Por Teodoro Rentería Arróyave
Lunes 18 de junio de 2023
Por ahí leí la denominación de “joventocracia”, nada que ver
con “juventucracia”, para referirse a los adultos mayores, ahora que gracias a
los adelantos de la ciencia, a la misma condición mental de este sector y la
esperanza de vida que ha aumentado exponencialmente, otros autores prefieren el
término de “súpermayores”.
En un reportaje analítico del Diario “La Vanguardia” sobre
el tema y, que nos llega cuando en México, Cuba y otros países celebramos el
“Día del Padre” el tercer domingo de junio, nos ubica que la longevidad ocurre
como con la belleza, es de decir, es un estado de ánimo: sentirse “viejo” o
“vieja”, depende de la persona a quien se le pregunte.
“El umbral de la senectud es cada vez más movedizo y ya no
depende solamente de la edad sino de la salud personal, la función cognitiva,
los índices de discapacidad y, sobre todo, de las ganas de vivir.
La edad, ya no es indicativo de la vejez, aunque los
expertos distinguen entre edad cronológica y biológica, habría que hablar
también de la edad psicológica, es decir, de la propia autopercepción de la
vejez”, nos dicen los autores: Xavier Cervera y Antonio Ortí.
Para darle consistencia al argumento, realizaron una extensa
encuesta en España y obtuvieron las más diversas respuestas y, es de llamar la
atención que casi todas fueron positivas y optimistas.
En los últimos años la definición de “viejo” ha cambiado y ahora
algunos expertos señalan que una señora o un señor de 60 años es de mediana
edad.
En la encuesta llevada a cabo para el artículo entre varios
de los 11 millones de “baby boomers” -niños nacidos inmediatamente después de
la segunda guerra mundial, agregaría, o antes-, que sobrepasan en España los 60
años se formuló una única pregunta: ¿te sientes vieja o viejo? Hubo respuestas
para todos los gustos, pero el denominador común fue que nadie se identificó
con alguna de las acepciones de viejo que ofrece la Real Academia Española,
RAE, en especial por el “deslucido, estropeado uso”, tampoco aceptaron ser los
sinónimos que propone Fernando Corripio en su diccionario: anciano abuelo,
vejestorio, provecto, carcamal, antañón, senil, decrépito, maduro, vejete,
achacoso, matusalén, chocho, añoso, etcétera.
“Antes, al contrario, las respuestas oscilaron entre “me
noto en el otoño soleado de mi vida”, hasta “lo seré cuando no pueda correr
cada sábado mis ocho kilómetros”, pasando por “me sentiré viejo cuando pierda
la curiosidad”; Un hombre de 60 años dijo: “El problema no es como te sientes
tú, sino cómo te perciben los demás. Cuando me empiezan a tratar de usted me
doy cuenta de mi edad”.
También hubo una mujer que apuntó: “cuando necesite dos
horas para sentirme bien después de levantarme, aceptaré que ya soy vieja”.
Finalmente, hubo varias respuestas en línea con lo que respondió un
“sesentañero” -como empiezan a ser conocidos los antiguos sesentones-: “me
sentiré viejo cuando me apetezca hacer una cosa y no la haga por pereza”. Y
luego añadió: “la verdad es que es algo que voy notando, pero sigo siendo
peleón, porque después nunca me arrepiento... A esta edad, la comodidad es
tentadora, venenosa y… tóxica”.
En un antiguo reportaje titulado Jóvenes para siempre sobre
las personas que estaban ingresando en su quinta o sexta década de existencia,
Fernando Martín Malavé, un ginecólogo malagueño de 65 años que había sido padre
hacía cinco meses de una pequeña llamada Aura, afirmaba: “La vida es como una
escalera. Quien considere que ya la ha subido entera, se crea a sí mismo la
obligación de empezar a bajar. Por eso siempre hay que dejar peldaños por
delante y no cerrar la puerta a las ilusiones”.
Y lo que más me agradó del reportaje: los autores al
referirse a este “debate de suma actualidad en países que asisten a un
acelerado envejecimiento, como Japón o España, nos informan que los
gerontólogos nipones, por ejemplo, tras observar que cada vez más personas
superan los 90 años, propusieron, hace ya seis años, reclasificar la vejez en
tres grupos: los “premayores”, referido a las personas entre los 65 y los 74
años; para quienes están entre los 75 y los 90, “mayores” y “súpermayores”,
para los que cuentan con más de 90 años.
Espero seguir pergeñando este Comentario a Tiempo cuando
entre al grupo de los “Súpermayores”.
Periodista y escritor; presidente del Colegio Nacional de Licenciados
en Periodismo, CONALIPE; secretario de Desarrollo Social de la Federación
Latinoamericana de Periodistas, FELAP; presidente fundador y vitalicio
honorario de la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos, FAPERMEX,
miembro del Consejo Consultivo permanente del Club Primera Plana, Doctor
Honoris Causa por la Universidad Internacional y Académico de Número de la
Academia Nacional de Historia y Geografía, ANHG. Agradeceré sus comentarios y
críticas en teodororenteriaa@gmail.com Nos escuchamos en las frecuencias en
toda la República de Libertas Radio. Le invitamos a visitar: www.felap.info,
www.ciap-felap.org, www.fapermex.org, y www.clubprimeraplana.org, y el portal
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