* Desde 2007 se iniciaron los procesos de experimentación
que tomaban como fundamento el trabajo sobre su adaptación en la conservación
de alimentos
Foto FESC
La doctora María de la Luz Zambrano Zaragoza, responsable
del Laboratorio de Transformación y Tecnologías Emergentes en Alimentos e
Investigación de la Facultad de Estudios Superiores (FESC) Cuautitlán, trabaja
desde hace varios años en la búsqueda de recubrimientos comestibles a base de
dispersiones nanométricas cargadas con ingredientes funcionales y su uso para
incrementar la vida de alimentos.
La fruta fresca, cortada, desinfectada y lista para el
consumo es uno de los productos más buscados por las sociedades actuales que
piden un alimento sano, natural y listo para consumir. Estas características
las posee la fruta; sin embargo, tienen prácticamente una vida nula en anaquel,
por lo que no es posible que la industria de alimentos las comercialice. Tanto
la necesidad del consumidor como de la industria son el motivo del proyecto.
Desde 2007 se iniciaron los procesos de experimentación que
tomaban como fundamento el trabajo sobre adaptación de talla nanométrica en
conservación de alimentos, realizados en conjunto con el grupo de investigación
de Farmacia del doctor David Quintanar Guerrero, académico de esta Facultad, y
del doctor Edmundo Mateo Mercado Silva, catedrático de la Facultad de Química
de la Universidad Autónoma de Querétaro.
Uno de los principales retos del proyecto fue apegarse a los
lineamientos de la Food and Drug Administration (FDA) y la Comisión Federal
para la Protección de Riesgos Sanitarios (COFEPRIS), dependencias que
establecen qué activos e ingredientes pueden o no ser utilizados para el área
de alimentos y que ponen especial atención en los niveles de seguridad y
toxicidad. Dado lo anterior, en 2009 se realizaron los primeros ensayos de
nanocápsulas con activos lipofílicos aplicados a superficies de frutos frescos
cortados, esto con el objetivo de medir la funcionalidad en la conservación de
la vida útil de esos alimentos.
En contexto, un compuesto lipofílico se refiere a los
aceites esenciales de carácter lipídico no solubles en agua como la vitamina E,
betacaroteno, vitamina B u Omega 3. La dificultad del proceso radica en que no
interactúan fácilmente con la superficie del alimento, por lo que tienden a
separarse. La función de las nanopartículas, por tanto, ayudan a integrarlos en
un solo sistema, permitiendo que sean más afines a las membranas y paredes de
los frutos y vegetales.
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Estas nanocápsulas son preparadas por medio de un polímero
pared (poliepsilon caprolactona), polímero biodegradable que se transforma en
ácido láctico, por lo que no representa ningún efecto nocivo para la salud.
Adicionalmente, permite que la pared o reservorio contenga poros micrométricos
que dejan salir gradualmente la sustancia lipofílica, permitiendo así el efecto
conservador y logrando un periodo de almacenamiento refrigerado mucho más
prolongado.
El contenido lipofídico de las cápsulas es el que ejerce el
efecto conservador en la superficie (pared en caso de fruto; membrana en
productos de origen animal), inhibiendo las reacciones que lo hacen perder su
calidad nutrimental.
Frutos frescos cortados:
experimentación
El primer objeto de experimentación fue la manzana, fruto
muy popular entre los consumidores, resistente bajo muchas circunstancias, pero
que se oxida rápidamente dándole un aspecto poco apetecible y convirtiéndolo en
no consumible. A partir del recubrimiento comestible a base de dispersiones
nanométricas cargadas con ingredientes funcionales se logró detener el proceso
de oxidación y deshidratación hasta por 21 días a 4° C.
Sin embargo, no todos los frutos poseen la misma respuesta
de resistencia debido a sus características, ejemplo de ello los frutos de
mayor contenido de agua como el melón. En este rubro, el primer reto con un
tejido que posee más cantidad de agua es que éste drena casi inmediatamente su
contenido, lo que ocasiona la deshidratación. Para contrarrestarlo, se tuvieron
que adecuar las cinéticas de liberación de las sustancias lipofílicas en
función del tiempo, para evitar lo más posible la deshidratación y la
oxidación. A raíz de ello se pudo experimentar con otros frutos de
características similares, como la sandía, el kiwi y la guayaba.
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Preocupados por la obesidad, un problema de salud pública,
se inició una nueva etapa en la experimentación, que consiste en la incursión
de recubrimientos comestibles a base de dispersiones nanométricas cargadas con
ingredientes como inulina. Esto ayudará en la activación del páncreas para
reducir azúcares en el torrente sanguíneo y otras propiedades funcionales como
agentes antimicrobianos mediante agentes oleicos de romero, lima y limón.
Al hacer uso de tallas nanométricas no se interfiere con el
sabor natural del producto, además, tienen una dimensión de entre 250 y 500 nm.
Debido a estas dimensiones, se tiene seguridad de la no toxicidad o la no
penetración en el torrente sanguíneo, evitando de este modo que ingresen a
otros sistemas.
El porvenir de la
investigación
Esta investigación, que ha obtenido su patente
recientemente, está enfocada en frutos y vegetales, aunque se está por
implementar la misma tecnología en tejidos animales. El objeto de estudio en
esta nueva etapa es la Trucha Arcoíris, seleccionada por ser de producción
regional y por tener potencial de ser un producto exportable a través de las
granjas de truchas ubicadas, principalmente, en el Estado de México (Toluca,
Huixquilucan). Gracias a los betacarotenos nanoencapsulados se busca la
conservación del filete de pescado.
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