Proyecto Integral Morelos1
El presente reportaje consta de 9 apartados. Describe la
lucha de los pueblos nahuas de Morelos, Puebla y Tlaxcala contra la
construcción de una termoeléctrica, un gasoducto y un acueducto que inició en
el año 2012, y que el actual Gobierno retomó. Afirman que atentan contra su
territorio, cultura, lengua y organización ancestral, es decir, contra lo que
son y quieren seguir siendo. Por eso, en este trabajo... hablan los pueblos.
1) Samir Flores, una vida en la lucha, 2) La
traición y la consulta, 3) El inicio, así fue como nos dimos
cuenta, 4) La termoeléctrica de la discordia, 5) Un
gasoducto en las faldas del volcán, 6) Un acueducto contra los
campos de Ayala, 7) Mujeres, el movimiento que las sacó de sus
casas, 8) La lucha jurídica y 9) Empresas y
gobiernos. Sus palabras, sus acciones.
Red-Accion | domingo
29 de septiembre de 2019
UN ACUEDUCTO CONTRA LOS CAMPOS DE AYALA
Los 100 metros
En las orillas del río Cuautla, en el municipio de Ayala,
100 metros de tubos de concreto permanecen recostados como mudos testigos de la
resistencia de los pueblos nahuas al Proyecto Integral Morelos (PIM). El
proyecto energético está prácticamente listo, pero estos 100 metros del
acueducto que trasladará el agua de aquí a la termoeléctrica de Huexca, no han
podido ser colocados por la terquedad de los ejidatarios que se niegan a dejar
de sembrar la tierra.
Se prevé que el acueducto transporte aproximadamente 560 litros de agua por segundo para enfriar las turbinas de dos termoeléctricas. De acuerdo a la información que les dieron a los campesinos, el líquido se llevará de la Planta Tratadora de Aguas Residuales (PTAR) de Cuautla, que actualmente alimenta el caudal del río Cuautla y sirve para el riego de los sembradíos de los municipios de Cuautla, Ayala, Tlaltizapán y Tlaquiltenango, entre otros.
Aquí todo vuelve a Zapata. No hay manera de escapar del
símil cien años después de su asesinato. En las dos orillas del río hay dos
plantones de ejidatarios, exactamente en el cruce en el que falta introducir la
tubería de concreto que, luego de más de dos años, yace entre la maleza. El
plantón se denomina Campamento Zapatista en Defensa del Agua del Río Cuautla, y
se instaló el 28 de agosto de 2016. “La gente decidió venir a cuidar, porque la
Comisión Federal de Electricidad (CFE) ya venía poniendo sus tubos. Se les paró
para que no siguieran y hasta hoy no se han conectado, pero esa es su meta.
Para cruzar el río les faltan como 100 metros de tubo, y para llegar a la
Planta Tratadora de Aguas Residuales (PTAR) como 200 metros. Con eso
terminarían esta etapa de las obras del PIM, pero no los dejamos”, dice Marcelo
Flores Montesinos, presidente del comisariado ejidal de Ahuehueyo, Ayala.
“Estamos obligados a defender”, dice Marcelo, maestro rural
de profesión y agricultor de nacimiento. “Nuestro pensamiento nos lleva a estar
aquí cuidando, defendiendo, porque como ejidatarios que queremos nuestra
parcelas, tenemos compromiso”.
Sobre el origen del agua que abastecerá a la termoeléctrica
hay muchas versiones aparte de la oficial. La primera se refiere al río
Cuautla, pues donde está la planta tratadora construyeron un cárcamo del que
escurre agua, y se especula que de ahí se la llevarán. Otro planteamiento nace
de la pregunta ¿de dónde tomaron el agua para el periodo de pruebas de tres
meses? Se sabe que el agua fue vendida por un ejido para ese periodo y quedaron
conectados los canales de riego, por lo que ya tienen conexiones con el
acueducto. La tercera especulación que se maneja desde los pueblos es que
dentro de la termoeléctrica hay seis pozos profundos; y la última es que
llevarán agua directa de Tetela del Volcán, Hueyapan y toda la zona que obtiene
agua directa del río.
Lo que es seguro, afirma la defensora Teresa Castellanos, es
que trajeron su proyecto a Morelos porque hay agua para ellos y para las
industrias que se instalen, “dejando de lado las necesidades de los pueblos”.
La defensora del territorio explica que las dos termoeléctricas proyectadas
necesitarán 50 millones de litros de agua al día.
El plantón de ejidatarios opositores se localiza en San
Pedro Apatlaco, a 140 metros del río Cuautla. Una carpa de cada lado del río da
cuenta de la vida en resistencia de los campesinos. Un par de sillones
desvencijados, mesas, utensilios de comida, cobijas y sillas conforman el
plantón que se organiza en turnos de guardias por ejido. En Ahuehueyo, por
ejemplo, hay ocho grupos y cada uno tiene un capitán con un promedio de 22
personas a su cargo, de las cuales la mitad acude al plantón de día y la otra mitad
en la noche.
