* desInformémonos nos ofrece con motivo del doceavo aniversario de la represión que el Estado ejerció contra el pueblo de Atenco (3 y 4 de mayo de 2006), y a 17 años de iniciar su resistencia contra el Nuevo Aeropuerto este invaluable libro
Portada del libro La tierra no se vende. (desInformémonos). |
Red-Accion | Ecatepec, Méx., sábado 5 de mayo de 2018
Francisco López Bárcenas “empezó a ver y a asumir una responsabilidad ante los pueblos indígenas. A marchas forzadas tuvo que ir rehaciendo su forma de ver el mundo. ‘A la hora en la que la gente se involucra, la vida te cambia, y eso pasó con Francisco’, asegura el sacerdote Ricardo Robles, compañero del abogado en San Andrés (Larraínzar, Chiapas, 1996). Se transformó así en un traductor privilegiado de campos culturales distintos. En el centro de su elaboración se encuentra el tratar de darle a lo jurídico una visión indígena, en lugar de darle a lo indígena una visión jurídica.”.
“Lo notable del asunto es que Francisco construyó su marco teórico al margen de partidos políticos, de grupos religiosos y de organismos de derechos humanos”, agregó el escritor y periodista Luis Hernández Navarro en un texto biográfico aparecido en Pensamiento Crítico, y reproducido en parte al final de esta nota.
En la primera parte de la Presentación de "La tierra no se vende", se lee:
¡La tierra no se vende! ¡Se ama y se defiende! Es el grito que invariablemente se escucha en marchas callejeras, reuniones públicas y un sin fin de protestas campesinas, indígenas y populares en contra de las políticas y reformas privatizadoras del régimen, desde que en el año de 1992, se modificó la Constitución Federal para permitir que las tierras ejidales y comunales perdieran el carácter de inalienables, inembargables e imprescriptibles que le había otorgado la Constitución Política de 1917, emanada de la revolución mexicana, y entraran al mercado, igual que la propiedad privada, lo que en el fondo representó la ruptura del pacto social expresado de la Constitución reformada. A partir de entonces comenzó una ola de reformas legales institucionales y de cambios en las políticas públicas para que las tierras, sus bienes naturales y los alimentos que producen con su trabajo los campesinos quedaran a merced de los intereses de los dueños del capital. ¡La tierra no se vende! ¡Se ama y se defiende!
En su publicación de este viernes 4 de mayo, https://desinformemonos.org/ apunta lo siguiente.
En ocasión del doceavo aniversario de la represión que el Estado ejerció contra el pueblo de Atenco, y a 17 años de comenzar su resistencia contra el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (NACM), difundimos el libro La Tierra no se Vende, del escritor e historiador Francisco López Bárcenas, quien generosamente lo proporciona en descarga libre:
https://desinformemonos.org/la-tierra-no-se-vende/
Introducción
Las políticas neoliberales ligadas a la globalización han agudizado la disputa por la nación. En los últimos quince años se observan en los territorios de los pueblos indígenas y comunidades equiparables, despojos masivos por parte de empresas estatales y multinacionales. Aproximadamente dos millones de hectáreas de tierras en los territorios de los pueblos indígenas están concesionadas para su uso en la minería industrial de alto riesgo.
No se explotarán los minerales en toda el área de la concesión; sin embargo, se trata de una patente de corso que otorga el Estado a las empresas para entrar en los territorios y tierras, construir caminos y sitios de exploración, utilizar el agua disponible y remover la vegetación para, finalmente, elegir dónde realizarán la explotación minera. Una vez elegidos los lugares, comienzan la devastación ambiental y la contaminación inevitable. Es en esta etapa cuando se incrusta en los pueblos el crimen organizado, con el fi n de obtener su “derecho de piso” y parte de las muy pequeñas utilidades que reciben los ex propietarios de la tierra. Las concesiones y las expropiaciones de tierras van acompañadas de dádivas a los líderes locales para obtener la “licencia social”, así como a ciertos estratos sociales en busca de apoyo al proyecto minero. Es entonces que se dividen las comunidades y se rompe el tejido social, si lo hubiera. En la práctica, a través de las concesiones se transfiere a las empresas la administración de los territorios.
Hasta aquí, lo publicado por desInformémonos. A continuación, sólo los temas de los seis capítulos de que consta el libro, conclusiones y bibliografía aparte, y una breve semblanza del escritor, de un texto de Luis Hernández Navarro.
