El miedo al pueblo es cosa del pasado para el nuevo gobierno, no así para los gobernadores y alcaldes neoliberales que hay en el país y que siguieron los usos y costumbres para resguardarse de sus gobernados insatisfechos por sus políticas y gobierno."
TENEMOS PRESIDENTE
Lunes 16 de septiembre de 2019
En un clima de libertad, en paz y aclamado por los asistentes a la conmemoración de la
primera transformación de México, al grito de “si se pudo”, “tenemos presidente”
y “no estás solo” dirigidos por la concurrencia que no tuvo que pasar filtros
de revisión propios del miedo que los gobiernos neoliberales sentían y sienten
aún en los estados y municipios, y que acostumbraban a instalar en el Zócalo de
la Ciudad de México, al presidente de México.
Fue una celebración sobria y austera comparada con las de los tres
últimos sexenios, con las amigas perfumadas de Martita, los amigos pudientes de
Borolas y los favorecidos por el copetón de Atlacomulco, que llenaban el salón
principal de Palacio Nacional para criticarse la vestimenta que llevaban y los
gestos adustos o galanes de la concurrencia aristocrática, mientras afuera se
llenaba de menesterosos obligados a aplaudir al presidente en turno.
Pero también era común en el sexenio anterior del peor presidente de
la historia, que jóvenes rebeldes llenaran el balcón presidencial con sus apuntadores
lumínicos en señal de protesta al gobierno, que a través de gobernadores mexiquenses
llenaban la plaza de acarreados de los municipios vecinos, le iluminaban el
rostro mientras eran perseguidos por elementos del nefasto Estado Mayor Presidencial,
ahora desaparecido.
Pero el miedo de los gobernantes era
tal que para ingresar a la plancha de la Constitución era necesario pasar
detectores de metales y revisión de todo tipo que alcanzaba hasta las carriolas
de los bebés que eran cateadas por la seguridad. Aun así, no faltan estúpidos que
en las redes afirman ahora que dicha revisión era para que la gente no tuviera
riesgos, si eso fuera, tendrían que mantener por siempre los arcos detectores
en los espacios públicos y el transporte masivo donde generalmente nos
encontramos y somos víctimas de la delincuencia, y no en un evento público.
El miedo al pueblo es cosa del pasado
para el nuevo gobierno, no así para los gobernadores y alcaldes neoliberales
que hay en el país y que siguieron los usos y costumbres para resguardarse de
sus gobernados insatisfechos por sus políticas y gobierno.
Desde una de sus mañaneras, el presidente
convocó a los mexicanos a realizar un festejo en paz y acudir a celebrarlo sin
armas, drogas, bebidas u objetos contundentes que pudieran ser utilizados contra
los asistentes y el pueblo “bueno” le cumplió, el reporte fue sin novedad en el
Zócalo de la CDMX donde pudimos ingresar sin revisión alguna más que la vista
de la policía presente.
Si, esa policía que durante 9 meses y medio ha estado inactiva
porque ya no contiene manifestantes, ni vándalos o anarquistas, que ahora
resguardó el grito, en tanto que militares vestidos de civiles con su pin dorado
con 3 banderas dibujadas, colocado a la altura de su corazón, recorrían con
discreción y sin abusos el sitio para estar a la expectativa.
Nadie llenó de luces la cara del presidente ahora, ni llegaron en
grupos traídos por la fuerza como en los últimos 3 sexenios, ni de Guanajuato,
Estado de México o Michoacán, todos llegaron por su propia voluntad para
festejar con libertad por primera vez en la historia, el inicio de la
Independencia de México.
La pejemanía estuvo presente con llaveros, peluches, imágenes y playeras
que sin problema alguno los vendedores pudieron ofrecer a los presentes, así
como los globos lápices que surcaban los aires del Zócalo tirado por los
pequeños, en tanto que, con grandes sombreros, vestidos de mariachis, de
mexicanos del siglo XIX, del padre de la Patria o Morelos, de AMLO con su banda
presidencial, así festejaban todos, hasta un Trump envuelto en la bandera
nacional pudimos observar.