El comisariado ejidal confirma que los 560 litros de agua
por segundo que utilizarán para enfriar las turbinas de la termoeléctrica
“representa la muerte lenta para los ejidatarios”, pues “merma
significativamente la cantidad de agua que ocupamos para la siembra, la cual de
por sí no es suficiente, por lo que si se la llegan a llevar provocarán un
caos” en los campos agrícolas de los municipios de Cuautla, Ayala, Tlaltizapán
y Tlaquiltenango, entre otros.
La CFE informó también que se les devolverá el agua a los
ejidatarios pero, insiste Marcelino, “mediante un tubito de 20 centímetros y se
han hecho estudios de que con la calidad de ese líquido se contaminan la
tierra, lo que es grave para nosotros”. Oficialmente les informaron que el agua
saldrá “más limpia de lo que entró”, pero los ejidatarios insisten en que queda
inservible para el riego.
El río Cuautla nace en los manantiales Los Sabinos, La Mora
y Agua Dulce, y su cauce es el mayor proveedor para los campesinos de la
región. “Es nuestro tesoro, lo más valioso después de nuestras familias, y
ahora nos lo quieren quitar para alimentar no sólo a la termoeléctrica sino
también a las industrias que vendrán”. Jorge Zapata, nieto del general Emiliano
Zapata, y activo opositor al PIM, señala que seis mil campesinos utilizan el
agua de este río para el riego de las 19 mil hectáreas de cultivos que serán
afectados.
Los campos de Ayala se preparan para la siembra. Desde las
primeras horas del día los campesinos alistan la tierra para plantar caña,
frijol, ejote, maíz, sorgo, milpa de temporal para grano y hortalizas. “En el
campo uno y la vida se rige por el lucero. A las 4 de la mañana ya estamos
rumbo a la milpa”, comenta Ignacio, otro de los ejidatarios. “Y toda esta vida
es la que nos quieren arrebatar.
Los pueblos de Ayala, igual que los del volcán, se enteraron
del acueducto cuando los trabajadores de la empresa ya estaban rascando la
tierra. “Vimos llegar los grandes tubos y nos imaginamos lo peor”, recuerdan
Marcelino e Ignacio. Los comités de cada ejido empezaron a informar a los demás
y entre ellos intercambiaban información. “Y así nos decidimos a defendernos”,
dice Marcelino, “aunque el rechazo no fue parejo”, porque “hay algunos que no
sienten todavía el problema, pero cuando nos llegue a faltar el agua ellos van
a ser los primeros en exigirla”.
La división entre los ejidatarios es clara. Hay grupos que
apoyan el acueducto y descalifican el plantón. “A la larga”, dice Marcelino,
“habrá una revolución entre nosotros porque todos vamos a querer agua y la
escasez será mucho mayor”. Y para muestra guía a La Compuerta, donde los
ejidatarios se reúnen para solicitar agua para su riego, y casi a golpes exigen
lo que les toca. Esta tierra ya sufre de sed, dice, “y el acueducto puede terminar
con la producción”.
El maestro Marcelino es parte de los 30 millones de
mexicanos que en 2018 votaron por el actual presidente Andrés Manuel López
Obrador porque, “honestamente, siempre tuve la esperanza de que iba a cambiar.
Llegué a pensar que cuando él entrara este problema se iba a terminar, pero
resulta que ha sido peor. Aquí estamos, aquí nos tienen, y no sabemos hasta
cuándo. Si vienen a quitarnos será diferente, nosotros seguimos cuidando algo
que nos pertenece pues tenemos el agua concesionada hasta el 2035”.
Las opiniones están divididas. Los que apoyan la gestión
presidencial están a favor del acueducto y son los mismos que apoyaron a Peña
Nieto en su momento. Están también los que lo apoyaron pensando que cumpliría
su promesa de echar atrás el proyecto, y ante su incumplimiento ahora se
declaran sus opositores. También está la gente como Marcelino, que votó por
López Obrador y sigue pensando que “es un buen presidente”, pero que “hay algo
que impide que él lleve a cabo sus pensamientos. Yo no sé qué será, porque hay
cosas que no las sabemos… pero la esperanza se mantiene todavía porque creemos
que nuestro presidente no recibió la información que debió recibir”.
En los casi tres años de plantón, se han dado
confrontaciones con grupos de choque que actuaban bajo el amparo de Graco
Ramírez. “Eran golpeadores de una empresa privada a quienes logramos controlar.
