Por Rogelio Hernández López*
Lunes 21 de mayo de 2018
Pocas veces un texto personal ha estremecido a tantos colegas como el mensaje que puso en redes sociales la reportera Guadalupe Lu Parral García. Fue su conclusión, muy sincera, de las razones que alimentaron sus miedos el día que corrió la noticia del quinto periodista asesinado este año en México, el reportero, conductor y radiodifusor de Tabasco.
Le parafraseo a su síntesis exhibidora de que las y los reporteros somos parte de una profesión con poquísimo reconocimiento social verdadero; una actividad despreciada, en los hechos, por los políticos y cada día más devaluada en el hipermercado de la información. Ella lo escribió así:
“Pero hay quienes vamos al día, con un sueldo insultante (como es el periodismo actual), tratando de sobrevivir en un ámbito que cada día va más en declive”.
Su sinceramiento
Pocos colegas muestran con tal transparencia los momentos de angustía colectiva. Ella lo hizo y nos sacudió a varias decenas. Dijo esto:
“El asesinato del periodista Carlos Huerta me recuerda y confirma la conclusión a la cual llegué hace dos días cuando estaba a punto de participar en un proyecto donde exhibiría un caso fuerte de corrupción, impunidad y cinismo total en el Poder Judicial. Alguien muy sabio me recordó que tengo familia, además de preguntarme, ¿qué clase de garantías de protección tienes? ¿Crees poder caminar por la calle libremente?
“Cierto. En estos meses me llegaron dos casos interesantes y que estoy segura pisaría muchos callos, pero también se me recomendó callar por mi propio bien.
“La verdad, debe ser muy bonito ser reconocido, premiado y halagado y etc. etc. etc. Pero, ¿qué es más importante? Hace unos años, para ser exactos en 2006, me pasó algo similar cuando estuve colaborando en un diario de Tijuana. ¡Huy de lo que uno se enteraba sobre Jorge Hank! Pero, también una colega con mucha experiencia cubriendo casos en esa ciudad, me recordó lo sucedido al periodista mejor conocido como "El gato Félix". Allá, se sabían cosas. Ella, veía mi entusiasmo y ganas de publicar cosas que, a mi parecer, debían ser conocidas por la sociedad. Pero, honestamente, a veces es necesario cerrar la boca.
“He estado cerca de colegas de quienes después me entero, fueron cobardemente asesinados. Y duele, porque los trataste y conviviste con ellos. Sólo digo y reafirmo que en este país es más que arriesgado y peligroso ser periodista de investigación o decir la verdad. Eso sí, admiro enormemente a quienes lo hacen; aplaudo su valor, coraje y entrega; aplaudo su inteligencia y audacia. Quizá cuentan con cierta estabilidad económica y profesional que les hace sentirse más seguros. Pero hay quienes vamos al día, con un sueldo a veces insultante (como es en el periodismo actual), tratando de sobrevivir en un ámbito que cada día va más en declive. Así, pues no. Pones en la balanza las cosas y decides seguir adelante sin meterte en tantos líos que coloquen en riesgo a tu familia y a ti mismo. Amo el periodismo, amo lo que hago, pero en México nada más no se puede.”
Impactó
Entre las muchas reacciones que ella provocó (ninguna contraria) la mayoría fueron de aceptación y complemento. Otra reportera veterana, Lidia Rita Bonilla Delgado, ésta de Tamaulipas, le apoyó:
“¡Mucha razón tiene Lupita! lamentablemente, la seguridad de la familia es primordial, la falta de respaldo de las empresas en la que una labora y también la falta de solidaridad del gremio, ya que la mayoría vivimos al día.”
Estoy seguro que somos muchos quienes también hemos ido acumulando miedos, esos que se arremolinan cuando alguno de nosotros es atrapado en algunas de las muchas crisis que nos acechan, pero más a los que son esenciales en esta labor, los reporteros.
