Foto Captura de video en Tlahuelilpan. |
Se dice que el Estado es el conjunto de instituciones que
poseen la autoridad y potestad para establecer las normas que regulan una
sociedad; y está compuesto por instituciones como las fuerzas armadas,
burocracias administrativas, los tribunales y la policía, asumiendo con todas
ellas, y algunas más, las funciones de defensa, gobernación, justicia,
seguridad, entre otras.
A la luz de los hechos ocurridos el pasado viernes en
Tlahuelilpan es notorio que hubo una gran ausencia: el Estado.
Y hubo, si, cuidado. Mucho cuidado. El cuidado de no
ensuciar la imagen presidencial con lo que pudo ser una acción de justicia
frente a un hecho delincuencial captado in fraganti. Pero enviar a 25 soldados
y otros cuantos agentes de la Secretaría de Seguridad Ciudadana a atender la
seguridad de la fuga, cuando hay más de 10 mil soldados en el llamado combate
al huachicoleo, de prioridad nacional desde hace un mes, parece más una trampa
mediática, una simulación.
Atendimos, parece ser la excusa; pero fuimos insuficientes,
el pretexto.
Dice Wikipedia que Max Weber escribió en su libro “La
política como vocación” que una característica fundamental del Estado es “el
reclamo del monopolio de la violencia”. Su definición ampliada era que algo es
un Estado “si y en la medida en que su personal administrativo defiende con
éxito un reclamo sobre el 'monopolio del uso legítimo de la fuerza física' en
la ejecución de su orden. La policía pública y el ejército son sus principales
instrumentos”.
Y no se trataba de reprimir, si no se quiere ensuciar las
manos de manera directa, pero sí de disuadir.
Pero, ahora, con tal inacción y justificaciones para no
hacer empleo de la fuerza, el Estado benefactor en la imagen de un solo hombre
que así lo cree, invita a la población a robar. Hicieron lo que hicieron porque
los anteriores los empobrecieron, afirmó palabras más palabras menos el
presidente Andrés Manuel López Obrador.
Y volvemos al tema principal. ¿Y la acción del Estado?
El Estado está para hacer justicia, pero se muestra en las
imágenes de varios videos que los soldados y los policías que hasta el lugar
llegaron, no hicieron el mínimo intento por detener, tampoco, a quienes
azuzaban a los pobladores a realizar los actos de saqueo de la gasolina
propiedad de todos los mexicanos, porque es un producto que se paga con los
impuestos de todos para que el gobierno ofrezca el servicio de abasto de
combustibles.
Nada cambia, la impunidad continúa. Y el combate a la
corrupción es sólo una veta propagandística.
Lo que queda claro es que existe una responsabilidad por
omisión de los militares y policías y sus mandos superiores. No, no fueron
rebasados. Se dejaron rebasar, esperaron a que ocurriera la tragedia, por más
que los pobladores estuvieran cometiendo toda una serie de ilícitos que van
desde la insubordinación, el robo de un bien público y muchos más. Es decir,
ningún paso adelante en contra de la corrupción. Esa lucha es sólo un arma
propagandística, un discurso que le entra a la gente y la hace vibrar, pero que
sigue intacta, inmune, fortalecida, porque no se dan pasos directos, certeros y
fuertes por acabarla, por el contrario, se le protege.
Comenzar a implantar el principio de legalidad debe ser el
siguiente paso, salvo que se quiera imponer la buena imagen presidencial por
sobre el cumplimiento de la ley, como parece que ya ocurre. Cuidado, porque,
ahora, se quiere hacer víctimas a quienes omitieron hacer uso de sus facultades
extraordinarias y plenipotenciarias.
Las cosas ya no son igual. Hoy los smartphones y la
inmediatez de las redes sociales permiten ver otra narrativa. Ya no se puede
manipular la realidad como con Tlatelolco, el Jueves de Corpus, el asesinato de
Colosio, el del Cardenal Posadas, Aguas Blancas, el asesinato de Las Abejas,
los 43 o Tlatlaya. Los soldados llegaron al lugar cuando apenas era un pequeño
grupo de gente y pasaron más de 5 horas desde el primer reporte a Pemex y la
explosión, con más de mil soldados en la refinería de Tula para poder
trasladarlos.
La tragedia de Tlahuelipan tiene un costo. Ya veremos quién
lo resiente.
Twitter: @renatoconsuegra
(*) Renato Consuegra es periodista, ganador del X Premio
Latinoamericano de Periodismo José Martí que entrega la agencia cubana Prensa
Latina y director de www.difunet.mx, www.e.legislativo.mx
y www.yoemprendedor.mx
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