Mediante ese grupo querían acabar con nosotros para poderse conectar, pero nos
unimos y no llegaron”.
Marcelino piensa que “el actual presidente no tiene la
intención de reprimir”, pero, advierte, “si no es así estamos decididos a
esperar lo que sea… No vamos a poder contra el gobierno, pero estamos
dispuestos a que vengan y nos quiten, y también estamos dispuestos a no
quitarnos y a seguir defendiendo algo que nos corresponde por ley”.
Los nietos de Zapata
Las semidestruidas paredes de adobe dan cuenta del paso del
tiempo en la casa natal del general Emiliano Zapata, convertida en museo. El 8
de agosto de 1879, Cleofas Salazar parió aquí a quien se convertiría en el
símbolo de la lucha campesina en México. Ayala, donde na ció también el
Ejército Libertador del Sur, vuelve a la batalla cien años después del
asesinato del caudillo.
Los rincones de Morelos están llenos de estatuas de Zapata
de pie, sentado y a caballo, mientras centenas de calles, colonias, escuelas y
organizaciones llevan su nombre o frases alusivas como “Tierra y Libertad” y
“Plan de Ayala”. Conmemoraciones no faltan. No hay gobi erno federal y local
que no sucumba a la tentación de celebrarlo, aunque dé la espalda a los ideales
de su lucha. Expresidentes íconos del neoliberalismo como Carlos Salinas de
Gortari y Ernesto Zedillo hicieron de Zapata su héroe favorito, y hasta a sus
hijos les pusie ron su nombre. Fue Salinas quien desmontó las conquistas
agrarias plasmadas en el artículo 27 Constitucional y Zedillo quien concretó el
estrangulamiento del campo.
En las comunidades, en cambio, se le vive, piensa y celebra
sin aspavientos. En casas de adobe como la del general, no faltan altares con
su imagen e historias de abuelos y bisabuelos que pelearon junto a él. Los
campesinos nahuas sacan del armario un sombrero o unas cartucheras originales
del pariente que participó en la Revolución. O como don Florencio, que muestra
un certificado que avala a su abuelo Tomás Aguilar Anzures como combatiente
zapatista. Es en estas tierras donde se construyó un nuevo orden social al
calor de una revolución traicionada.
Este reportaje se realiza exactamente cien años después de
que Pablo González, el orquestador del asesinato de Zapata, declarara en estas
tierras, seis días después de la traición del 10 de abril de 1919: “Emiliano
Zapata tenía que caer por el ineludible imperio de la ley biológica que condena
a los seres inferiores y deformes, y que hará siempre triunfar a la
civilización sobre la barbarie, a la cultura sobre el salvajismo, a la
humanidad sobre la bestialidad”. Cuando lo mataron, el ejército carrancista ya
había arrasado con campos y poblados.
El 7 de abril de 2019 se llevó a cabo en estas tierras la
Asamblea Permanente de los Pueblos de Morelos, en la que se acordó evitar que
opere la termoeléctrica de Huexca, el gasoducto y el acueducto. Uno de los
oradores en el encuentro fue Jorge Zapata González, nieto del general, quien
junto con otros familiares asistió en enero de este año al Palacio Nacional
para anunciar las actividades del centenario del asesinato de su abuelo. En el
acto, el presidente Andrés Manuel López Obrador posó para la foto y declaró el
2019 como el año del Caudillo del Sur. A partir de ese momento toda la
papelería oficial lleva el nombre del general.
Sentado en una silla dentro de lo que queda de la casa de su
abuelo, Jorge Zapata advierte que la termoeléctrica de Huexca “es un proyecto
de muerte que a nivel mundial está prohibido, pero que desgraciadamente en
México, por el dinero a cambio de permisos, se puede dar”.
Acompaña a Jorge Zapata en la entrevista su sobrino, un
bisnieto del general que al igual que él luce amplio bigote zapatista, haciendo
más evidente el incuestionable parecido. Dos sillas de bejuco de la época son
la única escenografía dentro de las desvencijadas paredes de adobe. “Aquí, en
la cuna de Zapata, el pueblo dijo no a la termoeléctrica porque sabe de las
consecuencias nocivas de ese proyecto”, señala el nieto del caudillo.
Desde el inicio, relata, “hubo mentiras y sobornos a los
líderes campesinos y comisariados, y nunca tomaron en cuenta a los verdaderos
dueños del agua, que somos los campesinos de Ayala. Son 19 mil hectáreas de
riego las que van a secarse si se llevan el agua. Somos 6 mil 340 usuarios que
regamos con el agua del río Cuautla, tenemos nuestras concesiones, y ellos
hasta el 2016 no tenían ningún permiso de la Comisión Nacional del Agua
(Conagua)”.
