Menu
 


* Un encargado debía permanecer 24 horas y descansar otras 24 horas; recibe un sueldo muy bajo que se compensa con las propinas pero hoy...


Como a las 22 horas, acompañé a Javier a buscar gasolina. Por su trabajo de taxista tipo Uber, pero sin ser Uber, necesitaba cargar el tanque, al que apenas le quedaba la mitad de un cuarto, ya que, de no hacerlo, no tendría combustible para realizar su chamba.         
       
     Visitamos unas 15 estaciones en Ecatepec y la suerte no nos sonrió; unas, estaban vacías y con las luces apagadas, otras, con algún o alguna despachador(a) trasnochado o trasnochada, que informaba a la gente, si  llegaría o no, la pipa con el ansiado combustible.

Fotos EEPM.

   No obstante, había muchos automóviles y gente con garrafones, haciendo fila; algunos, según ellos, formados desde las 9 de la mañana, lo cual hablaba de un gran sacrificio o del pago de una manda, a la virgen de Guadalupe.

    Hay mucha información falsa: que secuestraron una pipa, que otra chocó, que una más llegó a la estación de Cerro Gordo, que si esto, que si lo otro o que si aquello. Cada quien cree lo que quiere creer.

   En la estación de Vía Morelos, frente a la Jumex, a un señor de la tercera edad, “alguien” le dijo que la pipa llegaría por la tarde, y no perdía las esperanzas de que llegara. A otro señor, más joven, que se encontraba en la gasolinera de Laureles, “le pasaron el tip” de que la pipa acababa de llegar a esa estación y, de inmediato, con auto y bidones integrados, se trasladó para acá  y “agarró un buen lugar”

    Sin embargo, el encargado nos aseguró que la esperada pipa, “no llegará sino hasta el día de mañana, probablemente, como a las diez”.

     Nosotros, mientras tanto, nos dirigimos a La Laguna, ahí mismo, en Xalostoc; esa horrible avenida, que empieza a la altura de la “Y”,  llega al a R-1 y, ahí pegada al Banorte, hay una estación, pero cerrada y no se ve ni un alma.



     Sólo cuando uno circula por ahí de noche, se puede convencer de lo feo que es esa avenida: basura, baches, cascajo, baches, yerba crecida, baches, autos abandonados, baches, tráilers estacionados, baches, árboles marchitos, baches, falta de alumbrado, baches, coladeras sin tapa, baches, puestos de lámina, etcétera, etcétera, y baches. No hay problema, aunque algunos despachadores toman café y comen tamales, y cuentan con una tiendita de conveniencia, tampoco hay gasolina en la estación cercana a la R-1.

    En una de las estaciones de la R-1, el encargado yo creo que era del PRD, y me recordó a Checa, el Niño Maravilla, ya que resultó muy acomedido y amable en extremo; de ésos que, según ellos,  te explican con lujo de detalles y, entre más te explican, menos entiendes y más te confunden.

     Lo cierto es que nos aseguró que la pipa con gasolina, no llegaría sino hasta el próximo miércoles. Sin embargo, al ver la larga fila de autos, le pregunté si eso ya se los había informado a los conductores, y sí, ya se los había informado, pero un hombre, de esos vivales, que se aparecen en todas partes, les cobró cincuenta pesos por estacionarse frente a “su propiedad” y les aseguró que la pipa tardaría una hora en llegar. Por supuesto, cuando el encargado, les dio otra información, ni caso le hicieron y permanecieron en sus lugares. Al “Vivales”, no lo volvieron a ver.

No había gasolina, nadie sabía si llegaría y cuándo llegaría.

    El encargado tenía la orden de permanecer 24 horas, en su lugar de trabajo y descansar otras 24 horas. Le pagan un sueldo muy bajo, que se compensa con las propinas, pero hoy, y desde hace algunos días, no ha habido y, en los días siguientes, no habrá. Lo bueno fue que nos dio la certera información de que, la CDMX, tiene prioridad y las pipas, que vienen de Hidalgo se van directamente para allá.

     En la siguiente estación, también sobre la R-1, había más acción. Además de muchos autos formados,  mucha gente, igual, formada con sus bidones, pero platicando, comprando atole y tamales,  plátanos y camote con dulce, dispuesta a pasar la noche en vela u otro día, en espera de la gasolina.

