* Tal como hemos insistido desde hace años,
la transición democrática no fue tal, sino que ha sido solamente un
nuevo ropaje para las formas de control político de siempre
Martes 21 de junio de
2016
La creciente confluencia entre la lucha magisterial y el
nuevo partido ciudadano, Morena, promete ser la semilla de una irrupción
histórica con suficiente potencial para romper las cadenas de represión,
corrupción e impunidad que han caracterizado el sistema político mexicano desde
la creación del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 1946.
Tal como hemos insistido desde hace años, la transición
democrática no fue tal, sino que ha sido solamente un nuevo ropaje para
las formas de control político de siempre.
A pesar de las turbulencias causadas por las votaciones
masivas para la oposición durante las elecciones presidenciales de 1988 y 2006,
aquellas olas de descontento social no lograron desestabilizar el sistema de
institucionalidad autoritaria. La alternancia de 2000 tampoco
modificó los mecanismos de dominación. Lo ocurrido durante las últimas
elecciones en Veracruz, Quintana Roo y Oaxaca, con alternancias que entregan el
poder a tres de los representantes más fieles del viejo PRI –Miguel Ángel
Yunes, Carlos Joaquín y Alejandro Murat– confirma el agotamiento de la
esperanza de esta modalidad de cambio político.
Pero hoy nos encontramos inmersos en una nueva coyuntura
política.
La cerrazón del régimen ha llegado a extremos intolerables.
Durante la madrugada del domingo, 12 de junio, el gobierno represor de Enrique
Peña Nieto detuvo en la oscuridad y con lujo de violencia al máximo dirigente
sindical de la sección 22 de Oaxaca de la Coordinadora de Trabajadores de la
Educación (CNTE), Rubén Núñez Ginés. El primero fue apresado en la Ciudad de
México después de haber participado en una reunión del Consejo Político
Nacional de la CNTE.
Los familiares que lo acompañaban relatan que numerosos
agentes fuertemente armados vestidos de civil descendieron de una media decena
de camionetas blindadas para golpear y someter al maestro armado solamente con
su lápiz. Los agentes, que no mostraron identificaciones ni orden de aprensión
alguna, llevaron el profesor oaxaqueño al aeropuerto capitalino de donde fue
trasladado a un penal de máxima seguridad en Hermosillo, Sonora. Un operativo
similar había ocurrido unas horas antes en Juchitán, Oaxaca, para también
detener arbitrariamente al maestro zapoteco Francisco Villalobos, quien funge
como secretario de organización de la misma sección sindical.
En respuesta a estas detenciones se han movilizado
masivamente no solamente los maestros, sino el pueblo oaxaqueño en su conjunto.
En el Istmo, en Salina Cruz, Juchitán y Tehuantepec, los pueblos indígenas del
sur se han levantado contra el gobierno despótico, cerrando vialidades y
replegando a policías y soldados. Exigen la libertad inmediata de los maestros
presos (suman ya 13 integrantes de la sección 22 ahora en la cárcel), así como
la suspensión de la reforma educativa, cuyo único fin es despedir a los
maestros más críticos y experimentados.
De manera complementaria, el pasado viernes la sociedad
civil capitalina también salió masivamente a las calles en una marcha
histórica, absolutamente pacífica, en solidaridad con el magisterio nacional.
La respuesta de Miguel Ángel Mancera y Patricia Mercado fue mandar miles de
policías antimotines para cerrar el paso e intimidar a los casi 20 mil
ciudadanos manifestantes, en abierta violación a la Constitución.
En contraste, Andrés Manuel López Obrador se ha comprometido
públicamente y de manera irrestricta con la causa de los maestros. En su
asamblea informativa el mismo día de la detención de Núñez, recordó a los
asistentes que desde su inicio Morena se ha definido como un partido en
movimiento, o un movimiento-partido, cuyo objetivo principal no sería ganar
elecciones sino transformar el país. López Obrador señaló que frente a las
acciones de corte fascista del grupo de rufianes que
malgobiernan el país, había nombrado una comisión especial para apoyar con la
liberación de los presos políticos y que llamaba a una gran movilización
nacional en apoyo al magisterio este domingo, 26 de junio en la Ciudad de
México.
Todos los ciudadanos preocupados por el país,
independientemente de sus orientaciones ideológicas, deberían sumarse a esta
importante convocatoria.
El sexenio de Peña Nieto está resultando ser una anomalía
histórica. Típicamente los sexenios siguen un ciclo de vida más o menos
predecible. Durante los primeros dos años el presidente afianza su poder y
lanza grandes iniciativas. Durante el segundo tercio se deja asentado el legado
histórico. Y durante los últimos dos años se acomodan las fuerzas internas y se
signan pactos de impunidad con la que sería la nueva camarilla de poder.
Pero el actual ocupante de Los Pinos jamás pudo afianzar su
poder durante los primeros dos años y sus grandes iniciativas han
resultado ser fracasos monumentales. Asimismo, la irrupción de Ayotzinapa
estropeó su legado histórico durante el segundo tercio de su mandato.
Y ahora la enorme torpeza, ineptitud y división entre los operadores políticos
del régimen (Beltrones, Nuño, Videgaray y Chong) ha abierto de par en par la
puerta para una histórica renovación política en 2018 que rompa por la primera
vez en la historia reciente con el tradicional pacto de impunidad sucesoria.
Twitter: @JohnMAckerman
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