Zapata explica que en sus concesiones “dice claramente que
todos los afluentes del río Cuautla pertenecen a los campesinos y que la planta
tratadora, que no es planta tratadora sino filtradora, pertenece al río Cuautla.
Entonces, ¿cómo es posible que vengan a disponer de lo que no es de ellos?”, se
pregunta.
Para los ejidatarios de Morelos, indica, la lucha no se
termina con la “ilegítima consulta realizada en febrero en la que supuestamente
se dijo que sí a la termoeléctrica”, pues los pueblos, asegura, continuarán
manifestándose. “Sabemos las consecuencias nocivas, se las hemos mostrado en
fotografías, inclusive aquí las traigo. Solamente ellos, que no viven aquí,
piensan en los dizque beneficios, pero nosotros sabemos de las consecuencias
porque hemos tomado como ejemplo la de Chihuahua y las de Veracruz, donde los
mantos acuíferos de alrededor de diez o quince kilómetros se han secado”.
Zapata González cita a la Constitución para fundamentar que
el agua que existe en la actualidad “es exclusivamente para el uso doméstico y
la producción de alimentos”. Morelos, dice, no es un estado industrial, “como
ellos quieren convertirlo”, sino agrícola. “Es una incongruencia del tamaño del
mundo declarar el año 2019 como el año de Emiliano Zapata y quererlo conmemorar
con el robo de su agua a sus ejidos, aquí, en su cuna. ¿De qué se trata?
¿Burla? ¿Otra vez? Hace 100 años Madero se burló de los ideales del general por
buscar el beneficio de todos los campesinos. Hoy el presidente de México se
vuelve a burlar de los ideales de Zapata con hechos reales, apoyando una
termoeléctrica que nunca pedimos”.
A Zapata nieto se le ha identificado con el Partido Revolucionario Institucional (PRI), pero él asegura que nunca ha ocupado cargos públicos “a pesar de los ofrecimientos”. Sigue siendo agricultor, uno de los que envían desde Ayala entre 30 y 35 camiones de carga de alimentos todos los días a la Central de Abastos, pero todo esto, dice, “se acabará si dejamos que funcione la termoeléctrica”.
El actual gobierno pone la inversión realizada como
argumento para echar a andar el proyecto. Los datos que la CFE le ofreció a
Zapata indican que del presupuesto de 250 mil millones contemplados se habían
gastado 26 mil millones, “y López Obrador habla de 22 mil millones”, así es que
“les quedan 224 mil millones para llevarse el proyecto a otro lado”.
El verdadero destinatario de este proyecto, dice el
ejidatario, no es la población, pues en la actualidad hay muchas maneras de
crear energía limpia, como los páneles solares, que funcionan muy bien en un
estado como Morelos, que todo el año tiene sol. Pero “su interés no está en la
gente, sino en las industrias”. Otro problema, añade, es que al gobierno “le
interesa que llegue el gas a la termoeléctrica porque tienen distribuidos en
todo el estado 26 permisos para explotación minera. Así es que lo que no nos
haga la termoeléctrica nos lo hará la minería, lo que significa desaparecer a
Morelos. ¿Así es como va a conmemorar el centenario luctuoso de nuestro
general? No estamos de acuerdo”.
Hoy, dice, la llamada Cuarta Transformación “se puede
convertir en el cuarto movimiento social a nivel nacional. Tenemos tres
ejemplos: la Independencia, las Leyes de Reforma y la Revolución. ¿Qué nos
falta? El gobierno no entiende, el pueblo no quiere riquezas, pero sí tiene
derecho a una vida mejor de la que tenemos”.
La tierra, finaliza, “ya no es de quien la trabaja”, como
quería su abuelo.
TE PUEDE INTERESAR
UN MEGAPROYECTO EN TIERRAS DE ZAPATA - 5 - Un gasoducto en las faldas del volcán
TE PUEDE INTERESAR
UN MEGAPROYECTO EN TIERRAS DE ZAPATA - 5 - Un gasoducto en las faldas del volcán
(1) Este reportaje, publicado en DERECHO DE
RÉPLICA.HABLAN LOS PUEBLOS, por medio de http://www.desinformemonos.org es
coordinado y dirigido por Gloria Muñoz Ramírez, y en él participan en
Fotografía: Miguel Tovar; Video adicional: Ernesto Ramírez
(videos “La Lucha de Samir Flores” y “Aquí seguimos”); Fotorreportaje, Antonio
Turok; Fotos adicionales: Ernesto Ramírez y Miguel Tovar;
Reportaje, Gloria Muñoz Ramírez; Datos oficiales: Paula Mónaco Felipe;
Asistente de la coordinación: Delia Fernanda Peralta Muñoz. Septiembre,
2019.
Se reproduce con permiso de los autores.
Ra.
Publicar un comentario Blogger Facebook