   Javier se estacionó sobre la R-1, mientras yo descendí del automóvil y me dirigí a la estación, en busca del encargado, pero no estaba; quienes sí estaban, eran tres muchachas despachadoras, una de ellas, preciosa, un rostro muy expresivo, de piel blanca, hermosos ojos negros y lentes enormes, que enmarcaban su belleza.

     La misma historia de siempre. No había gasolina, nadie sabía si llegaría y cuándo llegaría, lo cierto es que, ellas tres, tenían que cubrir su turno de  diez de la noche a seis de la mañana. Para esto, las tres, se habían acomodado en una pequeña caseta, en la que apenas cabían y traían puestas gruesas chamarras para soportar el frío.

    Luego, lo que ya sabemos: no se les paga un salario, viven de lo que reciben de propinas, no gozan de prestaciones, ni seguro social, ni vacaciones, ni esto, ni lo otro, ni aquello, y algo más, la orden que tienen los choferes de la pipas es llevar el combustible a la CDMX. Vienen de Tula, Hidalgo y, aunque atraviesan el municipio, se siguen, para llevar la gasolina a la capital del país.

     Lamenté tener que abandonar esa estación y dejar de contemplar la belleza de la joven despachadora, quien, luego de esbozar su regia sonrisa de princesa sacó, de su mochila, un pequeño cojín, que se puso entre la nuca y la pared decidida, al igual que sus compañeras, a dormir en esa posición tan incómoda y tener que prescindir de las propinas del día o, mejor dicho, de la noche.
    Los anteriores presidentes de la República, Peña Nieto, Calderón, Fox i otros innombrables, en lugar de combatir el robo de gasolinas, lo consintieron y se hicieron cómplices; se beneficiaron de ello y, con su venia, haciéndose de la vista gorda, ayudaron a generar una industria de compra y venta de Huachicol que, por fuera de la legalidad, le competía, en lo nacional e internacional, a Pemex.

Escenas como esta eran repetitivas.
     Hice esa reflexión, mientras discernía con Javier sobre la posibilidad de trasladarnos a la CDMX y no seguir pendejeando en nuestro municipio, donde uno se sorprende de la belleza de algunas despachadoras, pero no haya combustible; así que, sin pensarlo dos veces y antes de que se terminara la poca gasolina que quedaba en su coche, decidimos lanzarnos por la R-1, hasta la colonia San Felipe, de la Alcaldía Gustavo A. Madero.  
     
    En el segundo intento, sobre la avenida Eduardo Molina, entre San Juan de Aragón y Talismán encontramos una estación en la que sí había gasolina; sólo nos teníamos que formar un par de horas y eso hicimos. Hora y media después, el carro de Javier entró en una de las islas y recibió 30 litros de la de a 20 pesos.

     Lo mejor fue al día siguiente. Los detractores, los resentidos, los antiamlo, no dejan de quejarse, de insultar y ofender, y encontrarle todos los males a la estrategia por combatir el robo de hidrocarburos; en sus argumentos, que no son muchos ni tienen sustento, no hablan de combatir un delito que, sus presidentes, panistas y priístas, consintieron, fomentaron y dejaron crecer. No saben que el 72 por ciento de la población, apoya a su presidente en esa cruzada por acabar con el robo de las gasolinas. Allá ellos; que, con su PAN, se lo coman.

    Lo mejor de todo fue al día siguiente, que era sábado. Mi esposa hizo unos chilaquiles y, aparentemente, todo estaba listo para un buen almuerzo: la cebolla picada, el queso, la crema, pero oh, contrariedad, faltaban los bolillos y, obvio, me ofrecí a ir a la panadería, para comprarlos.

    Lo que nunca. No había bolillos, estaban por salir del horno y había una fila de siete u ocho personas. Me formé y, oh casualidad, detrás de una hermosa mucha de piel blanca, enfundada en unos pants color gris, que resaltaban su figura. Tuve la intención de preguntarle su opinión sobre las filas para comprar gasolina, pero no pude. En ese momento, dos mujeres más se formaron atrás de mí comentaron que no alcanzarían bolillos.

     Por asociación de ideas, recordé la experiencia de la noche anterior e hice otra reflexión. Sólo esperaba que, la falta de bolillos, no despertara malas pasiones y los presentes, en lugar de comprar cuatro o cinco bolillos, decidieran llevarse 25 o 30, y se iniciara una crisis por la falta de bolillos. Sin gasolina, uno puede estar varios días, pero sin bolillos, ni uno solo.





Publicar un comentario Blogger

 
Top