* El que llevó
la psicodelia a uno de los recintos más emblemáticos de la ciudad * Pink Floyd
para muchos se ha vuelto el soundtrack de nuestras vidas
Roger y Lucía.
Por Lucía Villa
Velásquez
Domingo 2 de
octubre de 2016, México D.F.
Mi primer
acercamiento con la música de Pink Floyd fue con aquella maravillosa pieza
audiovisual llamada The Wall, teniendo tan sólo unos 10 años. Recuerdo la
imagen de mi padre sentado en el sillón contemplando aquel filme. Esas pocas
imágenes que vi sin que él se percatará de mi presencia hicieron que el nombre
de Pink Floyd y The Wall se quedarán registrados en mi mente desde entonces.
Pero fue hasta
la preparatoria cuando gracias a un querido amigo que me regaló un disco con
sus bandas preferidas de rock que hizo que me enamorará de la música de Pink
Floyd, de aquellas atmósferas más oscuras, psicodélicas, de esas que cierras
los ojos y te imaginas paisajes inexistentes, lugares lejanos que le generan
paz y armonía a tu ser. Canciones de la época posterior a la era con Syd Barrett,
provenientes de discos como “Animals” y “Dark side of the moon”, mis noches de
desvelo estudiando las musicalizó siempre ese maravilloso regalo.
La época de Pink
Floyd con Syd Barrett la conocí durante
mi estancia en la universidad, gracias a un extraordinario documental de rock
que transmitía VH1: “Seven ages of Rock”.
El capítulo que
narraba parte de la historia de Pink Floyd y otra de las mentes maestras detrás
de esta, Roger Waters, se titulaba: “Rock de estadio”, haciendo referencia a
aquellos conciertos masivos que marcaron un antes y un después en la forma de
escuchar y de vivir un concierto.
El exponente más
grande que mencionaba el documental era Pink Floyd. El show con el que cambió
la forma de vivir un concierto fue “The Wall”, aquel documental acompañado de
las imágenes en directo del montaje en donde se iba construyendo un muro en la
primera mitad del concierto para ser destruido al final del recital me impresionó
y me dejó pensando lo afortunadas que habían sido las personas que estuvieron
presentes por que aquello jamás habría de repetirse.
El primer acercamiento. Foto Lucía Villa
Y lo que nunca
pensé que pasaría, ocurrió en el 2010 en el Palacio de los Deportes y en el
2014 en el Foro Sol: Roger Waters ¡presentó “The Wall” en mi país! una gira
mundial remontando aquel show que protestaba contra aquel público que sólo
gritaba y no ponía atención a su música, lo cual puede parecernos ahora
bastante irónico.
Y ahora 4 años
después de aquel éxtasis musical y visual, Rogelio Aguas (como le dicen de
cariño en mi país). Regresó para dar tres conciertos en la Ciudad de México, dos en el Foro Sol
y uno gratuito en el Zócalo Capitalino. La expectativa era grande, pero nadie
imaginaba que pudiera superar aquella hazaña lograda con “The Wall”, muchos
pensamos que el propio Roger estaría en aprietos al tratar de ofrecer algo más
o al menos igual de impactante de lo que ya nos había mostrado anteriormente. Su as bajo la manga: prometer llevarnos por un
viaje musical que repasaría los discos de “Dark side of the moon”, “Animals”,
“Wish you were here” y “The Wall” tocando las canciones más emblemáticas de
cada uno. El público mexicano respondió entonces, con un sí definitivo,
agotando todas las entradas en cuestión de horas.
Tan pronto se
hizo el anuncio yo recibí el mejor regalo de cumpleaños, mi entrada al
concierto del 28 de septiembre gracias a una queridísima amiga.
Y cuando crees que es el regalo perfecto, surge la
oportunidad de conocer a Roger Waters, decirle unas cuantas palabras y obtener
una valiosísima firma y foto…
Un mensaje de una
amiga que no había visto en más de 12 años diciéndome que podría conocer a
Roger Waters generó para mí una racha de buena suerte que se ha mantenido hasta
estos días. Afortunada fui en enterarme donde se hospedaba y gracias a la buena
actitud y disposición de Roger en atender al menos a 100 fans por día durante
su estancia en el país, hizo que pudiera conocerlo, demostrarle con mi
nerviosismo y alegría lo mucho que significaba para mi aquel extraordinario
evento.
La psicodelia al Zócalo. Foto Lucía Villa
Jóvenes en su
mayoría nos encontrábamos esperándolo con ansias. Para mí fue como una tarea
que debía cumplir en honor a mis padres, en llevar aquellos discos que oyeron
de jóvenes para que Roger los firmará y poder regresar a casa y decirles
“misión cumplida” porque ahora somos nosotros los que nos aventuramos a hacer
esas locuras que alguna vez hicieron ellos de jóvenes.
