* Presentación ante
la Cámara de Diputados de la agenda de Derechos Humanos; “Colima,
Guerrero, Guanajuato y Michoacán son algunos de los estados más violentos”
ACI Prensa / Red-Accion | Ecatepec, Méx., jueves 25 de abril de 2019
El vicepresidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano
(CEM), monseñor Carlos Garfias, presentó el 23 de abril en la Cámara de Diputados
el proyecto “Prevención y Atención de Personas Víctimas de la Violencia” en el
que la Iglesia ha trabajado en los últimos años.
El también Arzobispo de Morelia explicó en su presentación
que “promover la dignidad de la persona significa reconocer que posee derechos
inalienables, de los cuales no puede ser privada arbitrariamente por nadie y,
menos aún, en beneficio de intereses políticos o económicos”.
“Si el derecho de cada uno no está armónicamente ordenado al
bien más grande, termina por concebirse sin limitaciones y, consecuentemente,
se transforma en fuente de conflictos y de violencias”, advirtió.
Por ello y ante el reto que se presenta en México, el prelado
compartió el proyecto de “Prevención y Atención de Personas Víctimas de la
Violencia”, ante el cada vez más creciente número de asesinatos dolosos que
llegó a 2.575 solo en diciembre de 2017, según datos de la Secretaría de
Seguridad Pública.
El Arzobispo resaltó que “Colima, Guerrero, Guanajuato y
Michoacán son algunos de los estados más violentos, y, por si fuera poco; no se
cuentan con importantes cifras negras, ya que muchos delitos no se denuncian;
considerándose como razón principal; la pérdida de tiempo, la desconfianza y la
corrupción”.
El proyecto propuesto tiene tres líneas de acción:
1.- Atención y acompañamiento a las víctimas
Monseñor Garfias explicó que “el acompañamiento que propone
la Iglesia es un acompañamiento integral, que contempla las diferentes
dimensiones y esferas de la persona”.
“Esto se logrará a partir de la formación de equipos
‘levadura’ que darán el acompañamiento directo a las víctimas de la violencia,
y fortalecerán el área psicosocial, jurídica y espiritual. Interviniendo a
través de un protocolo de primeros auxilios psicológicos”, por medio de
“centros de escucha: espacios seguros donde las víctimas pueden ser asesoradas,
consoladas y acompañadas” y “fortaleciendo la prevención en el tema de
violencia sobre la mujer”.
2.- Capacitación y prevención
En esta línea de acción se busca capacitar en temas de
“sanación: apoyando a las personas a reconocer su nueva vida a partir del
momento presente; ayudándolas a reconocer las fortalezas con las que cuentan
para sobreponerse a la adversidad”.
“El manejo adecuado de las emociones, pues así es como hemos
construido la civilización”, el “acompañamiento espiritual: facilitando la
conexión y creación de un espíritu nuevo con el que se puede construir la paz;
consolando y consolidando la esperanza”.
También se busca fortalecer paulatinamente “el carácter en
niños y jóvenes para lograr una mayor resiliencia y disminuir así, el impacto
del abuso y la violencia” y generar “comunidades sembradoras de paz; niñez y
juventud colaborando, no solo en actos aislados, sino en la creación de una cultura
de paz; que sea incluyente y que fortalezca el núcleo de la sociedad: ¡La
Familia! ¡Necesitamos familias unidas y más fuertes que nunca!”.
3.- Vinculación e impacto social
El Vicepresidente de la CEM dijo que esta tercera línea de
acción se realizará “a través de la vinculación con diferentes sectores como el
educativo, y a través de una participación en foros; esto con el objetivo de
promover la sensibilidad y la responsabilidad; porque necesitamos comprender
que debemos convivir en armonía, impulsando acciones que sean favorables para
cuidarnos, cuidar a los demás, y cuidar nuestra casa, en la que todos vivimos”.
