OPINIÓN
Miradas de reportero
Lunes 30 de octubre de 2023
A las numerosas adversidades que causó el poderoso huracán
Otis a las personas de los siete municipios de Guerrero más afectados habrá que
sumar el deplorable comportamiento de buena parte de las empresas de prensa, sedicentemente nacionales, que omiten
su responsabilidad social y desinforman por incompetencia o ponzoña
intencional.
En los balances mucha gente identificará cuáles son los medios
y periodistas que informan con ética y a los que les importa muy poco que la
prensa mexicana siga perdiendo credibilidad y distanciándose de la sociedad desde 2019.
Cualquier código de ética periodística indica las
principales pautas a seguir ante el desconcierto generalizado y caos
informativo que causan los desastres por las fuerzas de la naturaleza o por
afectaciones masivas como la pandemia. No es tan difícil.
Tres normas mínimas para el periodismo auténticamente
profesional son: apegarse a los hechos que se observan; contextualizarlos con
datos verificados; e informar con sinceridad, sin exageraciones ni estruendos.
Muestras
Pero con las desgracias en la costa y la montaña de Guerrero
se repite, casi con la misma magnitud, el fenómeno desinformador que ocurrió en
México durante la pandemia del Covid:
Se crean oleadas de verdades a medias y mentiras en las
redes sociales y las informaciones más “vendibles” por escandalosas, sin la
mínima verificación, son magnificadas por empresas de prensa convencionales,
sus columnistas y articulistas estelares.
En la madrugada del miércoles 25 de octubre, horas después de
la acometida imprevista del huracán en la costa de Acapulco, la desinformación
campeó.
Apenas horas después circuló profusamente en redes sociales
la especie de que nadie informó ni previno a la población de guerrero de la
llegada del huracán.
Y ese enfoque lo exaltaron conductores y comentaristas de
medios electrónicos a pesar de que desde dos días antes la mayoría de los
noticieros de radio y televisión estuvieron informando de la ruta de la
tormenta tropical que amagaba en convertirse en huracán al toparse con aguas
más templadas y que el ojo se encausaba hacia Coyuca de Benítez. Los
periodistas, editores y opinadores lo sabían, pero mintieron.
También el mismo miércoles 25, en noticieros de radios concesionadas y canales de televisión, especialmente de TV Azteca se ensañaron con la información parcial de que este gobierno federal había desaparecido el Fondo Nacional para Desastres Naturales (Fonden) y resaltaron la insidia de opositores en la tribuna de la Cámara de Diputados de que los funcionarios de Morena se lo habían robado.
Sobre eso ya se sabía, que desde diciembre de 2020 los
recursos financieros del Fonden se trasladaron completos a otro operador cuando
se aprobó la Ley General de Gestión Integral del Riesgo de Desastres y
Protección civil para evitar que los gobiernos de los estados y sus contratistas
siguieran usándolos arbitraria y opacamente.
Pero las verdades a medias o mentiras intencionadas
siguieron corriendo desaforadamente no obstante que en la conferencia
presidencial matutina el Presidente retó a los presentes y a los que mentían a
que investigaran sobre el cambio de rumbo súbito del temporal: “pregunten a los
centros de control de huracanes si no fue un fenómeno extraordinario;
pregunten, que les digan qué antecedentes hay y de cómo se precipita tan
rápido”.
Sobre que no hubo previsiones y avisos López Obrador les
informó: “desde el martes ya había reuniones en Acapulco y antes de eso ya
estaba el Plan DN-III, el Plan Marina, pero se hablaba de categoría 3, que
podía llegar a categoría 4. Yo estaba pendiente y de repente, como a las ocho
de la noche, me empieza a llegar información que va a impactar a categoría 5 y
por eso puse un Twitter como a las nueve. Y allá se perifoneó y se alertó a
establecimientos comerciales turísticos. Eso explica porque no había gente en
las calles. Todo esto ayudó mucho, la gente se guardó y no hubo más desgracias
personales.
No obstante, el viernes 27 apenas 48 horas después de la
furia de la naturaleza, se percibió más la falta de profesionalismo, o dolo, ahora
en la mayoría de los 24 diarios que todavía circulan en la Ciudad de México.
Por ejemplo, sin que todavía nadie hubiera realizado censo alguno
o balance de la destrucción en tan poco tiempo, varios diarios especularon en
sus cabezales de primera plana:
Milenio anotó: Otis “colapsó” 95 por ciento de hoteles,
restaurante, bares, discos…
El Financiero: Estiman pérdidas de 15 mil mdd por Otis;
El Heraldo: Pérdida, casi total.
El Sol de México (y sus filiales): Aislados, sin luz, ni
ayuda, entre rapiña;
Reforma: Priva desorden y crecen saqueos;
El Universal: Falta de comunicación y protocolos, fallas
ante Otis:
Reporte Índigo: Poblaciones vulneradas en el desamparo
institucional;
El Economista resumió: Hambre y Sed.
Se sabrá
Por esos comportamientos (que proseguirán) es que seguirá
bajando la aceptación ciudadana de las noticias en los medios convencionales.
