Una de las suspicacias que nació en 1989 fue que Ignacio Morales Lechuga había negociado con José Antonio Zorrilla Pérez que se entregara a cambio de respetarle sus riquezas. Esa duda que guardó este reportero le fue respondida 32 años después, verbal y voluntariamente, por el ex procurador del Distrito Federal, pero no publicó nada de lo dicho por falta de documentos.
Miradas de
reportero
Por Rogelio Hernández
López
Lunes 2 de octubre de 2023
Una de las suspicacias que nació en
1989 fue que Ignacio Morales Lechuga había negociado con José Antonio Zorrilla
Pérez que se entregara a cambio de respetarle sus riquezas. Esa duda que guardó
este reportero le fue respondida 32 años después, verbal y voluntariamente, por
el ex procurador del Distrito Federal, pero no
publicó nada de lo dicho por falta de documentos.
Empero, esa sospecha fue diluida parcialmente
hace unos días por la revista Proceso con otro trabajo de sus estándares
originales de calidad periodística. El 21 de septiembre de 2023 difundió una
acuciosa indagación de Diana Lastiri en documentos oficiales del Archivo
General de la Nación indicativa de que el ex procurador del Distrito Federal remitió
oportunamente un informe a la Procuraduría General de la República (PGR) con
pruebas de que Zorrilla Pérez había amasado “una fortuna de miles de
millones de pesos, entre casas y terrenos, cuentas bancarias e inversiones por
todo México, Estados Unidos, Canadá y Alemania”.
La duda
José Antonio Zorrilla Pérez, quien
fuera el último y más poderoso jefe de la Dirección Federal de Seguridad, se
entregó el 14 de junio de 1989 al entonces procurador capitalino Ignacio
Morales Lechuga en Paseo de la Reforma 2570, casa 79.
Zorrilla huía de seis acusaciones
que le documentó el fiscal especial Miguel Ángel García Domínguez: Autoría
intelectual del homicidio del periodista Manuel Buendía Tellezgirón ocurrido en
1984; autoría intelectual del homicidio del policía investigador José Luis
Esqueda Sánchez; acopio de armas y cartuchos reservados para uso de las fuerzas
armadas; enriquecimiento ilícito; delitos contra la administración de justicia,
abuso de autoridad, ejercicio indebido del servicio y actividades contra la
salud por narcotráfico.
Meses después, una crónica de las
investigaciones del Caso Buendía y el papel de Zorrilla Pérez fue publicado en
forma de libro en 190 páginas (Zorrilla, el imperio del crimen, Edit.
Planeta, 1989). Casi inmediatamente después, Federico Gómez Pombo asistente
de confianza de Morales Lechuga, buscó al reportero autor del libro para
decirle: “el procurador está muy molesto por lo que dices de él”.
Es que allí se reportaron hechos y
dudas de las detenciones y se demandaban esclarecimientos. Dos ejemplos:
“La detención peliculesca de
Zorrilla el 14 de junio, cuando se introdujo como personaje protagónico el
procurador del Distrito Federal y que motivó –también encargó—narraciones periodísticas
rebosantes de suspenso y heroicidad, pero también conjeturas de que allí hubo
arreglos no explicados”.
También se reprodujeron los amagos
de Morales Lechuga a Zorrilla al momento de su detención: “…¡nada de andar
publicando documentitos, eh, Toño! Nosotros te garantizamos un proceso apegado
a la ley y la seguridad de tu familia”.
Se avivaron las conjeturas: ¿Qué
negoció Morales Lechuga para que se entregara Zorrilla? ¿Cómo garantizarían la
seguridad de su familia? ¿Le respetarán todos sus bienes?
Eso fue lo que molestó entonces al
procurador capitalino, pero no lo aclaró públicamente.
Información verbal
El 10 de octubre de 2022 (32 años
después) el reportero autor del libro tuvo que acudir a hacer un trámite a la
Notaria de Morales Lechuga. Con comedimiento fue invitado a tomar un café con el
Notario y con Gómez Pombo de testigo. Hablaron libremente de la sentencias y de
la prisión domiciliaria de Zorrilla desde 2013.
