hombre de muy escasos recursos intelectuales y políticos y que, si bien “este señor tiene derecho a no leerme… lo que no tiene derecho es a ser presidente de México a partir de la ignorancia, eso es lo grave” (Véase: http://ow.ly/VxSEs).
Llamó fuertemente la atención que uno de los presidentes más iletrados tanto del mundo contemporáneo como de la historia mexicana iniciara su gestión encabezando una llamada reforma educativa. Esta reforma fue inicialmente encabezada por uno de los dinosaurios más repudiados del viejo PRI, Emilio Chuayfett, y ahora es dirigida por uno de los bebesaurios más inexpertos e improvisados del nuevo PRI, Aurelio Nuño.
No debería ser sorpresa para nadie entonces que esta supuesta reforma educativa no es lo que dice ser. La reforma no tiene contenido pedagógico alguno, sino que es simplemente una reforma laboral diseñada para buscar pretextos para despedir a maestros con conciencia crítica y espíritu rebelde. Ello con el fin de dar paso a una nueva etapa de educación neoliberal y privatizada encaminada a la generación de obedientes empleados de bajo costo para la oligarquía doméstica y las empresas trasnacionales que cada día se apropian más de la economía mexicana.
Una verdadera reforma educativa iniciaría con un diagnóstico del sistema educativo en su conjunto, no solamente de los maestros, así como con una evaluación punitiva de los principales funcionarios públicos responsables por la desorganización, la corrupción y el terrible estado de las escuelas públicas del país. Asimismo, una verdadera evaluación del desempeño de los profesores tendría que tener lugar dentro del aula donde trabajan. Ello constituye la única manera para percibir con detalle los métodos de trabajo, el ambiente de aprendizaje, la dedicación de los maestros y los avances de los alumnos. Los resultados de un examen de conocimientos aplicado y calificado por supuestos expertos en una sede ajena, poco o nada tienen que ver con el verdadero desempeño del maestro en el aula.
Los maestros que han obstaculizado la aplicación de los exámenes de evaluación educativa tienen razón y merecen todo nuestro apoyo. Quienes primero deberían someterse a una revisión de su desempeño y sus conocimientos son Peña Nieto y todos los integrantes de su gabinete. En lugar de enviar la Policía Federal para reprimir a los profesores, Nuño debería poner el ejemplo y someter su trabajo a una rigurosa evaluación y calificación ciudadana. El mismo procedimiento debería aplicarse para Miguel Ángel Osorio Chong, Luis Videgaray y Arely Gómez. Si estos funcionarios no se someten a las pruebas que los ciudadanos diseñamos, tendrían que quedar inmediatamente fuera del gobierno.
Pero en México no vivimos en un sistema democrático donde quienes ocupan los cargos públicos se someten al escrutinio ciudadano y sirven a la población de manera honesta y desinteresada. En el contexto autoritario actual, las evaluaciones se aplican a punta de pistola y solamente a los más vulnerables.
Un gobierno que valora más a sus policías que a sus maestros ha dado la espalda a la cultura y a los principios éticos más fundamentales de la humanidad. Y un régimen que encarcela a profesores y a activistas, pero deja libres a narcotraficantes asesinos no merece el respaldo de su población. En contextos como el actual la desobediencia civil pacífica está plenamente justificada.
Algunos cuestionan los métodos de lu¬cha de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y otros el aislamiento de los líderes magisteriales de movimientos políticos y sociales afines. Sin embargo, nadie puede poner en duda la central importancia de la lucha de los maestros por defender tanto su fuente de trabajo como el carácter crítico, público y humanista del sistema educativo nacional. Urge acabar con el oficialismo corrupto y autoritario del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) para dar paso a un nuevo sindicalismo magisterial realmente representativo de los intereses y las inquietudes de las más de un millón de maestros del país que todos los días se sacrifican generosamente para educar a nuestros niños y niñas.
Un terrorista utiliza tácticas de violencia y de intimidación para infundir miedo en la población. En México los expertos en la materia son Peña Nieto, Osorio Chong y Nuño. Su ignorancia armada y utilización facciosa de los cuerpos de seguridad para controlar, dividir e intimidar a la sociedad es propia de los peores gobiernos autoritarios del mundo.
El viernes pasado tuve la oportunidad de reunirme con destacados líderes y activistas mexicanos en el condado de San Bernardino, California, donde habían ocurrido unos días antes los lamentables ataques contra trabajadores del gobierno municipal. Coincidimos en la necesidad de juntos hacer frente al terrorismo en el mundo, iniciando con el ejercido hoy por el Estado mexicano en contra de su propia población.
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