Caída que comenzó desde 2019 como lo reportó el Instituto Reuters a mediados de
2023, fenómeno que ni los empresarios y directivos de los grandes medios de
prensa mexicanos parecen desconocer a pesar de sus recurrentes crisis
financieras.
Eso está muy confirmado. En México, según ese reporte, la confianza ciudadana a las noticias cayó
abruptamente en tres años: del 50 por ciento que registraba en 2019 bajó hasta
el 37 por ciento en 2021 y en 2022 y siguió bajando. Para junio de 2023
disminuyó a 36 por ciento.
(Ver https://reutersinstitute.politics.ox.ac.uk/es/digital-news-report/2023/dnr-resumen-ejecutivo)
En el libro que editó desde mayo de 2021 la Fundación Gabo
de Colombia siete periodistas académicos explican ampliamente el título de la
obra “El periodismo ante la desinformación”. Revelaciones y análisis que
debieran ser tomados en cuenta por la mayoría de periodistas mexicanos que
aprecien su trabajo y quieran evitar la perdida de más credibilidad, la
fortaleza mayor del periodismo.
Ver
https://fundaciongabo.org/es/recursos/publicaciones/fundacion-gabo-lanza-libro-digital-el-periodismo-ante-la-desinformacion)
Allí, por ejemplo Jaime Abello, el director de la Fundación sostiene:
“La desinformación organizada se ha convertido en un fenómeno masivo y
complejo, que genera impactos a nivel de individuos, grupos, organizaciones y
sobre todo del funcionamiento político y social de las democracias.
Jean-François Fogel, experto francés, maestro y presidente del Consejo Rector de la Fundación añade que “La desinformación es un negocio para muchas agencias o grupos que se dedican a ofrecer servicios de desinformación; para medios u organizaciones que se dedican a certificar contenidos acertados o no a través del fact-checking; para investigadores que estudian la desinformación y buscan soluciones. Y, por supuesto, es una palanca política”.
Recuperar
Todos los expertos que participaron en la creación de ese
libro coinciden en la necesidad de que el periodismo, los periodistas tienen
que recuperar el profesionalismo y con ello la confianza de los públicos.
Y sobre el fenómeno creciente de pérdida de confianza
ciudadana en el periodismo Jaime Abello subraya el alejamiento de pautas
profesionales:
“Una función que el periodismo siempre se ha atribuido es la
de buscar la verdad, entendida como fidelidad a los hechos sobre los que se
informa al público”.
Fogel recomienda: “Puede ser una voz periodística, que día tras
día no defrauda a su público y se expresa de una manera que consigue crear y
hacer crecer una credibilidad. Los periodistas deben tener una gran claridad
intelectual y moral, y hacer todo lo posible para decir las cosas según lo que
consiguieron recoger en su búsqueda de la información
Sobre la ética, como brújula para la recuperación, Alessandro
Baricco, periodista italiano recuerda las tres preguntas que recomendaba el
periodista Hernán Restrepo especialmente a las mujeres y hombres que reportean,
“preguntas que giran en torno a la veracidad de la información, al respeto y al
periodismo como servicio público.
“1. Verdad: ¿Lo que voy a publicar en redes es verdad? Antes
de publicar debo preguntarme esto;
“2. Respeto: ¿Estoy respetando a los involucrados, a la
ciudadanía y a los involucrados en el hecho?;
“3. Servicio público: ¿Si lo publico, presto un servicio o
lo hago para favorecer a alguien?;
Una conclusión obligada es que la desinformación no solo
será parte de las desgracias de los habitantes de Acapulco, de Guerrero y de
quienes en todo México todavía creen en los medios y periodistas convencionales.
Jaime Abello, el director de la Fundación Gabo asegura que “Su crecimiento
parece imparable y ha dado lugar a toda una industria, impulsada por el cambio
tecnológico, los beneficios económicos lícitos e ilícitos, los intereses
geoestratégicos y la validación de líderes políticos que buscan imponerse en la
guerra de narrativas en contextos de creciente polarización.”
Y la desinformación, como práctica improfesional o dolosa,
en buena parte de la prensa mexicana es también una desgracia para ella misma
porque los públicos seguirán retirándole su confianza. Mirada de reportero.
Reportero desde 1977. Especializado en investigación
en Excélsior, El Universal, Milenio y otros. Dos veces Premio Nacional por el
Club de Periodistas. Autor de los libros Zócalo Rojo, Zorrilla y Sólo para
periodistas. Profesor invitado en varias universidades. En 2013 y 2015 el
Colegio de Sinaloa le concedió la Cátedra de Periodismo y Comunicación “Pablo
de Villavicencio”. Miembro fundador del Consejo Consultivo del Mecanismo de
Protección a Personas Defensoras de los Derechos Humanos y Periodistas de la Segob
(2010-2014). Director fundador de Casa de los Derechos de Periodistas, A.C.
Consultor en temas de protección, leyes y políticas públicas sobre el
periodismo en la asociación periodistastrespuntocero. Consejero editorial de la
revista Zócalo y del Sistema Informativo Vía Libre. Su columna para
periodistas, Miradas de Reportero, se publica en medios impresos y digitales de
14 entidades del país. Es autodidacta. Email: rogeliohl@yahoo.com.mx
Ra.
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