Menu
 


Marichuy con don Pablo González Casanova, condecorado por la Unesco en 2003
 con el Premio Internacional José Martí, por su defensa de la identidad de los
pueblos indígenas de América Latina. Foto Cortesía.

Por Rogelio Hernández López*

Lunes 7 de mayo de 2018

Leo con detenimiento un  balance sobre la participación de Marichuy en el proceso electoral. Lo  hizo el profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Arturo Anguiano y tengo que coincidir con él, y con dos recuentos de colectivos indígenas. Este México no es de ellos.
Esa conclusión la explica mejor el académico Anguiano: “La iniciativa del CNI y el EZLN de postular a una mujer indígena a la Presidencia de la República no ha logrado pasar a su fase final, pero ha desnudado la ausencia de salidas institucionales a la crisis del Estado”.

O como dicen que dijo hace unos días,  durante un encuentro de colectivos, la indígena mixe Yásnaya Aguilar: “disculpe si los contradigo más que buscar un nunca México sin nosotros, estamos creando ya un nosotros sin Mexico.”

Los balances

La cobertura periodística amplia que algunos periodistas comenzamos a dar con la precandidata María de Jesús Patricio decayó en cuanto se supo que no había alcanzado las firmas que el Instituto Nacional Electoral estableció para los independientes. Después de eso, han sido esporádicas las noticias en su rededor. Salieron del infortáculo.

Ella y los pocos colectivos indigenas e indigenistas que la apoyaron sabían que el sistema de partidos actual no la dejaría pasar e incluso que nosotros, en la prensa comercial, la desatenderíamos al ser expulsada de la atmósfera electoral.

Entre los recuentos que se han realizado de esa campaña con identidad indígena se pueden encontrar tres que permiten hacer un mínimo balance, tras el que nuevamente aflora la conclusión de que los herederos de los pueblos originarios no tienen cabida más que para programas de dádivas y/o de nichos eventuales de votantes.

De estas recopilaciones hay que destacar las notas  y crónicas periodísticas, en mayo de  Ernesto Méndez de Al-Dabi Olvera y del ensayo del académico Arturo Anguiano. De todas ellas opto por los datos duros de lo que fue la precampaña y algo de los balances.

“Marichuy visitó 120 sitios en 26 estados, la mayor parte en una Urvan (prestada), viajó entre las serranías de Veracruz, Guerrero, Chiapas, Puebla, Oaxaca, escuchó a mujeres en Nezahualcóyotl, Ciudad Universitaria y Apizaco.”

Para la recolección de firmas “hubo alrededor de 5,000 auxiliares activos. Instalaron mesas en las plazas de diversas ciudades del país, realizaron conciertos, conversatorios, rifas, festivales”.
“Marichuy alcanzó 267 mil 115 firmas, una cuarta parte de lo necesario” Y no alcanzó el registro, agrega este reportero.

¿Qué querían?

 En uno de los recuentos, se atribuye parte de esta explicación a “Carlos González, integrante de la comisión de coordinación del Congreso Nacional Indígena (CNI), que una de las intenciones primarias de esta iniciativa era reactivar la organización de los pueblos originarios de México”.
Recontó González que después del recorrido de Marichuy:

“...de 38 concejales indígenas que el Consejo Indígena de Gobierno (CIG) tenía en mayo de 2017, hubo un crecimiento que llegó hasta los 157 concejales”  Chiapas es la entidad con más concejales: 43.

“Además, el Congreso Nacional Indígena se ha extendido a lugares que en dos décadas no había alcanzado: los náyeris de Nayarit, los mayas de Quintana Roo y representaciones de Sinaloa y Durango.

“¿Valió la pena?”, cuentan que les preguntó a González y a Marichuy el subcomandante Galeano (antes Marcos) y respondieron: “Sí”

Era eso lo que querían, como lo afirmaron en conferencia de prensa los representantes de la A.C. y del CIG: “con el pretexto del período de recolección de firmas” se recorrieron los territorios indígenas del país donde hicieron crecer su propuesta política de abajo, “desde donde se visibilizó la lucha de muchos pueblos originarios, sus problemas y sus propuestas”.