Casi al final de la charla franca
el reportero recordó la duda, aun sin respuesta publica: ¿Pactó con Zorrilla
respetarle sus bienes a cambio de entregarse?
Morales Lechuga sonrió al decir: --Claro
que no--. En cambio preguntó si se sabía de las cuentas bancarias que le
detectaron a Zorrilla en Estados Unidos y Europa. Mencionó varias cantidades
millonarias y aseguró que lo había consignado a la PGR. El reportero lo
ignoraba, pero sin documentos que probaran los dichos mantuvo la duda.
El trabajo de Proceso
Y el 21 de septiembre de 2023 la
conjetura del reportero se disolvió parcialmente al leer con la firma de Diana
Lastiri en la Revista Proceso la investigación periodística con el título:
Enriquecimiento ilícito, acopio
y tráfico de armas, los otros delitos del asesino de Buendía y se cita como
fuente el informe que la PGJDF entregó a la PGR el 18 de junio de 1989, cuatro
días después de la detención de Zorrilla.
Y en el sumario del reportaje se
asentó:
El expediente Buendía, entregado
por el Centro Nacional de Inteligencia al Archivo General de la Nación, da
cuenta que José Zorrilla amasó una fortuna de “miles de millones de pesos”,
entre casas y terrenos, cuentas bancarias e inversiones por todo México,
Estados Unidos, Canadá y Alemania.
De los datos referidos por la
investigadora se encuentran lo que Morales Lechuga había platicado antes al
reportero y sobresalen los siguientes:
En 1984 Zorrilla declaró
ingresos por cuatro millones 91 mil pesos, inversiones por 191 mil pesos y
deudas de dos créditos hipotecarios ante el Instituto de Seguridad y Servicios
Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y Banobras, por 495 mil pesos.
Para 1985 el exdirector de la
DFS vendió su casa en la Campestre Churubusco, por siete millones y medio;
declaró sueldos por cuatro millones 246 mil pesos e intereses por tres millones
750 mil pesos.
Pero, ese año sumó otros ingresos
por 15 millones 496 mil 400 pesos; inversiones en Banobras, Banco Internacional
y Banca Confía, por nueve millones 729 mil pesos y sus deudas con el ISSSTE y
Banobras ya eran por 305 mil 56 pesos.
De una “Relación de propiedades”, que
se había encontrado al catear la casa de Zorrilla en avenida Reforma, la
reportera de Proceso describe más de 20 bienes:
… la casa de Paseo de Paseo de la
Reforma y 13 lotes en el Fraccionamiento Lomas de las Palmas en el Estado de México;
tres lotes en Colinas del Sur, en el Distrito Federal; una casa en los
Tabachines, Cuernavaca; otra en Teololco 320, en el Pedregal de San Ángel; tres
lotes en el fraccionamiento San Juana, otro en Paseos de Taxqueña, uno más en
Portales, un lote en División del Norte y otro en Tlalpan.
El listado incluyó un condominio
en el fraccionamiento el Conquistador en Cuernavaca, otro en la zona hotelera
de Ixtapa Zihuatanejo, Guerrero, y uno más en la zona residencial de Cancún,
Quintana Roo.
También una casa campestre en
Avándaro, dos terrenos en el Pedregal de San Ángel, un terreno en un “lujoso”
fraccionamiento de Guadalajara, Jalisco; varios terrenos en Palmira,
Cuernavaca, municipio en el que también tenía un terreno en la zona residencial
de Los Limoneros; un terreno en Zapotlán, Hidalgo, y una ex hacienda en
Atotonilco; dos terrenos con caballerizas en el Ajusco, con una extensión de 36
mil metros; dos terrenos en Tizayuca, Hidalgo, otro en Huejutla y un condominio
en Campos Elíseos, en la colonia Polanco de la Ciudad de México.
