Por Rogelio Hernández López*
Lunes 16 de octubre de 2017
Dos mujeres periodistas, serias y acreditadas, punzaron donde nos duele a algunos periodistas al evaluar causas del asesinato del reportero gráfico Edgar Daniel Esqueda Castro aquel infausto 5 de octubre. Orquídea Cruz Coria de la revista Elite de San Luís Potosí y María Idalia Gómez de la revista Eje Central reprobaron la ineficacia de los instrumentos del Estado y también lo que algunos colegas hemos hecho mal, o simulado que hacemos, para evitar que nos maten a otros.
Ojalá esas y otras llamadas de atención logren disminuir, aunque sea un poco, esa sexta vulnerabilidad en que desempeñan su trabajo profesional cientos de colegas mexicanos como es la falta de unidad del gremio, especialmente con la causa de protegerse mutuamente. Desunión que, por los motivos que ellas señalan y por otros muchos se agigantó en San Luis Potosí, donde dos colegas peligran por amenazas y no tienen apoyo suficiente de sus pares: Everardo González Castanedo y Omar Niño.
Everardo
La mañana del 6 de octubre, decenas de periodistas potosinos protestaban ante el Palacio de gobierno por el asesinato de Edgar. Telefónicamente yo intercambiaba opiniones con el periodista Enrique Hernández Padrón cuando Everardo terció para recordarnos su caso:
-Ya pasó más de un año en que recibí amenazas –apuntó- y parece que nadie me tomó en serio. Fui a la Comisión Estatal de Derechos Humanos, abrieron un expediente… Fui a la comisión especial que tiene la Cámara de Diputados del estado, dijeron que procederían... Estuve en la Procuraduría General de Justicia, abrieron carpeta... Me acerqué al gobierno de la entidad porque hay una ley y un mecanismo de protección.... Tiene más de un año de eso y, alguno me dice “ya lo estamos viendo… Muchos colegas, en lugar de apoyar se burlan de mí caso.
Everardo ofreció enviar una sinopsis de su caso y yo hacer promociones, en tiempo libre de mi empleo actual, ante el mecanismo federal y en la Casa de los Derechos de Periodistas (CDP), donde ya no soy ejecutivo desde hace 3 años y medio.
Dos días después, Everardo escribió una columna con dedicatoria a las autoridades federales y estatales responsables de la protección a periodistas y anotó con justificado sentimiento de enojo y miedo:
“...considero que las autoridades no han hecho su labor, por una u otra causa los protocolos de protección no funcionaron, las denuncias del joven reportero (Edgar Daniel) no fueron escuchadas, sólo se les dio trámite burocrático, misma situación que me está pasando a mí.
“La pregunta es la siguiente: ¿Cuántos casos como el de Daniel Castro tendrán que suceder para que esa protección a periodistas funcione de manera real o efectiva?... “Sólo les pido un favor.....YA NO MIENTAN.
“...¿Quién sigue? ¿Acaso soy yo?... en caso de que me pase algo, le aviso a Juan Manuel Carreras (gobernador) y a sus trabajadores de la procuraduría lo siguiente: No tomo, no uso drogas, no tengo nexos con ningún grupo criminal”, cerró Everardo su artículo dos días antes de que un grupo delincuencial por medio de un ex policía, “filtrara” un video donde se hace decir a Edgar Daniel que recibía dinero de otro grupo de esos. Video, que varios medios difundieron ampliamente para victimizar nuevamente al asesinado.
Omar
Al reportero Omar Niño, le conocí en 2011 cuando un grupo de colegas solidarios me invitó a la entidad en mi calidad de director de la CDP. Omar regresaba a su puesto de corresponsal de Televisa luego de una larga temporada en receso por haber sufrido un secuestro e intento de asesinato de un grupo delincuencial. Entonces regresaba al periodismo sin un mínimo protocolo de autoprotección. Trabajamos en eso.
En el reciente mes de junio Omar resintió amenazas. Ubicó que habían comenzado desde que salió de la cárcel Ricardo Gallardo Cardona, exalcalde de Soledad de Graciano Sánchez. El político señalaba que varios trabajos del periodista fueron causantes de su cautiverio.