El Prelado exhortó a los diputados a ser artesanos de paz y
los alentó a dedicarse y sacrificarse por los demás.
“No es una tarea fácil, al contrario, sé que el reto es
monumental; que lo que les estoy pidiendo es dedicación y sacrificio. Sin
embargo, con la participación de todos, confiamos que será posible; ahora bien,
¿se pueden imaginar si nos unimos millones? De la mano de nuestro Señor nada
nos será imposible”, subrayó el Arzobispo.
“A ustedes, legisladores, les corresponde la tarea de
custodiar y hacer crecer la identidad de nuestro país, de modo que los
ciudadanos encuentren de nuevo la confianza en las instituciones y en el proyecto
de paz y de amistad en el que se fundamentan. Sabiendo que «cuanto más se
acrecienta el poder del hombre, más amplia es su responsabilidad individual y
colectiva”, dijo el Prelado.
“Pongámonos a trabajar para que México redescubra su alma
limpia y buena”, concluyó.
En la presentación, el Arzobispo de Morelia también
participó en la proyección del documental “Tragedia y crisol del sacerdocio en
México” que presenta la investigación del Centro Católico Multimedial (CCM)
sobre la persecución y asesinatos de presbíteros.
Solamente entre 2012 y 2018 se registraron 26 asesinatos de
sacerdotes en México, la mayoría de estos impunes. Uno de los crímenes que más
ha marcado al país es el del Arzobispo de Guadalajara, Cardenal Juan Jesús
Posadas Ocampo, ocurrido hace casi 26 años sin que se haya detenido a una sola
persona.
Enseguida, el texto
íntegro de la CEM:
Reconocer para promover
Presentación ante la
cámara de diputados de la agenda de derechos humanos de la iglesia en México
Ciudad de México, 23 de abril de 2019
Estimados Legisladores que sirven al pueblo de México desde
esta Cámara de Diputados, y a todos los que nos acompañan en esta sala. Muy
buenas tardes.
Agradezco la invitación de la Comisión de Derechos Humanos
de esta sexagésima cuarta Legislatura para dirigirme a ustedes y compartirles
la agenda de Derechos Humanos de la Iglesia en México
En esta presentación trataré de responder a tres preguntas
esenciales:
I. ¿Cuáles son los elementos mínimos para comprender
la historia de la relación entre la Iglesia Católica y el compromiso en la
defensa de los derechos humanos?
II. ¿Cuáles son los desafíos actuales en la
promoción y defensa de los derechos humanos?
III. ¿Qué hace actualmente la Iglesia
Católica en México a favor de la dignidad de la persona y los derechos que de
ella se derivan?
I. ¿Cuál es la
historia entre la Iglesia Católica y la defensa de los derechos humanos?
Ha sido
largo el camino recorrido por la humanidad para llegar al reconocimiento de la
dignidad intrínseca de todo ser humano. No siempre ha sido claro para las
diferentes culturas y sociedades que todo miembro de la especie humana es
persona, que posee una altísima dignidad, y que ella es el fundamento del que
se desprenden todos los derechos humanos que deben ser promovidos y respetados.
Existen en
la historia muchos filósofos, teólogos, hombres de religión, políticos,
comerciantes y ciudadanos que, condicionados por su tiempo y cultura, no
lograron reconocer como “iguales” a personas de otra raza, color de piel,
religión o apariencia. Tuvieron que darse históricamente la esclavitud, los
“ghettos”, los exterminios y otros atropellos más para que la humanidad abriera
los ojos, reaccionara y empezara a “remar contracorriente”.
Por otro
lado, los precursores de la defensa de la dignidad humana no siempre recibieron
el respaldo de las instituciones a las que pertenecían. Muchos intereses
económicos, políticos, religiosos, etc., constituyeron una fuerte resistencia a
quienes querían despertar la conciencia de sus contemporáneos ante el
reconocimiento de la dignidad de todo ser humano.