Desde ese
momento me quedó claro lo grande que es, la sencillez con la que se muestra y
lo imponente que a la vez resulta ante los ojos de sus fans.
Complaciente es
otra palabra que lo describe muy bien y lo fue en los tres conciertos que
ofreció. Lo vivido el 28 de septiembre en el Foro Sol dejó al descubierto esa
complacencia a la que me refiero, un setlist
que entusiasmaba a los fans más empedernidos, a los conocedores.
Y aunque parecía
difícil que pudiera mostrar un show más impactante, volvió a dejarnos atónitos.
Con un escenario acompañado a su alrededor de enormes pantallas que proyectaban
imágenes cargadas de significado, de psicodelia, de símbolos y de protesta
social. Generó universos llenos de
estrellas, viajes sonoros y visuales, que daban paso a emotivos momentos como
lo fue “Wish you were here” que me hacía recordar a mi padre y le cantaba hacia
el cielo o cuando “Dogs” se escuchaba exquisitamente gracias al maravilloso audio
que había en el recinto.
A las 20:00 horas el cantante británico arrancó su concierto en la Plaza de la Constitución. Foto de Reforma/Diego Gallegos
A veces era
necesario cerrar los ojos y dejarse llevar por la música para crear uno sus
propios paisajes, sobre todo cuando se escuchaban aquellos imponentes solos de
guitarra en “Shine on you crazy diamond”, en aquel solo de saxofón en “Us and
them” o en los cantos angelicales y a la vez desatados procedentes de las
bellas coristas, gemelas de pelucas güeras que generaban ovación en el público
en “The great gig in the sky”.
Momentos
hipnotizantes hubo muchos, uno de ellos el pequeño homenaje que le hizo Roger a
su querido compañero, aquel “crazy diamond” Syd Barrett. Barrett apareció en la pantalla por unos
cuantos segundos en “Set the controls for the heart of the sun” en medio de
colores psicodélicos. Leía una reseña de un locutor de radio conocido como “El
patas” que describió acertadamente aquello como un verdadero viaje ácido. Relojes volando
armónicamente como si se tratara de una coreografía sobresalían en las
pantallas mientras sonaba “Time”. “Money” fue una de las más ovacionadas.
Destacaban
imágenes que hacían alusión al racismo en “Fearless” y en otras canciones hacia
visible lo cruel y lo absurdo de la guerra. Una de las que más me impactó: un
niño negro totalmente indefenso frente a un tanque de guerra.
Sin palabras.
De Pronto el
escenario se transformó en La Battersea
Power Station aquella central
termoeléctrica de Battersea, Londres. Los visuales hacían referencia en muchas ocasiones a los problemas de
nuestro país, mandaban un mensaje a la clase gobernante y más específico a
Enrique Peña Nieto; visuales que hacen burla a nuestro enemigo Donald Trump y
el mítico Algie hacia aparición con mensajes
tatuados que nos recuerdan que “FUE EL ESTADO”, que “43 NOS FALTAN Y MILES MÁS”
que “VIVOS LOS QUEREMOS”. Euforia en su totalidad se vivía y un contundente
mensaje que decía “TRUMP ERES UN PENDEJO” se ganó la simpatía de todos los
asistentes que chiflaban y celebraban aquel mensaje.
El mensaje.
Y la cereza en
el pastel “Another brick in the Wall” acompañada de luces que prendían y
apagaban los asistentes con sus encendedores crearon la atmosfera perfecta. un
RENUNCIA YA que se hace presente en medio de “Mother” muestran el apoyo que
Waters nos brinda sin temor.
Y que decir del
momento que más revueltos ha ocasionado, que ha sido la nota principal de todas
las reseñas del concierto en las redes sociales: “Roger Waters hace un llamado
al presidente Enrique Peña Nieto a que escuché a su pueblo y a que rinda
cuentas de las muertes y desapariciones que han ocurrido durante su mandato”.
Waters le mandaba un mensaje en español a nuestro presidente y le dejaba bien
claro que los ojos del mundo lo están observando y que estamos listos para un
cambio.