“En el extranjero tenía
propiedades en La Joya, Cal., una propiedad en Houston y otra más en Horse
Shoepday (sic)”, señala el documento que detalla lo asegurado durante el cateo
de la casa de Zorrilla.
Según los documentos, Zorrilla
era accionista de la empresa Constructora e Inmobiliaria Zoma; del Grupo
Autotransportista Tusac, que integra 32 compañías; socio mayoritario del Grupo
Agropecuario San José; socio y administrador único de Bienes Raíces Prado Sur,
SA.
En otro portafolios las
autoridades hallaron una membresía de condominio compartido internacional, con
un valor de 44 mil 734 dólares, adquirida en el año 1988.
Fueron localizados documentos
sobre cuentas en el Frost National Bank de San Antonio, Texas; el Israel
Discount Bank of New York; en el Bank One of Texas; en el First National Bank
en Woodlands, Texas; en el Deustche Bank en Munich Alemania Federal, donde
realizó depósitos por aproximadamente dos millones de marcos alemanes; una
cuenta en el Bank of Montreal en Canadá; vínculos con The Union National Bank
of Laredo; San Diego Federal American Bank of Commerce; Credit Commercial de
France; Ultimate Bank King; Alamo Bank y City Bank Preferred Visa.
“En su portafolios se
encontraron cheques de viajero por ocho mil 200 dólares, así como un cheque
personal en blanco de su cuenta en el Deutsche Bank”.
Las autoridades comprobaron que
Zorrilla realizó tres depósitos de 500 millones de pesos cada uno entre
septiembre y diciembre de 1988 a cuentas de Banamex, Bancomer y Banco Mercantil,
en este último banco también se realizaron otros depósitos por 350 millones de
pesos.
En Banco Internacional, Zorrilla
tenía una caja de depósito y en Banamex recibió depósitos por cerca de 238
millones de pesos a nombre de Moisés Uribe López, utilizado por el mismo
exfuncionario como una especie de prestanombres ilegal.
“Para preparar su posible huida
en el caso de ser descubierto en su posible participación en el homicidio de
Manuel Buendía”, señaló la PGJDF.
También fueron realizados
depósitos en Bancomer a nombre de Marisela Ruvalcaba y Zorrilla por 35 millones
de pesos.
Así, tuvieron que pasar 33 años
para que una de las suspicacias del Caso Buendía se disolviera parcialmente por
el trabajo investigativo de una profesional de la revista Proceso.
Empero, la suspicacia se encaminó hacia
la Procuraduría General de la República de 1989, dirigida por Fernando Antonio
Lozano Gracia hasta el 30 de noviembre de 1991. ¿La PGR le respetó sus bienes a
Zorrilla a cambio de su silenció? Nunca se informó oficialmente.
La opacidad o sigilo de muchos
servidores públicos niega el derecho a saber de la población pero también por
deficiencias profesionales de periodistas que se guardan las pistas, suspicacias
o conjeturas en lugar de investigarlas, como le ocurrió a este reportero.
Reportero desde 1977. Especializado en investigación
en Excélsior, El Universal, Milenio y otros. Dos veces Premio Nacional por el
Club de Periodistas. Autor de los libros Zócalo Rojo, Zorrilla y Sólo para
periodistas. Profesor invitado en varias universidades. En 2013 y 2015 el
Colegio de Sinaloa le concedió la Cátedra de Periodismo y Comunicación “Pablo
de Villavicencio”. Miembro fundador del Consejo Consultivo del Mecanismo de
Protección a Personas Defensoras de los Derechos Humanos y Periodistas de la Segob
(2010-2014). Director fundador de Casa de los Derechos de Periodistas, A.C.
Consultor en temas de protección, leyes y políticas públicas sobre el
periodismo en la asociación periodistastrespuntocero. Consejero editorial de la
revista Zócalo y del Sistema Informativo Vía Libre. Su columna para
periodistas, Miradas de Reportero, se publica en medios impresos y digitales de
14 entidades del país. Es autodidacta. Email: rogeliohl@yahoo.com.mx
Del archivo: Virgilio Caballero.
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