La mayoría absoluta de los agredidos y entre ellos los asesinados, eran reporteros. Los que llevan registro dicen que entre 43 y 47, nada más en este sexenio.
Los inútiles
Los obligados a proteger la integridad físicas de quienes ejercen esta profesión de interés público, parece que hacen como que hacen. Ejemplos:
Tras el asesinato de Carlos Huerta, varios colegas trataron de saber qué medidas tomaría el mecanismo de protección de la Segob pero se toparon con que la titular Patricia Colchero no se dignó siquiera a responder el teléfono y se les adujo que ningún funcionario puede hablar sin la mediación de la oficina de comunicación social. Y allí tampoco tuvieron nada que informar.
Lo que anunció el gobierno de Tabasco puede o no cumplirse porque en la mayoría de los casos se quedan en las primeras declaraciones: sin esclarecimiento y sin continuidad en la protección ni apoyo a las familias.
La Fiscalía Especial de la PGR, la Feadle, que debiera atraer todos los casos de agresiones mortales, tampoco informó nada al respecto. Su titular, Ricardo Sánchez Pérez del Pozo, un año antes aseguró que renunciaría de no aclarar el crimen contra Javier Valdéz. Pasaron 343 días para que se anunciara la detención de un tal Heriberto N, uno de los tres que participaron en el crimen del vato de Sinaloa, como él decía. El fiscal ya no renunció pero faltan los móviles para que sea esclarecido. Esa dependencia sólo ha logrado sentencias para 3 o 5 asesinos de periodistas desde 2010. Para 2018 le asignaron casi 18 millones de pesos. ¿Y?
Hace menos de un mes que Artículo 19 ofreció su recuento anual y sus datos machacaron que persiste la dimensión de agravios y violencia frente a la insuficiecia de los gobiernos federal y estatales para disminuir la impunidad. Se los han dicho antes la CNDH, la ONU, la OEA. ¿Y?
La impunidad, la violencia generalizada, elevan mucho los riesgos de los periodistas que levantan información en la calle (los de a de verás, no los que dice la ley de protección). Y ellos son los más vulnerables.
Esa vulnerabilidad de las y los reporteros ha ido creciendo: estandar salarial disminuido, menos contratos y prestaciones; inseguridad laboral por el régimen creciente de outsourcing; poca actualización profesional. Ahora viene, hecha ley general, la práctica de contratar publicidad arbitrariamente y con ella más empobrecimiento de medios pequeños y medianos.
Y entre todo eso también creció el maltrato de los políticos y desprecio de los públicos en general respecto a los reporteros, entre otras causas por las malas practicas de muchos de participar en la larga cadena de la corrupción.
Tienes razón, Guadalupe Lu, esto cada dia va más en declive, porque entre todos ellos y el hipemercantilismo de la información de prensa, nos han devaluado. Sí colega, sobran sobran razones para tener miedo.
***
(*) Reportero desde 1977. Especializado en investigación en Excélsior, El Universal, Milenio y otros. Dos veces Premio Nacional por el Club de Periodistas. Autor de los libros Zócalo Rojo, Zorrilla y Sólo para periodistas. Profesor invitado en varias universidades. En 2013 y 2015 el Colegio de Sinaloa le concedió la Cátedra de Periodismo y Comunicación “Pablo de Villavicencio”. Miembro fundador del Consejo Consultivo del Mecanismo de Protección a Personas Defensoras de los Derechos Humanos y Periodistas de la Segob (2010-2014). Director fundador de Casa de los Derechos de Periodistas, A.C. Consultor en temas de protección, leyes y políticas públicas sobre el periodismo en la asociación periodistastrespuntocero. Consejero editorial de la revista Zócalo y del Sistema Informativo Vía Libre. Su columna para periodistas, Miradas de Reportero, se publica en medios impresos y digitales de 14 entidades del país. Es autodidacta. Email: rogeliohl111@gmail.com
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