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* Este día visibiliza al sistema patriarcal que genera y refuerza la explotación y sumisión de las mujeres, por lo que la lucha sobre estos temas sigue vigente, sostienen

Gráfico de Red TDT.

Redacción | domingo 12 de marzo de 2017

Ciudad de México.- La Red Todos los Derechos para Todas y Todos, en su boletín semanal, emitió el siguiente Posicionamiento publicado en su medio el 8 de Marzo Día Internacional de la Mujer. El siguiente es el texto íntegro:

Hace 108 años se realizó el primer día nacional de las mujeres, pero es a partir de 1975 que Naciones Unidas reconoce el 8 de Marzo como el día internacional de las mujeres. Dicho reconocimiento se ha dado a lo largo del tiempo bajo una serie de luchas constantes de mujeres de diversos países, por tener los mismos derechos que los hombres como el acceso al voto, al trabajo, a ocupar cargos públicos, a la educación, a la no discriminación y a una vida libre de violencia. Este día visibiliza al sistema patriarcal que genera y refuerza la explotación y sumisión de las mujeres, por lo que la lucha sobre estos temas sigue vigente.

Los derechos de las mujeres forman parte fundamental de los derechos humanos. Estos derechos se han conquistado con la lucha histórica de las mujeres y del feminismo. Precisamente el 8 de marzo ha sido una fecha que conmemora las luchas de las mujeres trabajadoras y este 2017 adquiere una relevancia mayor por el llamado al Paro Internacional de Mujeres, para enfrentar la ola misógina, discriminatoria, xenófoba y racista que existe a nivel internacional. Reivindicar hoy más que nunca el derecho a una vida libre de violencia, de opresión y explotación de las mujeres, nos permite construir una sociedad donde los derechos sean verdaderamente para todas y todos. La indignación ante la violencia feminicida, la desaparición de niñas y jóvenes, la trata y explotación sexual y laboral, han puesto en pie a millones de mujeres en todo el mundo y nuestras organizaciones defensoras de derechos humanos vamos en el mismo sentido de ésta lucha.

En México las mujeres enfrentan cotidianamente problemáticas como el hostigamiento y el abuso sexual en el empleo, los despidos por embarazo, la segregación y la violencia laboral.

En México actualmente hay casi 20 millones de mujeres que trabajan y un número considerable de ellas no reciben remuneración por su labor; entre profesionistas, los hombres ganan más que las mujeres; entre funcionarios y administradores, ocurre lo mismo y en el comercio los varones se benefician de ingresos bastante superiores a los percibidos por las mujeres.

Es importante señalar que cuando el número de mujeres ocupadas aumenta, las economías crecen incluso más rápido. En nuestro país 78 de cada cien hombres y 43 de cada cien mujeres participan en actividades económicas. A pesar del incremento durante las últimas décadas de la participación femenina en el trabajo remunerado, sigue estando muy por debajo debido a muchos factores como la discriminación en las prácticas de contratación, remuneración, movilidad y ascenso; las condiciones de trabajo inflexibles; la insuficiencia de servicios tales como guardería así como la distribución inadecuada de las tareas en el hogar, entre otros.

Ahora bien, si las humillantes condiciones de vida de la clase trabajadora en Mexico resultan escandalosas desde la perspectiva de los derechos humanos, aquellas vividas por las mujeres en el campo laboral lo son más aún, como lo muestran los datos anteriores. Y por si no fuera suficiente, enfrentan además de las condiciones que les obligan, el ser parte también de una planta productiva, la responsabilidad de la maternidad, educación, salud y alimentación de los hijos e hijas; la administración de la economía familiar; y la responsabilidad de erguirse como el pilar de la familia.

Las mujeres mexicanas enfrentan una doble paradoja social: La responsabilidad exclusiva de las tareas domésticas y el cuidado de los hijos; junto con un ambiente de discriminación, desigualdad y segregación en el trabajo.

En el mercado laboral se establecen las condiciones para preservar la división sexual del trabajo. A pesar de que existen convenios internacionales y disposiciones legales nacionales que garantizan la igualdad entre los sexos, en la práctica, estas reglamentaciones son letra muerta.

Esa discriminación de género, perpetuada a través de las relaciones sociales de poder, establece las condiciones para que las mujeres asuman sobrecargas de trabajo que afectan su salud y les resta tiempo para fortalecer su preparación y su liderazgo; lo que les dificulta el acceso a posiciones de poder; y conlleva a que se encuentren sometidas bajo las órdenes de sus jefes varones, quienes las consideran como objetos de los que pueden disponer en razón de su sexo.

Ante dicha problemática los gobiernos no pueden descartar la aplicación de políticas públicas a favor de la equidad.

Hace falta crear más instancias a favor de la equidad en el trabajo, además de impulsar una serie de acciones para avanzar en este tema como son: el establecimiento de instancias especializadas en la atención a la mujer trabajadora en todo el país; la generación de políticas públicas de equidad en el ámbito laboral, a fin de dar su justo valor a la contribución de las mujeres en términos económicos, culturales y políticos; la profundización e incorporación de la problemática de género en la Ley Federal del Trabajo para atender problema de hostigamiento sexual y despido por embarazo; la difusión de campañas de sensibilización y educación sobre la problemática humana y laboral de las mujeres trabajadoras; y la creación de las condiciones sociales y laborales para una más equitativa distribución de las tareas domésticas y el cuidado de los hijos e hijas. Solo así se podrá construir un país más democrático y justo, ya que ninguna política de combate a la pobreza o de desarrollo social será viable si persiste la discriminación y segregación contra el trabajo de la mujer.

Las mujeres seguimos siendo víctimas de diversos tipos de violencia invisibilizando y coartando el completo acceso y pleno ejercicio de nuestros derechos, a lo cual se suma la información oficial incompleta de la situación actual de las mujeres respecto a la violencia y los procesos nulos o erróneos para disminuir la brecha de la desigualdad de género.

Reclamamos al Estado el derecho a la libre decisión sobre nuestros cuerpos, que no se obligue a ninguna niña a la maternidad, el derecho a la igualdad ya que nos vemos obligadas a reproducir la explotación clasista y colonial cuando las tareas de cuidado no son vistas como una responsabilidad.

Denunciamos que el capital explota nuestras economías informales, precarias e intermitentes, que los estados nacionales y el mercado nos explotan cuando nos endeudan, que los estados criminalizan nuestros movimientos migratorios, que no se reconoce que las tareas domésticas y de cuidado son trabajo que no se remunera, que estas violencias económicas aumentan nuestra vulnerabilidad frente a la violencia machista, cuyo extremo más aberrante son los feminicidios, que sigue ejerciéndose la violencia institucional que amenaza y persigue a las que ejercen la prostitución.

Porque es posible otro mundo donde no se imponga la discriminación, el abuso, el acoso, la violencia verbal y machista, debemos reforzar la consciencia del respeto pleno a los derechos humanos de las mujeres hacia el conjunto de la sociedad y hacia el interior de las propias organizaciones defensoras de derechos humanos en éste 8 de marzo y en la práctica cotidiana.

Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos
“Todos los Derechos para Todas y Todos”

(conformada por 80 organizaciones en 21 estados de la República mexicana).
Información íntegra en http://bit.ly/2ndYyht



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