La Iglesia
Católica, inserta en la historia, ha vivido como otras instituciones humanas
sus propias “conquistas, omisiones y negaciones” en referencia a los derechos
humanos. Gradualmente hemos podido profundizar en la verdad sobre el hombre y
la mujer, y esto ha hecho que participemos en el camino común de reconocimiento
de la dignidad de las personas a través de los siglos. De hecho, la palabra
“persona” se incorporó al lenguaje común para referirse a todo sujeto con
dignidad gracias al cristianismo. Antes de la era cristiana la palabra ya existía,
pero significaba “máscara teatral”. Los avances que el derecho romano había
logrado en materia de justicia sólo lograron enfatizar la importancia de ser
ciudadano. Gracias a la reflexión cristiana sobre la “persona” por primera vez
en la historia de la humanidad se pudo afirmar con rigor racional estricto que
todo ser humano, sin excepción, es sujeto auténtico de derechos. En la
actualidad, los mejores pensadores sobre estos temas reconocen que la persona
es todo sujeto individual, digno y relacional con capacidad de conciencia y
libertad. Esta definición nos permite afirmar la igualdad radical de todos y la
importancia de la no-discriminación de nadie.
Todos
los hombres tienen la misma estructura de cuerpo y alma. Todos están dotados de
entendimiento y voluntad. Todos son racionales y libres. Todos pertenecen al
mismo linaje. Formados a imagen y semejanza de Dios. Así pueden
sintetizarse algunas afirmaciones, por ejemplo, de Bartolomé de las Casas[1], fraile dominico (1484-1566), que no sólo defendió la libertad
y dignidad de los indígenas sometidos por la conquista española, sino que sentó
las bases filosóficas, morales y jurídicas de lo que siglos más tarde llamamos
derechos humanos.
Francisco de Vitoria, también dominico (1483-1546), es
reconocido aún en las Naciones Unidas como el padre del Derecho Internacional
de los Derechos Humanos ya que desarrolló una potente teoría sobre la necesidad
de reconocer la común dignidad de todo ser humano a nivel internacional a
través de lo que él llamo “Derecho de gentes”.
Más tarde,
después de la segunda guerra mundial filósofos católicos como el francés
Jacques Maritain (1882-1973) incidieron notablemente en la redacción de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948.
El Papa
Juan XXIII da carta de ciudadanía en el mundo católico a los derechos humanos
con la encíclica Pacem in terris (1963): “En la época actual
se considera que el bien común consiste principalmente en la defensa de los
derechos y deberes de la persona humana. De aquí que la misión principal de los
hombres de gobierno deba tender a dos cosas: de un lado, reconocer, respetar,
armonizar, tutelar y promover tales derechos; de otro, facilitar a cada
ciudadano el cumplimiento de sus respectivos deberes. Tutelar el campo
intangible de los derechos de la persona humana y hacerle llevadero el
cumplimiento de sus deberes debe ser oficio esencial de todo ser público”.
No sólo en
el campo de la reflexión sino sobre todo en el de la acción muchos
obispos, sacerdotes y laicos se han convertido en defensores de derechos
humanos en medio de dictaduras, grandes injusticias y promoción de una vida
digna. Probablemente el asesinato el 24 de marzo de 1980, de Oscar Arnulfo Romero,
Arzobispo de San Salvador, o el compromiso pastoral de Samuel Ruiz, en favor de
los pueblos indígenas, sean de los casos más representativos de una generación
de hombres de Iglesia comprometidos con la denuncia y defensa de los derechos
humanos en nuestro continente.