Como era lógico, en su comunicado conjunto aparecieron, otra vez, las recriminaciones que ya se volvieron ancestrales:

“Con nuestra participación en este proceso electoral, le reiteramos a los pueblos indígena y no indígenas de México que no permaneceremos quietos mientras se destruyen y nos arrebatan la tierra, que heredamos de nuestros abuelos y que se la debemos a nuestros nietos, mientras contaminan los ríos y perforan los cerros para sacar minerales, no nos quedaremos quietos mientras convierten la paz y la vida que venimos construyendo diariamente en guerra y muerte mediante los grupos armados que protegen sus intereses.

Nuestra respuesta, no tengan duda, será la resistencia organizada y la rebeldía para sanar al país”.

Ni alianzas ni abstención

Y frente al proceso electoral, de acuerdo a notas de prensa, el movimiento de los colectivos indígenas determinó no hacer alianzas con coalición o candidato alguno, pero tampoco llamar a no votar.

“María de Jesús Patricio Martínez, Marichuy, aun vocera del Congreso Nacional Indígena (CNI) informó el 2 de mayo que el padre Alejandro Solalinde les invitó a sumarse a la campaña de la coalición ‘Juntos Haremos Historia’ y a su eventual gobierno, pero le dijeron que no, al considerar que Andrés Manuel López Obrador es parte del mismo sistema capitalista.

“Igual detalló que durante la etapa de recolección de firmas recibió también cartas de Margarita Zavala, Armando Ríos Pitter y Jaime Rodríguez Calderón, para buscar incorporarlos a sus campañas. Se negaron.”

En consecuencia, también se anunció que no harán alianzas electorales ni llamados a votar por ningún candidato o partido político.

Por todo eso y más el investigador Anguiano considera que “... la inclusión en la ley electoral de las candidaturas independientes se hizo de forma que prácticamente las anula con requisitos, condicionantes y fiscalizaciones que ningún ciudadano común está en posibilidad de seguir y cumplir ... Tal vez la movilización del CIG, el CNI, la asociación civil Llego la hora del florecimiento de los pueblos podría haberse iniciado imponiendo una demanda constitucional al respecto, pues es evidente que se violan de manera expresa el ejercicio de derechos establecidos en la Constitución...”

Por lo pronto, se sabe que en octubre de 2018 se realizará la Asamblea General del Congreso Nacional Indígena (ahora con más adherentes) “para conocer los resultados de la valoración de los originarios agrupados en el CNI y avanzar en el siguiente paso.”

Y todo indica que, otra vez,  machacarán con sus cientos de razones que tienen para sentirse que los tratamos como si México ya no les pertenece.

***
(*) Reportero desde 1977. Especializado en investigación en Excélsior, El Universal, Milenio y otros. Dos veces Premio Nacional por el Club de Periodistas. Autor de los libros Zócalo Rojo, Zorrilla y Sólo para periodistas. Profesor invitado en varias universidades. En 2013 y 2015 el Colegio de Sinaloa le concedió la Cátedra de Periodismo y Comunicación “Pablo de Villavicencio”. Miembro fundador del Consejo Consultivo del Mecanismo de Protección a Personas Defensoras de los Derechos Humanos y Periodistas de la Segob (2010-2014). Director fundador de Casa de los Derechos de Periodistas, A.C. Consultor en temas de protección, leyes y políticas públicas sobre el periodismo en la asociación periodistastrespuntocero. Consejero editorial de la revista Zócalo y del Sistema Informativo Vía Libre.  Su columna para periodistas, Miradas de Reportero, se publica en medios impresos y digitales de 14 entidades del país. Es autodidacta. Email: rogeliohl111@gmail.com




Publicar un comentario Blogger

 
Top