SI SE PUDO
La mexicanidad estuvo presente también en la música y estampas regionales
que cada uno de los estados presentó en la plancha de la Constitución que unió
a la concurrencia, sabedores de sus orígenes que expresaban bailando las
canciones de su tierra que reconocían, como los tamborileros de Mazateupan, de
Tabasco que escuchamos con atención.
Lo mismo el Sinaloense, que el Dios nunca muere y otras bellas
canciones que identifican cada una de las entidades y regiones del país,
bailadas por grupos de cada estado, después vendrían los mariachis y las bellas
intérpretes que darían calor mexicano. Eugenia León que en una parodia de la
Paloma criticó a los neoliberales y sus políticas de saqueo y miseria que
realizaron.
Los adultos mayores con sillas plegables que antes les decomisaban
los gobiernos neoliberales, ingresaron sin problemas a la celebración, el flujo
de la gente fue regulado por los propios participantes, para entrar o salir de
cada una de las zonas, en tanto que la policía local realizaba rondines para atender
imprevistos.
Aunque en términos de seguridad y empleo los resultados no están a
la vista y no son tangibles por las familias, esta celebración mostró que, en
lo político, la población está contenta de tener un presidente que cumplió con
hacer de este festejo propio de la gente, no de la clase pudiente que
faraónicamente se presentaba en Palacio Nacional para mirar desde los balcones
a la plebe cercada en el Zócalo y degustar platillos a costa del erario
nacional.
La valla de seguridad frente al balcón presidencial estuvo más
cerca, del otro lado de la acera, no en el fin del cuadro recién remozado del Zócalo
como antaño, desde ahí los mexicanos vitorearon al tabasqueño con el grito de “si
se pudo”, “tenemos presidente” al que añadieron su apoyo de “no estás solo” y
corearon: “presidente, presidente, presidente”.
Fueron varios minutos que el tabasqueño acompañado
de su esposa permaneció agradeciendo las muestras de apoyo de la concurrencia
en el balcón al que llegó solo acompañado de su esposa, siguiendo a la escolta
que le entregó la bandera nacional que ondeó al tiempo que tañía la campana de
la Independencia.
Un éxito también la transmisión del grito y
del desfile militar realizado por los medios públicos que, al inicio de este
gobierno, comentábamos, deben ser los difusores de las actividades de las
instituciones del Estado, al servicio de este de manera profesional, no
facciosa, sin necesidad de los medios privados que, con conductores, programación
facciosa y desnacionalizante, trasmiten su basura todos los días.
Grito y desfile mostraron la popularidad del
presidente, pero son sus primeros meses, depende de los resultados que entregue
en los siguientes años para que esta aceptación no se desinfle como ha ocurrido
en las últimas décadas con muchos gobernantes. Veremos
PENDIENTES
Muchos son los pendientes que la población espera
sean resueltos por los tres poderes de la Unión y los tres niveles de gobierno
en los próximos días, antes de los festejos de la Revolución que en su momento
enarboló las demandas de la población, muchas de ellas aún incumplidas, y que
esperan que en este momento de la historia del país sean tangibles para todos
los mexicanos.
Leyes secundarias de Educación para hacer realidad los
cambios en el sector sin menoscabo de los derechos laborales de los docentes,
la revocación de mandato que aún no se aprueba en El Senado, la ley de
austeridad y demás legislación.
Así que después de estos festejos, es tiempo
que cada uno en su trinchera continúe con sus acciones de cambio y
transformación de México como realmente lo queremos: en paz, solidario,
economía pujante, derechos vigentes, bienestar y salud. Falta mucho aún, pero
depende de todos nosotros poner nuestro granito de arena.
Comentarios a uliseshj@hotmail.com
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Ra.
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