En medio de
aquellas palabras la gente en un acto totalmente espontáneo interrumpíamos a
Waters para gritarle ¡asesino! ¡asesino! a Peña. De pronto era una sola voz la
que se oía, aquello fue simplemente impresionante. Fue un momento conmovedor oír
a tanta gente gritar con tanta rabia, por un momento todos dejamos de ser tan
apáticos con los problemas de nuestro país, por un momento parecía que podíamos
y generar un cambio significativo. Me pareció una muestra de apoyo significativa
porque saca a relucir que la sociedad del mundo entero esta enterado de lo que realmente
esta ocurriendo en este país, que la popularidad de nuestro presidente es igual
de baja aquí y en todas partes, está manifestando el sentir del pueblo y ese
apoyo siempre se agradecerá.
Mi acto
preferido de la noche además de esas palabras de apoyo fue aquel prisma que se
formó con luces sobre el escenario y que se iba extendiendo hacia el público. Fue alucinante, solo podía pensar que aquello
era irreal, que una vez más Roger Waters había creado un espectáculo de una
calidad inigualable, que sabía sacarle provecho a la tecnología, que está
rodeado de gente igual de “fregona” que él. Una amiga solo pudo describirme
aquel momento como un juego de luces que se iban perdiendo en el horizonte, que
parecían estrellas fugaces.
Foto de Reforma
Y si bien podría
haber terminado el concierto en eso momento y ser el cierre perfecto, llega para cerrar con broche de oro
“Comfortably numb” y es ahí donde uno
sabe que puede morir en paz, todos cantamos gritamos y nos emocionamos, muchos
cerramos los ojos y bailamos al ritmo del solo de guitarras y al final aquellas
manos negras que aparecían en pantalla y que trataban de estrecharse desde el
inicio del concierto por fin lo hacen al finalizar la canción y aquel muro que
les impedía unirse se ha quebrado y esas manos se llenan de colores, hay paz y
esperanza contenida en esa imagen; un poco de pirotecnia vuelve épico el
momento y es así como concluye el concierto que deja a más de uno atónito y que
sabe que no puede haber mejor final que ese, que se sabe afortunado de haber
podido vivir esa experiencia y que a pesar de que va a ocurrir lo mismo en los
siguientes conciertos este es especial por que nadie sabía lo que estaba por suceder.
Fue un viajezote
emocional, lleno de remembranzas importantes de nuestras vidas, porque Pink
Floyd para muchos se ha vuelto el soundtrack de ellas.
Y
por que no, volví a revivir este maravilloso concierto en el Zócalo, el sábado 1 de
octubre, esta vez junto a amigos y mi hermana. La capacidad de asombro no se
pierde al volver a revivir la experiencia y menos cuando estas rodeada por más
de 200,000 almas. En la plancha del zócalo el grito de “¡Fuera Peña!” y “¡Asesino!”
fue ensordecedor, mientras Roger señala el Palacio Nacional, se podían apreciar
desde un cuarto de hotel gente con mantas que decían: “Renuncia ya”.
Para mi, fue una
experiencia un tanto diferente y menos cargada de emociones ya que sabía lo que
ocurriría, pero podías ver en aquellos que no habían estado en los conciertos anteriores,
estallar de la misma forma, emociones encontradas, el audio que se dispersaba por
toda la plaza era de igual forma ensordecedor, lo cual era más imponente que en
el foro sol. Roger se notaba muy
emocionado e impresionado, fue un magnífico concierto.
Me robó una
sonrisa ver a dos pequeñas niñas que cargadas por sus familiares gritaban y se
decían una a la otra que estaban a punto de llorar de la felicidad.
Foto de Facebook/Ana Lilia Klemp
El concierto del
zócalo será recordado por la mayoría de todos los mexicanos como el mejor
concierto de los tres que ofreció. Por ser el día que Roger Waters creó el caos
en el centro histórico, que reunió a diferentes generaciones, a gente que venía
de diferentes partes del país, el día que
incomodó a la clase política, que señaló al presidente y le pidió rendir
cuentas por los más de 28 mil desaparecidos frente a Palacio Nacional, frente a
cientos de miles de personas que gritaban y apoyaban el estar listos para un
cambio, el día que llevó la psicodelia a uno de los recintos más emblemáticos
de la ciudad , que dejó claro por qué Pink Floyd es una leyenda, por que es un
referente en el rock y en reinventar los shows por medio de su teatralidad, su
calidad musical y visual.
Mis días con
Roger Waters terminaron pero quedan en mi memoria, en la memoria colectiva,
solo resta agradecerle por tanto, por demostrarle a su público mexicano el
cariño y respeto que tiene con nosotros y que es mutuo, no puedo sentir más que
admiración por él, espero con ansias su regreso que aseguró, ocurrirá más
pronto de lo que imaginamos.
Publicado el 4 de octubre de 2016 (NdeR).
Publicar un comentario Blogger Facebook