“Andrea Legarreta y Raúl Araiza nos han hecho el gran favor de transparentar el enorme fraude de los medios de comunicación electrónicos en México. (…).”
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Martes 2 de febrero de 2016
Andrea Legarreta y Raúl Araiza nos han hecho el gran favor de transparentar el enorme fraude de los medios de comunicación electrónicos en México. Todos los días individuos sin talento, carisma, capacidad o conocimiento nos informan sobre el acontecer nacional desde las cámaras y los micrófonos de Televisa, Tv Azteca, MVS, Radio Fórmula y otros consorcios mediáticos. Muchos ya lo sabíamos, pero ahora queda perfectamente claro que estos conductores en realidad no conducen nada, sino que son simples voceros del poder.
Después de mentir a la audiencia de Televisa sobre la supuesta falta de impacto de la devaluación del peso en la economía popular, Legarreta aclaró vía Twitter que “en un programa de televisión los contenidos, menciones y secciones no los escribimos los conductores”. La periodista también señaló que ella y Araiza “sólo somos el medio para hacerle llegar al público lo que esos anunciantes quieren compartir”.
En otras palabras, gran parte del periodismo mexicano ha perdido toda capacidad de reflexión o análisis propio. Los informadores que vemos en la pantalla y escuchamos en la radio no son más que autómatas que se dedican a repetir como pericos un guión escrito por los políticos corruptos y los oligarcas saqueadores. Estos grupos de poder saben perfectamente bien que si los medios electrónicos se pusieran al servicio de la verdad y de los intereses generales, el pueblo se levantaría y expulsaría inmediatamente a los parásitos del poder. Carmen Aristegui perdió su empleo en MVS el año pasado precisamente porque se había atrevido a seguir los dictados del profesionalismo periodístico en la conducción de su programa radiofónico.
En lugar de aplicar exámenes punitivos a los dignos maestros de primaria y despedir a comunicadores independientes, haríamos bien en evaluar primero a los conductores de los programas de radio y televisión. ¿Carlos Loret de Mola aprobaría un examen sobre la historia de México? ¿Joaquín López Dóriga conoce los principios básicos de la economía? ¿Cuántos y cuáles libros ha leído Javier Alatorre en el último año? ¿Raúl Araiza tiene la capacidad de escribir un párrafo sin faltas de ortografía?
Los conductores que reprobaran el examen general de conocimientos diseñados por expertos en la materia tendrían que buscar otro empleo. Y los comunicadores que venden su palabra a los patrocinadores deberían ser separados inmediatamente de sus cargos. Todos los conductores tendrían que ser elegidos a partir de un riguroso proceso de selección y una amplia consulta a la sociedad. El espectro radioeléctrico pertenece a la nación y su utilización por empresas privadas debe estar sujeta a estrictos criterios de profesionalismo e independencia.
En general, el sector privado tendría que estar sujeto a los mismos estándares de transparencia y rendición de cuentas que el sector público, sobre todo cuando se trata de empresas que hacen uso de bienes públicos. ¿Quiénes y cuánto les pagaron a Legarreta y a Araiza para mentir a su audiencia? ¿Quiénes son los accionistas y cuáles son las relaciones políticas de la docena de empresas patito que fueron favorecidas con contratos millonarios durante la “ronda uno” de la privatización petrolera?
El diccionario de la Real Academia Española define la palabra fraude como acción contraria a la verdad y a la rectitud, que perjudica a la persona contra quien se comete. México hoy sufre no solamente bajo los efectos de los constantes fraudes electorales, sino también a causa del permanente fraude mediático que violenta todos los días la verdad, la ética y la rectitud.
En este contexto, las universidades públicas tendrían que fungir como contrapesos claves. Como instituciones diseñadas para fomentar la cultura y el análisis, son sedes ideales para articular el pensamiento y la crítica social tan necesarios para salvarnos del naufragio nacional. Y los medios de comunicación universitarios tienen la función esencial de poner en acción este pensamiento crítico para compensar por la desinformación estructural de los medios privados.
Es por ello que sorprende y decepciona tanto la decisión del flamante rector de la UNAM, Enrique Graue, de invitar a un locutor de Televisa, Nicolás Alvarado, como nuevo director de Tv UNAM. Tal nombramiento envía una terrible señal de desprecio y desconfianza hacia la comunidad universitaria de la máxima casa de estudios.
La buena noticia es que el tamaño del miedo del sistema autoritario a la pluralidad informativa es exactamente proporcional a la debilidad del control real que tiene sobre las mentes y las almas de los mexicanos. Ignorando, matando y encintando la boca de los mensajeros no reducirá el descontento, sino solamente lo aumentará en un crescendo cada vez más presente y contundente.
johnackerman.blogspot.com
Twitter: @JohnMAckerman
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