Oportuno es mencionar a Mons. Juan José Gerardi, Obispo
Auxiliar de Guatemala, asesinado el 26 de abril de 1998, promotor de la Oficina
de DDHH de este Arzobispado, quien tenía como objetivo, defender dentro y fuera
de la Iglesia el valor de la vida, la dignidad de todo ser humano, la necesidad
de la paz, el valor de un estado de derecho y el fin de la impunidad. Ésta
última, el problema más grave de los DDHH, porque no se inculpa a nadie, sino
que queda guardado bajo un manto de miedo y de silencio cómplice, pretendiendo
con ello, ignorar el dolor y negar la existencia misma, de las víctimas. Todo
ello, lo denunció y defendió Mons. Gerardi, para acompañar, y compartir la pena
y la angustia de los miles de muertos, desaparecidos y torturados, que como en
México, muestran la raíz de la injusticia, la ausencia de Dios y de los
valores. Principios, por los cuales luchó hasta ofrendar su vida. [2]
II. ¿Cuáles son los desafíos
actuales en la promoción y defensa de los derechos humanos?
El Papa Francisco, en su mensaje a los participantes en la
Conferencia Internacional “Los derechos humanos en el mundo contemporáneo:
conquistas, omisiones, negaciones” dijo el pasado diciembre:
“Observando con atención nuestras sociedades contemporáneas, encontramos
numerosas contradicciones que nos llevan a preguntarnos si verdaderamente la
igual dignidad de todos los seres humanos, proclamada solemnemente hace 70
años, sea reconocida, respetada, protegida y promovida en todas las
circunstancias”.
El Papa
recuerda que “en el mundo de hoy persisten numerosas formas de injusticia,
nutridas por visiones antropológicas reductivas y por un modelo económico
basado en las ganancias, que no duda en explotar, descartar e incluso matar al
hombre. […] Pienso, en los niños por nacer a quienes se les niega el derecho a
venir al mundo; en aquellos que no tienen acceso a los medios indispensables
para una vida digna; en aquellos que están excluidos de la educación adecuada;
en quien está injustamente privado de trabajo o forzado a trabajar como
esclavo; a quienes están detenidos en condiciones inhumanas, a quienes son sometidos
a torturas o a quienes se les niega la oportunidad de redimirse, a las víctimas
de desapariciones forzadas y sus familias.” No podemos dejar de incluir en esta
lista, a las víctimas de abuso sexual dentro de la Iglesia y también en la
sociedad, con lo que se crucifica sin misericordia a tantos menores.
Ante estos
graves fenómenos, dice el Papa, todos somos cuestionados: “cada uno está
llamado a contribuir con coraje y determinación, en la especificidad de su
papel, a respetar los derechos fundamentales de cada persona, especialmente de
las "invisibles": de los muchos que tienen hambre y sed, que están
desnudos, enfermos, son extranjeros o están detenidos. (cfr Mt 25,35-36), que
viven en los márgenes de la sociedad o son descartados.
Muchas de
estas realidades globales descritas por el Papa que vulneran los derechos
humanos, las hemos constatado en nuestras comunidades los obispos y sacerdotes
de México y las contemplamos como heridas que requieren ser sanadas.
III. ¿Qué hace actualmente la Iglesia Católica
en México a favor de la dignidad de la persona y los derechos que de ella se
derivan?
El
Observatorio Nacional de la Conferencia del Episcopado Mexicano, publicó en
2018, el Directorio de la Obra Social de la Iglesia[3], en el que están registrados 20 Centros de Derechos Humanos
(religiosos, parroquiales y diocesanos) operantes en los Estados de México,
Coahuila, Chiapas, Chihuahua, Oaxaca, Sonora, Tamaulipas, Tabasco, Tlaxcala y
Quintana Roo.
Estos Centros de promoción y defensa de los derechos humanos
son parte de las 2466 obras sociales de la Iglesia Católica en México, que
incluyen entre otras: (35) Centros de escucha y acogida a víctimas de la
violencia, (13) Albergues para enfermos de VIH, (21) Casas de acogida a
ancianos y discapacitados, (151) Orfanatos, (119) Casas de Migrantes, (34)
Centros de atención a niños y mujeres en situación de calle, (8) Atención a
familiares de desaparecidos, (97) Grupos de atención a reclusos y cárceles,
etc. (Un mapa digital y directorio sobre todos estos centros puede consultarse
en la página www.cem.org.mx).