Al comenzar septiembre, Omar hizo denuncias públicas y apoyo de autoridades por amenazas. Pero ahora como años atrás, varios colegas potosinos, incluso ex amigos del reportero, se mofaron de él o muestran escepticismo. Sólo hasta que colegas de medios capitalinos mostraron su caso, actúo la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y logró que alguien de la entidad reaccionara, pero fue el alcalde Ricardo Gallardo Juárez, quien no es parte del mecanismo estatal de protección.
Los dos periodistas potosinos peligran. Un alto porcentaje de colegas asesinados sufrieron amenazas y no reaccionamos a tiempo quienes podíamos o quienes tenían que hacerlo. Eso lo intuyen bien Orquídea y María Idalia
Individualistas y simuladores
El 7 de octubre Orquídea recordó que entre 2013 y 2014, ella como muchos colegas sintieron “la necesidad de colegiarse, de protegerse detrás de una agrupación... –pero, seguramente embargada del enojo del asesinato del fotoreportero Edgar, recriminó-- “en realidad, cualquiera de las organizaciones existentes, solo son protagonistas, opinantes, divisorias, individualistas y lo más peligroso, traidoras de su propio gremio...”
Por su parte María Idalia Gómez reflexionó, en Eje Central el 12 de octubre a propósito del asesinato de Edgar Daniel, que se pudo haber evitado pero no hicieron lo suyo las instituciones que se han creado para la protección de personas defensoras de los derechos humanos y periodistas.
También agregó que es necesaria una profunda autocrítica porque “...también fallaron las organizaciones civiles y fallamos los periodistas, muy especialmente aquellos que han hecho de su bandera la libertad de expresión y se indignan públicamente, que escriben libros, hacen documentales y hasta ganan premios. Ninguno actuó, actuamos, a tiempo, con contundencia y profunda responsabilidad, en el ámbito que les tocaba, nos tocaba”.
Yo asumo mi parte y haré todo lo que esté a mi alcance para apoyar a Everardo y Omar
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Una apostilla personal para Orquídea y Jesús, que me acusan injustamente.
En 2014 me retiré como ejecutivo de la Casa de los Derechos de Periodistas. Entre otras cosas fue porque estaba acarreando a mi familia los riesgos inherentes a esa labor, también mis miedos y un alto déficit de recursos que hacían falta en mi casa. No podía más y dejé ese activismo, no hice otra organización, ni libros, ni documentales del tema; no gané premios y las veces que he ido a impartir talleres y cursos organizados por mis colegas ha sido gratuitamente. Regresé a mi planeta desde hace tres años y medio, es decir a hacer periodismo con quienes creen en mis capacidades y me tratan con respeto. Desde aquí, sigo buscando reducir la vulnerabilidad de mis colegas, incluida la falta de unidad. Por eso no me acercaré con quienes me tengan la mínima desconfianza y eso sea factor de desunión. Les mando otro abrazo sincero, como siempre. (rogeliohl@yahoo.com.mx).
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(*) Reportero desde 1977. Especializado en investigación en Excélsior, El Universal, Milenio y otros. Dos veces Premio Nacional por el Club de Periodistas. Autor de los libros Zócalo Rojo, Zorrilla y Sólo para periodistas. Profesor invitado en varias universidades. En 2013 y 2015 el Colegio de Sinaloa le concedió la Cátedra de Periodismo y Comunicación “Pablo de Villavicencio”. Miembro fundador del Consejo Consultivo del Mecanismo de Protección a Personas Defensoras de los Derechos Humanos y Periodistas de la Segob (2010-2014). Director fundador de Casa de los Derechos de Periodistas, A.C. Consultor en temas de protección, leyes y políticas públicas sobre el periodismo en la asociación periodistastrespuntocero. Consejero editorial de la revista Zócalo y del Sistema Informativo Vía Libre. Su columna para periodistas, Miradas de Reportero, se publica en medios impresos y digitales de 14 entidades del país. Es autodidacta. Email: rogeliohl111@gmail.com
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