Por Rogelio Hernández
López*
Lunes 3 de diciembre
de 2018
Ahora les comparto unas infidencias.
1. José Reveles no usa Facebook. No lo necesita. Lo distrae
demasiado, dice.
El 1 de diciembre,
entre el maremágnum[m1] de información
por el cambio de régimen presidencial, yo pegué allí una noticia de que el
Comité Ciudadano por el Premio Nacional de Periodismo le había concedido el
galardón por trayectoria a José Reveles. “Se habían tardado”, agregué.
Pepe ni cuenta se dio. Pero otros muchos lo supieron también
por ese enlace y, en horas, 91 marcaron me gusta, 81 replicaron la nota y 21 le
felicitaron sin darse cuenta que el muro no era suyo. Eso me empujó a ser su
mensajero.
Por la noche del día que comenzó la 4T, vía correo
electrónico, le mandé a Reveles una toma de pantalla con todos los comentarios
y aproveché para usar esa foto digital como tarjeta de felicitación. Guaseamos
de que tal premio sería mejor si fuese acompañado de dinero en efectivo que
buena falta nos hace.
Reportero. Foto Archivo. |
No le comenté mi pensamiento de que, a pesar de todo ese es
el más alto reconocimiento formal que puede tener un periodista: aceptación de
que es el mejor y más todavía cuando la mayoría de los premios que se
anunciaron el 30 de noviembre fueron para jóvenes periodistas de investigación
que difunden en web o sea en medios industrializados o convencionales, los más
sujetos al mercado.
2. Hace 10 meses, el 29 de enero, porque se me pegó la gana,
o sea sin motivo explícito, escribí para esta columna algunas cosas que supuse
poca gente conocía de Reveles. Transcribo una parte:
Muy pocos le conocen como José Leobardo Reveles Morado. Esto
es porque en uno de los hemisferios de la comunicación masiva, o sea el de la
información periodística, se le ubica sencillamente como Pepe Reveles.
Muchísimos políticos, militares, policías, defensores de los
derechos humanos y sobre todo periodistas sabemos que Pepe Reveles entró a la
brega reporteril hace más de medio siglo, siempre investigando y corroborando
los datos que solidifican sus trabajos. Por eso su mayor distintivo es que se
confía en él y en la honestidad de sus piezas periodísticas. La credibilidad es
la mayor fortaleza de un periodista.
Pero Reveles tiene un aspecto poco sabido. Ha sido –y es—muy
consistente en la promoción del profesionalismo y defensa de sus pares. Estuvo
en la creación o desarrollo de entidades para el hacer al periodismo más
equilibrado como en Cencos, o para su organización profesional como en la Unión
de Periodistas Democráticos (UPD), o para su capacitación como en la Academia
para el Desarrollo Profesional de Periodistas (DESPER) o bien para la
protección de su integridad, como en la Casa de los Derechos de Periodistas
(CDP). Y seguramente en otros
organismos.
Modesto y sencillo –como es para el trato personal– en las
muchas entrevistas que le han hecho en los años recientes no se autocalifica:
“sólo soy reportero”. No le añade apellidos a su perfil profesional porque
tampoco acepta que le agreguen al periodismo adjetivos como de datos, de
investigación, social, ciudadano y así. El periodismo es periodismo, bueno o
malo, replica siempre.
Por allá en 1996, en el primer diplomado de actualización
profesional para periodistas en la Universidad Iberoamericana, Pepe fue uno de
los que impartió cátedra. Como coordinador académico lo presenté como el mejor
periodista de investigación de México, pero él repeló en automático:
“reportero, nada más”, corrigió.
Desde su salida de Proceso, donde fue Jefe de Información,
cuando ya los páginas y tiempos en los medios de prensa tendían aceleradamente
a la reducción, los grandes reportajes comenzaron a ser menospreciados por la
tiranía del espacio, Pepe no se arredró y siguió haciendo sus pesquisas de
largo aliento y logró difundirlas donde mejor cabían; así se convirtió
prácticamente en uno de los pioneros en México de publicar en libros sus
investigaciones periodísticas.
Por eso ha escrito diez reportajes tan grandes que debieron
hacerse libros o lo inverso. Ha redactado diez libros cuyo valor son los datos,
la precisión, la historia de lo confirmado. Algunos son: La Quina / El lado
oscuro del poder (en coautoría con Salvador Corro) / Las manos sucias del PAN / Las Historias más
negras / Narco, impunidad y corrupción / El Chapo: entrega y traición.
En la columna de enero escribí algo de su extenso Currículo y traté de
explicar que es el periodista que más conoce y tiene el mejor pulso de los
temas de seguridad, justicia, derechos humanos y por otro lado, sin buscar
lucimiento personal es uno de los siempre activos por la mejoría y defensa de
sus pares. Todo eso, en poco lo conocerán más las pocas personas cercanas al
periodismo mexicano que no sepan de Reveles.
3.- Pero en la columna de enero me faltó algo. Como se
parafrasea a Kapuściński, muy probablemente Reveles sean tan buen reportero y
aceptado como periodista por gente de todas las tendencias porque es buena
persona.
Yo conozco un hecho que refleja esto. Y estoy seguro que lo
saben demasiado pocos.
En 1989, hacían pocos días de la detención espectacular de
José Antonio Zorrilla Pérez, ex director d la Federal de Seguridad como
presunto autor intelectual del asesinato del periodista Manuel Buendía. Pepe
Reveles era entonces de los reporteros de Proceso –donde era jefe de
información-- que había recopilado y publicado información suficiente del caso
desde 1984.
En la editorial Planeta, al responsable de buscar títulos y
autores era amigo cercano de Reveles y le propuso que hiciera un libro con todo
lo que sabía. La respuesta de Pepe fue que sabía de otro reportero, este en
Excélsior, que tenía mejores datos y prosa solvente –Excélsior era satanizado
por casi todos los de Proceso. Pepe recomendó que lo hiciera el otro reportero
porque probablemente lo haría mejor. Él mismo fue el encargado de proponérselo;
éste, sin saber de su declinación le pidió a Reveles y al editor que fuera él
quien le corrigiera el estilo las tres semanas en que se produjo el libro
“Zorrilla, el imperio del Crimen”. Se agotó en unas pocas semanas y después se
vendieron 12 reimpresiones.
El autor del libro supo del hecho que pintaba a Reveles con
una gran honestidad intelectual y generosidad humana cuando el editor se lo
contó después. Así es, ha sido y seguirá siendo Reveles. Una gran persona.
Gracias Pepe.
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