* El programa Comedores Comunitarios depende de 60 mil voluntarias en casi 5 mil comedores instalados en el país; las cocineras sólo reciben el beneficio de que sus familias puedan entrar a los comedores
Las ocho cocineras voluntarias del comedor comunitario de esta localidad comparten una misma queja: no tienen dinero ni para los zapatos; tampoco se animaron a solicitar algo. Foto Tomada de Reforma |
Redacción | sábado 26 de diciembre de 2015
San Francisco Putla, Méx. La localidad de San Francisco Putla se encuentra en el municipio de Tenango del Valle, que a su vez se ubica al sur de Toluca, capital del Estado de México.
Minutos antes del arribo del titular de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), José Antonio Meade Kuribreña, asistentes al comedor comunitario de San Francisco Putla sólo sabían que iba a llegar un señor del gobierno. Pero, tras un rápido entrenamiento, el funcionario fue recibido por los beneficiarios con porras y ya era conocido por todos como Pepe.
Las ocho cocineras voluntarias del comedor comunitario de esta localidad comparten una misma queja: no tienen dinero ni para los zapatos.
Las mujeres fueron convocadas desde las 05:30 horas del 24 de diciembre para preparar un almuerzo para más de 100 personas en honor a la visita del titular de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), José Antonio Meade.
Están afuera de su casa en Nochebuena, durante su periodo vacacional, para cocinarle y solicitarle al funcionario que les provea de un salario o que las inscriba a un programa de la Sedesol.
"Queremos pedirle un apoyo económico, ni para los zapatos sale, y se nos gastan mucho de tanto limpiar y caminar hasta acá. Ni los maridos nos quieren comprar zapatos, porque dicen que trabajamos de a gratis", lamenta Rosalba, ataviada con su mandil azul y su paliacate morado con la leyenda "Sin Hambre".
El programa Comedores Comunitarios de la Sedesol depende de 60 mil voluntarias en casi 5 mil comedores instalados en el País. Las cocineras sólo reciben el beneficio de que sus familias puedan entrar a los comedores.
Ninguna de las ocho voluntarias en San Francisco Putla está inscrita a un programa social; sólo alguna vez recibieron una tarjeta de apoyo del gobierno estatal, pero sin acceso a salario o programas batallan para mantener a sus hijos en la escuela.
Las mujeres -la mayoría parte de una misma familia- llevan año y medio trabajando de las 05:30 a las 18:00 horas, preparando y sirviendo comida para 75 personas al día. Cuando hay mucha gente, sacrifican su comida para darla a alguien más. Subsisten con el ingreso de sus maridos, que se dedican al campo.
"Aunque sea que nos den el Oportunidades para las que tenemos hijos chiquitos o en prepa, aunque preferimos el apoyo económico, así sea el sueldo más bajo que se pueda dar", demanda Sandra, mientras revisa el atole que se va a servir.
"Por eso otras mujeres no se animan a venir de voluntarias: sus maridos no las dejan porque no pagan". Las cocineras también quieren reclamar que el comedor no cuenta con baño y que, para abastecer de gas, dependen de los cinco pesos que pagan los beneficiarios para comer en el lugar.
"Cómo apoyarlas es un tema que revisamos con ellas. Muchas de las voluntarias son beneficiarias, parte del beneficio es que sus hijos atiendan a los comedores. Vamos a revisar con ellas para ver qué apoyos seguir construyendo", explica el secretario José Antonio Meade al ser cuestionado por “Reforma” sobre el tema.
Después de todas las porras que personal de la delegación estatal les indica hacer para "Pepe", "Mundo", "Eruviel" y "Enrique", las mujeres no se animan a solicitar el apoyo. En cambio, reciben un mensaje navideño del funcionario, con quien posan para la foto.
Fuente: Reforma, La Jornada
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