FEDERALISMO VERDADERO
Domingo 15 de julio de
2018
Los connotados
centralistas de México, aquellos que siempre que se presenta un conflicto
local en alguna entidad piden de inmediato la participación del gobierno
federal para resolverlo, son los que se desgarran hoy la vestidura ante el
anuncio de terminar con el derroche presupuestario que significan miles de
“delegaciones federales” que existen en el país, considerando que cuando menos
son más de 50 por cada entidad, que multiplicadas suman bastante y no realizan
su labor federalista para las que fueron creadas.
Primero los delegados
eran de Gobernación que laboraban siempre en un segundo plano en cada
estado, con el fin de coadyuvar en la gobernabilidad y el desarrollo de los
municipios de esa entidad, cuidando que hubiera el menor número de conflictos
políticos y sociales y resolverlos desde ahí mismo.
Después se desató la furia de las delegaciones por cada dependencia
federal en las entidades, para colocar ahí a amigos, compadres y colegas
políticos que no tuvieron cabida en alguna administración, para evitar que las
fuerzas vivas que algunos controlan se tornaran adverso al gobierno local o
desde esa región incitaran contra el gobierno federal, y publiciten su imagen.
Por eso hemos visto toda clase de políticos ocupando esos puestos,
muchos de ellos incluso que no son de la entidad, pero palomeados por el
gobernador en turno, como lo instituyó Fox en su gobierno. Recientemente se
habló mucho del delegado de la SCT en Morelos, que no conoce nada del ramo,
pero lo promovió el gobierno federal para que se construyera el paso del
socavón como se conoce ya el tramo de la carretera federal que se hundió
quitando dos vidas y cuyos responsables gozan de impunidad.
O bien, son de ese estado, afines al gobierno en turno para que no
hagan nada sino simplemente sean asistentes del gobernador, ejemplo el Estado
de México: Juan Manuel Martínez Nava de la Secretaría del Trabajo; Eduardo
Gazca Pliego de la Sagarpa; José Luís Velasco Lino de Economía; Adrián Torres
en Sedatu; Roberto Cervantes en SCT; Alejandro Carmona en SEP, y así podríamos
revisar los nombres de todos los delegados federales actuales o los que han
estado antes de ellos en la entidad natal del presidente de la república, o en
otras como Sonora donde son 52 los delegados federales y hasta se reúnen para
hacer fiesta común cada año con la gobernadora, ¿quién paga?, nosotros los
mexicanos.
No hay duda de que el
derroche de recursos de la Nación es tal que, ninguno de los delegados
federales atiende los asuntos de su competencia, de otra manera los mexicanos
afectados por sus malas acciones y políticas no tuvieran que viajar a la
capital del país, para demandar solución y congestionar las vialidades de la
ciudad ante ineficaces representantes del gobierno federal.
Para nadie es un secreto que en
lo que va del siglo XXI, para citar lo actual, los delegados han sido más que nada
operadores políticos de los gobiernos que hemos tenido en estos 18 años, la
trayectoria de muchos es más que elocuente y de eso nadie se había quejado.
ESTADOS
Uno de los voceros del innombrable, que cubrió la fuente de presidencia
durante su gobierno y hoy flamante director de un diario, parece que olvida en
sus editoriales que el presidente que decretó en 1988 el Programa Nacional de
Solidaridad para tratar de mejorar la calidad de vida de millones de mexicanos
en extrema pobreza, fue un ejemplo del centralismo en este país y del manejo
vertical del poder que ahora critica, además de que el Pronasol fue manejado
por delegados que bajaban los recursos a entidades.
La federación es una asociación de estados de libres y soberanos que
ceden o delegan algunas libertades y poderes propios al poder federal que, en
México, por costumbre virreinal, se ha excedido en muchos casos de sus
atribuciones y todos recordamos como cuando un gobernador no era de la gracia
del presidente en turno, este simplemente lo removía “democráticamente”
obligándolo a pedir licencia y que el congreso local nombrara un sustituto.
Caso por ejemplo de lo que le ocurrió a Beteta en el Estado de México,
donde el cardenismo arrasó la entidad e inmediatamente fue sustituido por
Ignacio Pichardo Pagaza para darle curso a su programa de Solidaridad, iniciado
precisamente en lo que ahora es Valle de Chalco, ¿cuál federalismo vivíamos?
Aquí no se mandó delegado, sino a un nuevo gobernador, lo mismo les
ocurrió a otras entidades del país en diversos gobiernos y hasta a Roberto
Madrazo le pidió el presidente en turno que solicitara licencia en Tabasco y
este se negó.
Como el de Atlacomulco sabe que es el responsable de la debacle de su
partido en estas elecciones, no les ha pedido a sus gobernadores afines que
pidan licencia, porque podría ser que ellos en conjunto le reviren y le pidan
que mejor se vaya ya, para no seguir hundiendo al país con sus corruptelas, impunidad,
inseguridad y violencia que nos afecta a todos los mexicanos.
En el 2000 publiqué un ensayo titulado “El federalismo Centralizado en
México”, porque desde la época virreinal así se tomaban las decisiones desde el
centro del país en la Nueva España y así se acostumbró seguirlo haciendo
después hasta nuestros tiempos, donde la llegada de la radio y televisión,
desde el centro del país, siguió promoviendo el centralismo en el imaginario
colectivo, ya que es común referirse a lo que no es de la capital, utilizando
un término de los gobiernos centralistas: la “provincia” en lugar de estado,
además del uso peyorativo del término para referirse a los que no somos de la
gran ciudad, como “menos civilizados”: “eres provinciano”.
En México no existen provincias, solo estados federados con el nombre
oficial de “Estados Unidos Mexicanos”. Provincias en la isla del encanto, donde
su capital concentra el poder y para ver a la familia trasbordamos a la
provincia de Holguín, en el oriente.
DELEGADOS
SIGLO XXI
Si revisamos los
resultados de los
delegados federales en los tres sexenios de este siglo, no los encontramos por
ningún lado, más que el desorden o la discreción con las que les permitieron
manejarse en los gobiernos de Vicente Fox, Felipe Calderón y Peña Nieto,
quienes hicieron crecer su número y con ello el despilfarro de los recursos
federales, no aportaron a la solución de los conflictos locales porque ni para
eso son buenos operadores.
El despojo de
las aguas a los
pueblos Yaquis no lo han resuelto los delegados asignados y así podríamos
enumerar los casos de conflictos sociales suscitados por malas políticas
públicas federales y estatales que los detonan y los obligan a demandar en la
capital del país la solución de estos. Hace falta un verdadero federalismo.
Es tiempo
entonces que, en el
ámbito de la competencia de cada nivel de gobierno, primero, se acabe con el
robo de los recursos federales que varios gobernadores hoy indiciados han hecho
y que son del conocimiento de la opinión pública, porque los recursos no llegan
a los programas y menos a los mexicanos que los esperan.
También es
necesario que se
cumpla con lo establecido en el párrafo octavo del artículo 134 constitucional
para que los gobernantes en turno no hagan caravana con sombrero ajeno, ya que
la propaganda gubernamental debe ser “institucional, con fines informativos,
educativos o de orientación social. En ningún caso esta propaganda incluirá
nombres, imágenes, voces o símbolos que impliquen promoción personalizada de
cualquier servidor público”
El centralismo de
los gobiernos
mexicanos, los latrocinios de los gobernadores, hay muchos ejemplos, obligan al
nuevo gobierno a poner fin a tanto robo en el país y soluciones inmediatas. ¿O
no?
Comentarios a uliseshj@hotmail.com
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