Foto Patricia Castellanos/Obturador MX |
Por Rogelio Hernández López*
Lunes 27 de junio de 2016
Como saben los colegas que me conocen, esta columna es para periodistas, no la redacto para políticos. Ahora reitero una propuesta del manejo en prensa de dos categorías conceptuales para identificar por su nombre al fenómeno de las movilizaciones sociales que parecen multiplicarse y a los políticos que debieran atenderlas.
A estas movilizaciones sociales hay que llamarlas insurrecciones; y a los mandones del Estado, de todos los partidos, impolíticos; porque sus prácticas de gobierno propician acumulación de inconformidades, enojo social creciente, insurgencias masivas. Eso es la antipolítica. Si hubiera políticos de a de veras no habría insurrecciones sociales, que en 2016 ya adquieren expresiones violentas ante cualquier provocación.
Las insurrecciones van al alza
Por si mis colegas no lo tuvieran claro, les refiero las notas de primera plana en diarios impresos del jueves 23 de junio; un sólo día se pudo corroborar la desbordante efervescencia social contra decisiones y acciones de políticos en puesto de mando. Reforma hizo un resumen extraordinario:
“A los conflictos con los maestros, los reclamos de ciudadanos y empresarios por la Ley 3de3 y de los católicos por la reforma que permitiría el matrimonio igualitario y en contra del aborto se sumaron ayer nuevas protestas. Médicos salieron a las calles en 29 estados para protestar por nuevas normas que, consideran, les afectarán. En tanto, ciudadanos de Chihuahua y Quintana Roo se manifestaron contra la impunidad de Gobernadores salientes. En Ciudad Juárez, a su vez, vendedores de autos usados procedentes de EU bloquearon el puente internacional Zaragoza-Ysleta en protesta por las restricciones para la importación de estos vehículos. En la frontera sur, integrantes de la CNTE mantuvieron cerrada la carretera costera que comunica a Chiapas con Guatemala”. (Reforma)
La mayoría de estas noticias fueron también registradas por todos los diarios capitalinos de información general. Unos más, otros menos pero reflejaron de la nueva movilización de médicos y enfermeras; de los 6 mil profesores de Nuevo León que poco aparecían en los linderos de la CNTE; de las aristas violentas al palacio de gobierno en Chihuahua, de la irrupción masiva en el Congreso de Quintana Roo; de los bloqueos en el Istmo por noveno día consecutivo que ya no solo hacían maestros sino otro tipo de ciudadanos inconformes;
Todo eso en un sólo día. Y las insurgencias seguirán creciendo en partes donde no se registraban y en cuantía de personas a menos que actúen los políticos en mando.
CRECIMIENTO
Desde noviembre de 2014 ya se advertía este ciclo insurreccional cívico por la antipolítica. Algunas noticias de esos días muestran el crecimiento del fenómeno:
“La concentración convocada por el nuevo partido Morena desbordó la plancha central del Zócalo de la ciudad de México, el domingo 26 de octubre (unas 220 mil personas)
“Las manifestaciones concertadas por la exigencia de que aparecieran vivos 43 estudiantes de Ayotzinapa, el 22 de octubre, fue en 50 ciudades de México y del mundo.
“El movimiento estudiantil en el Instituto Politécnico Nacional (IPN) que nació por inconformidad por un plan de estudios, se tornó en indignación tumultuaria, su mayor expresión masiva fue el 30 de septiembre;
“Son evocables también, en esta lógica, las cuatro grandes manifestaciones del movimiento estudiantil #yosoy132 que surgió el 1 de mayo de 2012, durante la visita de Enrique Peña Nieto como candidato a la Universidad Iberoamericana”.
Y así…
Entonces podía sostenerse que eran insurrecciones todavía, cívicas por pacíficas. Pero el nuevo ingrediente en 2016 es que a la menor provocación se desata la violencia
Y NO HAY POLÍTICOS
Ahora podemos repetir que las movilizaciones no aparecen espontáneamente ni solamente por decisión de un centro de poder contra otro. Decir eso sería banalizar. Para que ocurran tienen que converger inconformidades y búsquedas comunes entre muchas personas, decenas, centenas, miles. Son movimientos sociales de inconformidad y con demostración pública en manifestaciones callejeras masivas (acción de un nivel más alto de conciencia social que la palabra irritada). Y cuando conjuntan a cientos de miles deberían ser preocupación sistemática de los políticos, pero…
Las movilizaciones callejeras significan insubordinaciones masivas, contra expresiones del régimen y malas prácticas de gobierno de políticos. Los movimientos sociales registran periodos de efervescencia y reflujos pero siempre se originan en el mismo sentido de plantear conflicto, tensión y ruptura con el Estado.
En ese sentido son insurreccionales. “…representan la existencia de una tensión en la sociedad, la individuación de un cambio, la observación del paso de un estadio de integración a otro, a través de las transformaciones sean como fueren inducidas o por los comportamientos colectivos”.
(Diccionario de Política. Bobio, Matteucci y Giafranco. 7a edición. Siglo XXI editores)
Otro clásico en el análisis de los comportamientos sociales de los Estados occidentales, Bernard Crick confirmó, hace ya varias décadas, que estos periodos sociales ocurren por la falta de verdaderos mecanismos políticos y de personas en el poder que (por ignorancia o fatuidad tienen malas prácticas) ensuciando y mancillando el nombre de la política por sus ambiciones y deseos.
Los políticos deben entender y aplicar las formas de conciliar y equilibrar intereses necesariamente divergentes en un país plural, heterogéneo. Pero en estos cuatro años no aparecieron los políticos capaces de saber bien esto. Veamos un ejemplo que puso Raymundo Riva Palacio ese mismo jueves 23 de junio en su columna de El Financiero al analizar las implicaciones del inicio del diálogo en la Segob con la CNTE:
“El presidente Enrique Peña Nieto tuvo un miércoles afortunado al iniciar un proceso de restauración de los daños ocasionados por su gobierno en las últimas semanas. Omisiones, ocurrencias y complacencias de él para y con su primer equipo, lo colocó en una situación extrema. Para que se entienda de una manera gráfica, esa suma llevó a tener a todos los grupos de interés, los económicos (empresarios), los políticos, la izquierda social, los maestros y los curas, en las calles. ¿Cómo fue que individuos y organizaciones muchas veces antagónicas se unieron en su contra? Esto se llama pérdida de consenso para gobernar, y cuando esto sucede una nación se vuelve ingobernable”.
Faltan políticos que sepan hacer política.
* Reportero desde 1977. Especializado en investigación en Excélsior, El Universal, Milenio y otros. Dos veces Premio Nacional por el Club de Periodistas. Autor de los libros Zócalo Rojo, Zorrilla y Sólo para periodistas. Profesor invitado en varias universidades. En 2013 y 2015 el Colegio de Sinaloa le concedió la Cátedra de Periodismo y Comunicación “Pablo de Villavicencio”. Miembro fundador del Consejo Consultivo del Mecanismo de Protección a Personas Defensoras de los Derechos Humanos y Periodistas de la Segob (2010-2014). Director fundador de Casa de los Derechos de Periodistas, A.C. Consultor en temas de protección, leyes y políticas públicas sobre el periodismo en la asociación periodistastrespuntocero. Consejero editorial de la revista Zócalo y del Sistema Informativo Vía Libre. Su columna para periodistas, Miradas de Reportero, se publica en medios impresos y digitales de 14 entidades del país. Es autodidacta. Email: rogeliohl111@gmail.com
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