El libro “La tierra no se vende” consta de seis capítulos:
I. El territorio mexicano y sus recursos
II. El sistema jurídico mexicano y los territorios indígenas
III. Los pueblos indígenas como sujetos de derechos
IV. La propiedad originaria, sistemas de propiedad y tierras indígenas
V. Los territorios indígenas en el derecho internacional
VI. Los territorios indígenas en la jurisprudencia internacional
Francisco López Bárcenas, escritor, investigador, mixteco oaxaqueño
De abogado mercantil especialista en cobrar la cartera de Banca Serfín a uno de los más destacados teóricos del derecho indígena, de aspirante de notario público a asesor agrario, la trayectoria profesional de Francisco López Bárcenas está marcada por una fecha clave: su participación en la Mesa de San Andrés como asesor del EZLN entre noviembre de 1995 y septiembre de 1996. “San Andrés –dice él- me cambió no solo la forma de ver el mundo, me cambió la vida toda. Allí aprendí lo que es ser indígena.”, narra sobre su biografía el escritor y periodista mexicano Luis Hernández Navarro, coordinador de la sección de Opinión del diario La Jornada, en la página web de Pensamiento Crítico.
Agrega: “Mixteco oaxaqueño, integrante del Ñuú Savi –pueblo de la lluvia- nacido en Santa Rosa, Caxtlahuaca, (literalmente Lugar de Tortilla), municipio de Juxtlahuaca, en 1962, vive su identidad más como hijo de campesinos que como indígena. Migra a los 6 años a Juxtlahuaca, estudia primero la Normal, piedra angular de la movilidad social en el mundo rural, y luego la Preparatoria, en la escuela “Lázaro Cárdenas”de la ciudad de Tlaxiaco. En ninguno de estos dos espacios educativos encuentra razones suficientes para reivindicar su origen étnico.
Enseguida, Luis Hernández refiere que “Bárcenas -como es conocido Francisco en la región- participa entre 1983 y 1986 en la Unión Popular Mixteca, una organización campesina ligada a la Coordinadora Nacional Plan de Ayala (CNPA), en lucha por la tierra y el municipio. Acompaña y asesora también, al Movimiento de Unificación y Lucha Triqui (MULT), hasta el asesinato del dirigente Paulino Martínez Delia. A pesar de la evidente composición indígena de las agrupaciones de las que forma parte, éstas orientan su acción a la lucha agraria y a resistir la represión. La expansión de las organizaciones etnopolíticas tardaría una década en llegar. La Universidad de Chapingo y el Taller de Arte e Ideología publicaron sus primeros escritos sobre esos movimientos: Los Triquis: Un Pueblo Heroico, Toma de Tierras en Rancho Solano, (Testimonio de una Lucha Campesina), Yosondúa: Poder Popular, La Semilla Está Sembrada, (La lucha por la Tierra en Unión Nacional, Putla, Oaxaca).”.
Hernández Navarro conduce su extensa su biografía en hitos que viven a la par del personaje, y nos describe sus innumerables trabajos y oficios. “Como jornalero agrícola en Villa Juárez, Sinaloa, y dependiente en diversas farmacias, cursa entre 1988 y 1993 la carrera de Derecho en la Universidad Autónoma del Estado, mientras vive en una Casa de Estudiantes “Marcelo Loya”. Allí le toca vivir dos hechos que lo impactaron profundamente: la Caída del Muro de Berlín y la primera Guerra del Golfo. “Pensé -dice- que el mundo se iba a acabar”. Su experiencia universitaria, lejos de acercarlo a la recuperación de sus raíces lo conduce por la vía de la integración a la sociedad mestiza.
Hay otros acontecimientos relevantes, como el libro “escrito con el corazón”, Muertes sin fin: crónicas de represión en la región mixteca oaxaqueña, (que) López Bárcenas revive y replantea con inusual crudeza la historia de las luchas de comunidades triquis y mixtecas a las que apoyó.”, escribe el periodista, o bien cuando “López Bárcenas termina su carrera convertido en un abogado tradicional. Su modelo de profesionista es Ignacio Burgoa Orihuela, con quien rompe poco tiempo después, a raíz de sus acres críticas a los Acuerdos de San Andrés. “Burgoa -dice Francisco- brillaba porque no había otros. No hay, en el derecho mexicano, otro libro como Garantías individuales y derecho de amparo. Pero políticamente se quedó en el siglo XIX, e ideológicamente en el XIV.”
Anotaremos, en apretada síntesis, otros datos y obras de Francisco López Bárcenas, del escrito de Luis Hernández Navarro.
