“Viendo estas alocuciones y su vocación manipuladora uno querría preguntarle a la nueva vieja derecha, a las Cayetanas del mundo: ¿para qué quieren ustedes la democracia?, ¿para que sea la escenografía del privilegio? En realidad le tienen miedo a una verdadera democracia, aquella donde el pobre (“el mediocre”, como ustedes le llaman) sea también ciudadano”.
v Federico
Bonasso
Domingo 17 de marzo
de 2024
Los nuevos viejos
discursos de la derecha
Ante el letargo de la oposición mexicana, las figuras
mundiales de la derecha acuden al rescate.
Mejor comunicadora que la banda de adolescentes que conduce
la campaña del PRIAN, Cayetana Álvarez ha protagonizado en la ciudad de Puebla
un speech que “electrificó” a sus alumnos locales. Esa derecha
que no ha logrado reponerse, en todo el sexenio, del KO de las mañaneras.
Molestos con el “mami estado” trajeron a una mami
aristócrata para “explicarle la verdad” a los futuros electores
mexicanos.
Los poderosos usan sus tribunas. Una de ellas el Festival de
las ideas, que convoca el empresario Ricardo Salinas Pliego, donde la diputada
española del PP vino a hacer su aporte a la doctrina de moda entre los ricos:
el “libertarismo”.
Cayetana fue generosa en la perogrullada: “vuestro destino
está en vuestras propias manos”, abrió. Ofreció una nueva epistemología para
enfrentar lo que ella llama “el apocalipsis cognitivo”: combinar autoayuda con
macrohistoria. Maestra del humor involuntario: “sean optimistas, cuando la
muerte llegue, que llegará… mi optimismo tiene un límite”. Se mostró proclive a
la ensalada semántica: esa que permite sustituir significados sin penalización,
por ejemplo “privilegios” por “talento”; o hablar de “la ficción de los
derechos infinitos”; o invocar equivalencias como esta: “Hitler o Churchill,
Putin o Zelensky”. Llegó Álvarez para reencauzar a los jóvenes mexicanos en la
senda del antipopulismo. Es decir: del antiobradorismo.
Aunque vestida de crítica de todo populismo (con alusiones
tangenciales a Trump o Milei) no ha sido lo suficientemente mañosa para
disimular su propósito. Declara que ha venido a estimular el sentido crítico de
esos jóvenes a los que interpela y dice respetar, pero a los que, en tono
estricto, les anuncia “la verdad”.
Portadora de la verdad, pues, de triple apellido, metáforas
seudofreudianas y abiertamente comprometida con la cursilería, la diputada
argentino-española es toda una campeona de la doctrina meritocrática. Una
vocera más del miedo del conservador a la verdadera libertad: la que incluye el
“yo” de los demás.
“Prepárense para
competir”
El mensaje de Cayetana, (y lo dice con todas sus letras
cuando invita a desechar la identidad colectiva de “los mediocres”) es el
mensaje del individualismo. “Prepárense para competir”, fustiga. Nunca invita a
estimular otro rasgo igual de humano y sin duda urgente para los tiempos
venideros: el de cooperar. No es una omisión involuntaria. Según estos
exponentes del fatalismo de la ley de la selva (que curiosamente son siempre
individuos cuyos problemas materiales están resueltos) la salida en la vida es
sólo individual. Esto no es una filosofía, más elaborada, más barata; es la
estrategia que siempre ha tenido el poder para diluir la respuesta coordinada y
masiva a un statu quo de privilegios. La supuesta “consciencia del individuo”,
en los términos así planteados, se convierte en la inconsciencia del poder
transformador que tiene la acción colectiva.
Imagen: Expansión política. |
Talento, eufemismo
de privilegio
Contestarán con otra trampa a estos cuestionamientos: “¿qué,
no tienen derecho las personas a soñar en grande, a aspirar a una vida mejor?;
¿Qué tiene de malo el modelo individualista?”. El problema es que el talento y
el mérito no juegan papel alguno en un mundo donde los ricos tienen acceso a la
mejor educación, salud y oportunidades. Algún futbolista podrá escapar a la
condena, alguna cantante pop. El resto de talentos quedará detenido detrás de
la barrea de la asimetría social, se esfuerce lo que se esfuerce. Mucho más que
conquistarse, el destino se paga. La igualdad y su instrumento, los derechos,
son el objeto mismo de ataque de estos nuevos discursos de la vieja
derecha.
Cayetana Álvarez de Toledo y Peralta-Ramos es una agente de
las élites. Su mensaje podría resumirse así: “si te esfuerzas quizás te
admitamos en el club: pero si pretendes derechos y respuesta colectiva te
encontrarás con los dogmas que justifican la represión”. Para este relato
el peligro es el populismo, no la asimetría social y el poder creciente de los
monopolios. Desde luego, los monopolios, el índice de Gini, la captura
institucional por parte del poder económico, no son nunca mencionados en estas
conferencias.
El discurso donde ha combinado obviedades, invocado a la
Ilustración, apelado a la rebeldía, se descompone cuando ataca directamente a
López Obrador. “Este país está siendo tomado por el crimen organizado y los que
deberían protegerlos (a ustedes ciudadanos); abrazos a los que dan balazos”.
Aquí se apuntala el hashtag electoral. Aquí brota, finalmente, el eslogan razón
de ser de estas piruetas retóricas, donde evocar los valores de Rousseau es el
desvío necesario para el golpe político. De golpe se viene abajo el telón y
queda en evidencia el verdadero propósito de esta falsa exégesis de la
racionalidad y el republicanismo: concitar el voto por Xóchitl.
La derecha española y latinoamericana no sólo se han robado
el término “libertad”, han intentado incautar ahora el término “democracia”.
Vistiéndose de racionalistas los nuevos déspotas vienen a contarnos la verdad
sin tocarle un pelo al despropósito de nuestras sociedades, que crecen y
consumen a un ritmo que no aguanta el planeta, que tiran a la basura una quinta
parte de la comida que se produce. No, la racionalidad consiste, mucho antes
que enfrentar el calentamiento global, cuestionar el modelo extractivista, o
repudiar un genocidio, en denunciar al “populismo”. Críticos selectivos del
populismo son estos agentes de un autoritarismo que no expone su permanencia en
las urnas, y que le dará una patada más a la democracia cuando estorbe
demasiado a sus intereses.
Son curiosos estos nuevos profetas, que han cambiado el
púlpito por las pantallas led, el ámbito solemne por la puesta en escena
hollywoodiense: se regodean con sus propias palabras, las presentan como
verdad, y luego reciben aplausos por haber instalado nuevos dogmas en la
emoción de la audiencia.
Pero ni siquiera el mejor disfraz retórico podrá confundir a
una audiencia más o menos entrenada; esta vocera de uno de los partidos más
corruptos de España, el PP, no es sino otro ariete propagandístico de la
derecha alternativa. Parte del público lo sabe. Y la abuchea. Allí, más que en
el aplauso encandilado, está la verdadera rebeldía a la que estos personajes le
tienen tanto miedo.
Viendo estas alocuciones y su vocación manipuladora uno
querría preguntarle a la nueva vieja derecha, a las Cayetanas del mundo: ¿para
qué quieren ustedes la democracia?, ¿para que sea la escenografía del
privilegio? En realidad le tienen miedo a una verdadera democracia, aquella
donde el pobre (“el mediocre”, como ustedes le llaman) sea también
ciudadano. ©
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Texto transcrito con autorización del músico y analista
Federico Bonasso, publicado en la Revista Consideraciones.
Fechado el 14 marzo, 2024 / Original en: https://bit.ly/3x180Kn
Ra.
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