Miles de laicos, religiosos(as), sacerdotes colaboran
diariamente para que esta gran obra social de la Iglesia se convierta en Amor y
justicia-en-acción.
En nuestro
Proyecto Global de Pastoral[4] 2031-2033, los obispos hemos descubierto “un
desafío fundamental como Iglesia: Dios nos está llamando a generar esperanza, a
fortalecer y reconstruir una vida humana más plena para todos sus hijos,
especialmente los descartados por estos nuevos fenómenos, una vida que refleje
en cada persona, a Cristo el hombre perfecto y se manifieste en condiciones
dignas para cada uno” (PGP 164). De las seis opciones que hicimos se
desprenden varios compromisos pastorales que dejan ver una transversalidad de
la prioridad pastoral que significa para la Iglesia la defensa y promoción de
los derechos humanos:
Estos compromisos son:
Þ Generar espacios de encuentro, diálogo y trabajo con otros
actores de la sociedad, para colaborar en la reconstrucción de la dignidad de
las personas y el tejido social de nuestro país.
Þ Dialogar y colaborar con la sociedad civil y con los
organismos nacionales e internacionales para construir la paz.
Þ Apoyar la fundación de centros de Derechos Humanos en las
comunidades cristianas, de manera que se fortalezca el Estado de derecho en
nuestro país.
Þ Recibir con caridad, acompañar, defender los derechos e
integrar a los migrantes que transiten o deseen permanecer con nosotros.
Þ Promover el liderazgo femenino y una participación más
amplia en la vida de la Iglesia desde un auténtico respeto a su dignidad.
Þ Identificar y acompañar a los grupos vulnerables de
nuestra sociedad: mujeres violentadas, indigentes, damnificados, jóvenes en
situaciones de riesgo, enfermos y presos, entre otros.
Þ Crear centros de apoyo para el desarrollo integral de las
personas, impulsando la promoción económica para el trabajo comunitario y
solidario.
Estos
compromisos pastorales que están haciéndose ya operativos en las 95 diócesis
que hay en nuestro país, son el compromiso de potenciar, diversificar y hacer
crecer la obra social de la Iglesia que promueve y defiende la dignidad humana
en sus ya más de 2466 centros en el país. No es una tarea fácil y mucho menos
instantánea. Requiere motivación constante, liderazgo, seguimiento y sinergia
con las diferentes Instituciones pues son muchos quienes desde otras trincheras
trabajan por la persona, su dignidad y sus derechos.
Conclusión
Esto
es un brevísimo recuento de la participación de la Iglesia Católica en la
defensa de los derechos humanos (I), los actuales desafíos que visualizamos
(II) y lo que hacemos y seguiremos haciendo como Iglesia católica en México
para seguir trabajando a favor de la dignidad de la persona y los derechos que
de ella se derivan (III).
"El
reconocimiento de la innata dignidad de todos los miembros de la familia humana
es el fundamento de la libertad, de la justicia y de la paz en el mundo"
(San Juan Pablo II, 1999)[5]. La Iglesia Católica será fiel a Jesucristo y a su evangelio
si, y solo si, se compromete cada día más en la defensa de la dignidad y
derechos de todo ser humano.
Hago mías las palabras del Papa Francisco en el mensaje
antes citado:
“Deseo dirigir un llamado sincero a aquellos con
responsabilidades institucionales, pidiéndoles que coloquen a los derechos
humanos en el centro de todas las políticas, incluidas las de cooperación para
el desarrollo, incluso cuando esto signifique ir contra la corriente”.
+ Mons. Alfonso Miranda Guardiola
Obispo Auxiliar de Monterrey
Secretario General de la Conferencia del Episcopado Mexicano
Aquí el original http://bit.ly/2VoDcyS
Publicar un comentario Blogger Facebook