Proyecto Integral
Morelos1
El presente reportaje consta de 9 apartados. Describe la
lucha de los pueblos nahuas de Morelos, Puebla y Tlaxcala contra la
construcción de una termoeléctrica, un gasoducto y un acueducto que inició en
el año 2012, y que el actual Gobierno retomó. Afirman que atentan contra su territorio, cultura, lengua y
organización ancestral, es decir, contra lo que son y quieren seguir siendo.
Por eso, en este trabajo... hablan los pueblos.
1) Samir Flores, una vida en la lucha, 2) La
traición y la consulta, 3) El inicio, así fue como nos dimos
cuenta, 4) La termoeléctrica de la discordia, 5) Un
gasoducto en las faldas del volcán, 6) Un acueducto contra los
campos de Ayala, 7) Mujeres, el movimiento que las sacó de sus
casas, 8) La lucha jurídica y 9) Empresas y
gobiernos. Sus palabras, sus acciones.
Red-Accion | jueves
26 de septiembre de 2019
EL INICIO, ASÍ FUE COMO NOS DIMOS CUENTA
La resistencia de los pueblos al PIM inició en 2012.
Primero, con la búsqueda de información a partir del movimiento que los
pobladores empezaron a ver en sus comunidades. “La gente empezó a sospechar que
algo estaba pasando en las tierras, pues llegaban personas a hablar con los
ejidatarios para rentar los terrenos. En Huexca, por ejemplo, un día empezaron
a limpiar un terreno muy grande, la gente se preguntó para qué y empezó a
investigar. Nos enteramos de que mucha gente empezó a rentar sus tierras, que el
terreno en Huexca ya estaba vendido y que el agua ya estaba dada, y de esto se
les informó a los pueblos en las asambleas, pues oficialmente no hubo ni
siquiera la intención de generar la información necesaria para saber si
queríamos o no el proyecto, y por supuesto no hubo consulta”, afirma Samantha
César, del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua (FPDTA) Morelos,
Puebla y Tlaxcala.
Poco a poco la gente se empezó a juntar y se dio cuenta de
que en los pueblos vecinos también estaban llegando personas de afuera a
comprar o rentar tierras. Con la información que pudieron reunir convocaron
asambleas comunitarias y empezó la organización con la difusión del proyecto,
preguntándose qué era, qué implicaba para sus comunidades y si lo querían o no.
En ese proceso, relata la defensora nahua, descubrieron que algunas autoridades
civiles y ejidales habían otorgado permisos sin consultar a los pueblos, y les
reclamaron. Entre más información obtenían, más iba creciendo el enojo, por lo
que empezaron a organizarse en comités de resistencia dentro de las comunidades
afectadas de los tres estados.
Un día don Lupe, vecino de Amilcingo, vio a unos señores
excavando cerca de su terreno. Les preguntó qué iban a hacer “y respondieron
que iban a pasar el gasoducto y que andaban haciendo pruebas para meter la
máquina”. Esther, en Huexca, vio cómo aplanaban un terreno muy grande en la
entrada al pueblo, que luego supo que sería para instalar una termoeléctrica; y
en Ayala los ejidatarios se sorprendieron con la entrada de una tubería de 50
centímetros de diámetro destinada a la introducción de un acueducto. Así fue
como los pueblos se fueron dando cuenta de lo que se tramaba en sus
territorios.
Exigieron información a la CFE y al gobierno federal, pero
se toparon con el silencio. En Huexca les ofrecieron seis carpetas y sólo media
hora para revisarlas, pero casualmente la luz “se fue” mientras las estaban
leyendo. Cuando regresó ya no estaban ni los enviados de la CFE ni las
carpetas.
Queremos seguir siendo lo que somos
Después se dieron cuenta de que el Proyecto Integral Morelos
“simplemente nos desaparece como pueblos para dejarle el paso a las
industrias”, como afirma Teresa Castellanos, vocera del Comité de Resistencia
de Huexca. “Nosotros”, dice, “queremos seguir siendo lo que somos, gente del
campo y de la tierra, de comunidades en las que todos se conocen, donde sabemos
quién es cada uno, qué padre lo hizo y qué madre lo parió” y, aunque este
proyecto divide a los pueblos, “esperamos que con el paso de los años se
vuelvan a unir, ya sin esa termoeléctrica que tanto daño nos ha hecho”.