Trabaja en el Instituto Nacional Indigenista. En la revista Hojarasca tiene colaboraciones con temas como el de las tierras comunales y la reforma al artículo 27 constitucional, y el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y los tratados internacionales en México, y en “todos ellos despliega el estilo que lo identificará en sus escritos: conocimiento profundo del tema, capacidad para transformar la aridez legal en textos amenos y comprensibles, orden en la exposición de los asuntos tratados. Cualidades que había desarrollado ya al reportear para La Hora en Oaxaca y El Sol de Sinaloa y que mantendrá en sus artículos en La Jornada, Masiosare y Ce-Acatl.
Es escogido para participar en el grupo de trabajo sobre Justicia y Derechos Humanos de los Diálogos de San Andrés llega con un objetivo: hacer que se cumpla la Constitución. Muy rápidamente se convierte en su detonante intelectual y político, no sin animadversiones, como se consigna en el artículo, lo que lo transformó “en un traductor privilegiado de campos culturales distintos. En el centro de su elaboración se encuentra el tratar de darle a lo jurídico una visión indígena, en lugar de darle a lo indígena una visión jurídica.”.
Catorce libros publicados
Siguiendo la redacción del periodista Luis Navarro, “Su obra incluye catorce libros que no solamente ha escrito, sino logrado publicar. El Convenio 169 de la OIT: validez y problemas de aplicación, Ñuú Shoó, Historia de Santa Rosa Caxtlahuaca son parte de esta producción en la que se mezclan el análisis de conflictos agrarios, el derecho indígena y la historia campesina. Mantiene, también vivo, el apetito por la escolarización, de manera tal que, entre 1994 y 1996 estudia una maestría en derecho y entre 2002 y 2003 cursa otra en desarrollo rural”.
Para el investigador, los conflictos agrarios no son un fenómeno aislado sino fenómenos que se desarrollan en un entorno turbulento ambientado por luchas, resistencias, demandas, exclusión y vertiginosos cambios, y “expresan simultáneamente luchas por la tierra y el territorio, al tiempo que representan esfuerzos por la defensa de espacios de interlocución y pactos sociales; por equidad y oportunidades para tener una vida digna; en otras palabras, representan una lucha por el poder y la autonomía”, visión que “le ha valido lo mismo ser merecedor de reconocimientos académicos que una profunda animadversión de la burocracia agrarista, empeñada en dibujar un país sin problemas rurales”.
Francisco ha incursionado también en la Administración Pública -precisa Hernández Navarro-, pero ha resistido la tentación de quedarse en sus redes. Subdirector de Atención a Población Indígena y Minorías en el Gobierno del Distrito Federal (1998-1999) y Director de Procuración de Justicia del Instituto Nacional Indigenista (2001). Se incorporó al gobierno de Vicente Fox buscando convertirse en un interlocutor entre el Ejecutivo y el movimiento indígena (…) tomando como base la propuesta de la Cocopa como condición para solucionar el conflicto armado en Chiapas (…). Tuvo el valor y el tino de renunciar al poco tiempo al comprender que no había mucho que hacer allí y que la dinámica de los acontecimientos iba a dañarlo a él y a su causa.
“López Bárcenas es, con mucho, uno de los intelectuales indígenas contemporáneos más vitales y productivos. Alejado de posiciones esencialistas sobre la cuestión étnica, y de la reconstrucción de la identidad por la vía de la recuperación de la cosmovisión, su obra se ha concentrado en elaborar un conjunto de elementos teóricos desde el terreno de lo jurídico para enfrentar los nuevos retos del movimiento indígena”.
Sin hacer concesión alguna -se señala en otra parte del texto-, sostiene que es necesario hacer un deslinde entre la organización indígena propiamente dicha -la que responde a las estructuras de las comunidades- y la organización de indígenas que responde a las necesidades de hacerse escuchar en el ámbito regional o nacional.
“Según López Bárcenas no se puede soslayar que los nuevos movimientos indígenas necesitan crear nuevas formas de organización para articular sus luchas en un gran movimiento nacional por derechos específicos, y por un nuevo estado democrático, social, multicultural y de derecho. Ello implica rebasar los planteamientos indígenas y asumir los de otros sectores de la población.
“He tratado de ser un puente”, dice Francisco, rechazando ser un dirigente. Y añade: “los verdaderos líderes son quienes hacen las peticiones de lluvia, quienes mantienen viva la comunidad.” No obstante ello, su producción nos muestra a un autor imprescindible para comprender la cuestión étnica en México. Él es, sin lugar a dudas, uno de los más completos y sólidos intelectuales indios del país, concluye Luis Hernández.
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