La defensora Samantha César advierte que con el paso del
tiempo estudiaron que lo que plantea el proyecto es un desarrollo que despoja a
los pueblos de su tierra y del agua, que contamina y que prácticamente
desaparece la vida campesina. “A nosotros”, dice, “nadie nos preguntó si
queríamos cambiar nuestra forma de vida campesina por una industrial, si
queríamos dejar el campo para trabajar en una fábrica. Esas son las preguntas
que debieron hacerse”.
De acuerdo al FPDTA, más de 90 por ciento de los 80 pueblos
de los tres estados que serán afectados por el PIM es de origen nahua, por lo
que, insiste Samantha, no sólo se afecta la vida campesina, sino también la
cultura indígena, la vida por usos y costumbres. El proyecto, agrega, “también
tiene un riesgo social y cultural”, pues no respeta los espacios de decisión,
como las asambleas comunitarias y ejidales, sino que impulsa una serie de
apoyos a cambio de su aceptación con los que divide a las comunidades y genera
grupos de choque que enfrentan a las asambleas que no lo aceptan.
Los pueblos indígenas quieren seguir existiendo con sus
asambleas como espacios máximos de toma de decisiones, en las que participan
mujeres, hombres y jóvenes que discuten temas que los afectan, tales como el
agua, las fiestas, los comités de padres de familia y los proyectos
comunitarios. En algunas comunidades se mantienen los rituales, principalmente
entre las más cercanas al volcán, junto al sentido religioso de las fiestas
patronales o del día de muertos, que es una de las fiestas más importantes de
todos los pueblos. En la zona del volcán Popocatépetl se conservan la medicina
tradicional y los rituales de los tiemperos o graniceros, y en muchas comunidades
se preserva el uso de la lengua náhuatl. “Todo esto es lo que el PIM pone en
riesgo”, sintetiza Samantha.
“El PIM sólo es la punta del iceberg”, explica, “pues lo
importante no es la generación de energía para los pueblos de Morelos o para el
estado, sino impulsar toda una zona de industrialización en el oriente de la
entidad y en todo el trazo del gasoducto, de tal manera que la preocupación no
es sólo por el agua que se usará para enfriar las turbinas de la
termoeléctrica, sino también por la que usarán todas las industrias. Se trata
de generar un gran parque industrial que partirá de Huexca hacia Cuautla, Ayala
y Yecapixtla”, y eso es lo que “desaparecerá formas de vida y cultura”, además
de las afectaciones ambientales y el despojo territorial.
Otro problema que traerá la industrialización y el
crecimiento poblacional, explica Juan Carlos Flores, abogado del FPDTA, es el
bloqueo de las salidas de evacuación de las comunidades cercanas al volcán,
pues el PIM viola el programa de ordenamiento territorial de la zona de
influencia volcánica que indica que debe preservarse su carácter agrícola para
que no haya un mayor crecimiento demográfico, pues “no es lo mismo desalojar a
30 mil personas que a tres millones”.
TE PUEDE INTERESAR
UN MEGAPROYECTO EN TIERRAS DE ZAPATA -2- La traición y la consulta
TE PUEDE INTERESAR
UN MEGAPROYECTO EN TIERRAS DE ZAPATA -2- La traición y la consulta
(1) Este reportaje, publicado en DERECHO DE RÉPLICA.HABLAN LOS
PUEBLOS, por medio de http://www.desinformemonos.org
es coordinado y dirigido por Gloria Muñoz Ramírez, y en él participan
indistintamente en Fotografía: Miguel Tovar; Video adicional: Ernesto
Ramírez (videos “La Lucha de Samir Flores” y “Aquí seguimos”);
Fotorreportaje, Antonio Turok; Fotos adicionales: Ernesto Ramírez
y Miguel Tovar; Reportaje, Gloria Muñoz Ramírez; Datos oficiales:
Paula Mónaco Felipe; Asistente de la coordinación: Delia Fernanda
Peralta Muñoz. Septiembre, 2019.
Se reproduce con permiso de los autores.
Ra.
Publicar un comentario Blogger Facebook